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¿Cómo sería un escenario donde duerman juntas?

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Elizabeth

—Muchas gracias por lo de hoy, Elizabeth —habla la mucama mientras camina a su lado—

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—Muchas gracias por lo de hoy, Elizabeth —habla la mucama mientras camina a su lado—. Me divertí mucho.

La contraria sonrió y un leve sonrojo apareció en su rostro. Después de mucho tiempo le había pedido que tuvieran una cita y ambas se la habían pasado todo el día juntas. No podía pedir más.

Pero quería.

Caminaban una al lado de la otra con dirección a la habitación de la princesa, la mucama la acompañaba como todas las noches, y a pesar de que ambas fueran tímidas y no supieran cómo iniciar un tema de conversación, disfrutaban de la presencia de la otra.

A pesar de que habían hecho muchas cosas hoy, la de cabellos largos no quería despedirse de su mucama, quería seguir estando con ella. Tenía tantas ideas de otras cosas que podían hacer; quedarse despiertas y ver las estrellas, cocinar algo juntas y hasta jugar a las escondidas.

Pero su cansancio se lo impedía. Ambas estaban cansadas y la princesa no podía permitirse hacer algo tan "rebelde", además de que pensaba que su amada no aceptaría salir a estas horas de la noche.

—Llegamos —avisa la mucama, abriendo la puerta de la habitación, invitando a la princesa a entrar; ésta entró, nerviosa y algo triste pues no quería despedirse aún.

Se dio media vuelta, mirando a su amada, quien sonreía de manera tierna, sonrojada por los acontecimientos que habían vivido.

—Buenas noches, mi princesa —se despidió, dio una pequeña reverencia y estaba apunto de cerrar la puerta, pero fue detenida por la de ojos azules.

—E-Estaba pensando... —habló, siendo escuchada por la fémina. Miró al suelo, jugando con sus dedos pues estaba nerviosa—. ¿Quisieras... quisieras dormir conmigo?

La pregunta sorprendió a la contraria, quien abrió los ojos rápidamente, con un sonrojo notorio en su rostro. Sonrió calmándose, transmitiéndole tranquilidad a la princesa.

—Por supuesto —acepta mientras asiente con la cabeza.

Elizabeth levantó la cabeza con una sonrisa alegre y avergonzada. Se movió a un lado, invitando a su amada a pasar. Rápidamente corrió a su armario, buscando alguna pijama que pudiera prestarle. Cuando encontró una, se la entregó, tomó la que ella se pondría y se fue a cambiar al baño, dándole privacidad a la fémina.

—Ya puedes salir —escuchó su voz, y tan sólo unos segundos después ya estaba saliendo del baño, también cambiada.

Entraron a la cama de manera torpe, ninguna quería poner a la otra incómoda, por lo que cuando se acostaron había cierta separación entre ellas.

𝐎𝐮𝐫 𝐋𝐨𝐯𝐞; NnTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora