╰►¿Cómo sería un escenario en el que estés en peligro?
❝Meliodas❞
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No sabía cómo había pasado. Todo parecía que iba a ser un día normal; abrir la taberna, servir a los clientes y darle varios cumplidos a su cocinera. Pero no fue así.
Caballeros sacros llegaron de manera armada al establecimiento, parecían bastante serios y molestos por alguna cosa. Dijeron que habían recibido informes sobre que probablemente ahí se encontrara uno de los siete pecados capitales.
Entraron al lugar sin esperar el permiso, comenzaron a buscar por todos lados. El rubio se encontraba bastante nervioso, pero sabía ocultarlo bien. La cocinera acababa de llegar a la taberna, al ver a los caballeros, recordó lo que había hecho en el pasado y se echó a correr.
Esto no pasó desapercibido por los de armadura, quienes al notar la sospechosa sombra de la mujer, no pudieron evitar perseguirla, alertando al de ojos verdes, quien comenzaba a preocuparse.
La fémina huyó del lugar dirigiéndose al bosque, esperando que ahí los perdería. Se equivocó, los caballeros la acorralaron y ella se encontraba completamente indefensa.
El rubio no pudo evitar seguirlos, no quería dejar sola a su cocinera, la quería demasiado y pensar que algo le sucedería lo asustaba.
Con cautela se acercó a ellos y se escondió detrás de unos arbustos, esperando el momento perfecto para poder aparecer.
—Eres demasiado sospechosa, mujer, ¿acaso formas parte de los Siete Pecados Capitales? —preguntó el que parecía ser el líder del pequeño grupo de caballeros.
—¿Qué...? ¡Por supuesto que no! —exclamó aún nerviosa.
—¿Entonces por qué huyes de esa forma? ¿Acaso hay algo que escondes? —preguntó de nuevo, mientras extendía su espada colocándola cerca del cuello de ella, intimidándola aún más.
Normalmente ella actuaría relajada, y parecería que no tiene miedo para nada, pero ésta vez era diferente. Esta vez si se encontraba asustada.
Silencio. No respondió a su pregunta, lo cual molestó a los caballeros.
—¿No respondes? —preguntó acercando un poco más su espada, rosando levemente su piel—. Entonces te haremos hablar a la fuerza.
El caballero hizo una seña a los demás, dando a entender que la tomaran para dejarla inmóvil. La fémina al notar esto comenzó a moverse de un lado a otro, pensando en cómo salir de la situación en la que se encontraba.
