Capítulo 9

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*Newt*

Me ayudó a sentarme en el sofá- ¿Estas bien?

-Eso a sido la hostia-dije todavía asombrado- Y ahora tenemos puerta trasera.

-¿Como puerta trasera?- preguntó sentándose junto a mi.

-Has reventado la otra ala y esa puerta de ahí era la entrada, ahora que no hay ala la puerta te lleva directamente a la parte de atrás llena de escombros.

-He volado el ala en pedazos, te he tirado una piedra al estomago y en lo que tu te fijas es en que ahora tendremos puerta trasera. Lo tuyo es un caso perdido- suspiró.

*Aeel*

Había sucedido otra vez, mi vista se había pintado de rojos. Por un segundo el dolor me nubló, provoqué la destrucción de aquel edificio en ruinas y que Newt ahora se encontrara tumbado con la mano en el estomago por el golpe diciendo estupideces y todo lo que se me pasaba por la cabeza. No lo podía controlar, se me iba de las manos siempre. Era peligroso para los de mi alrededor.

-Ni se te ocurra pensar en no volver ha hacerlo- me amenazó- ahora cuando tome un poco de agua y pueda levantarme vamos ha volver ha hacerlo.

-¿Quien ha dicho que estuviera pensado en eso?- le respondí sonriendo e intentando ganar superioridad.

-¿Me he equivocado acaso?- no respondí, no le iba a dar ese lujo. Mostró una sonrisa torcida con sus finos labios rosados- Eso pensaba- se levantó, cogió la taza para el café y se sentó en el suelo de piedra dejando la cerámica en el suelo- Ven, es hora de subir el listón, ya hemos visto que puedes descomponer y componer con facilidad; pero,¿ Y hacer lo mismo sin ver el objeto?

Me senté ante el, nuestras miradas conectaron, sus ojos azules como zafiros brillando con los rayos de sol iluminando su color; intensos, sinceros, dulces, llenos de compasión, llenos de...demencia y sed de sangre, eso no debía estar ahí. Bajé la mirada hacia la taza, no paraba de pensar en aquella demencia enterrada en el fondo de sus ojos. Debía descomponer el objeto y recomponerlo sin mirarlo, solo concentrándose en su presencia , el echo de que aquellas moléculas la habían formado.

Miré la taza una vez más, inhalé y exhalé; concentrarse, lo único en lo que debía pensar era en la taza- Solo estás tu y la taza, no hay nada más, nada puede distraerte- la voz de Newt se iba alejando poco a poco. Separé cada macromolécula y las dejé suspendidas a mi alrededor, era incapaz de ver si estaba dando resultado, solo podía confiar en mi misma. Volví a dar una exhalación, me concentré en las pequeñas partículas que había dejado levitando a mi alrededor, la volví a colocar en su lugar, justo como recordaba.

Abrí los ojos.

La taza estaba en su lugar y Newt la observaba asombrado- ¿Eso significa que ha dado resultad? - sin respuesta, seguía con la mirada clavada en el objeto- Voy a dar por echo que lo he conseguido.

-S-si lo has conseguido. Pero tengo una pregunta ha todo esto

-Dispara- le incité para que preguntara.

-¿Usas la ira como canalizador de tu poder?- preguntó agarrando la taza y observando atentamente cada detalle de esta.

-De alguna manera si que lo hago, supongo que es lo que hace que pueda destruir un edificio en ruinas- respondí tumbandome. Los rayos de sol hacian que pudiera ver las partículas de polvo flotando en la estancia sobre nosotros.

-Eso puede hacerte realmente mucho daño, juntos debemos encontrar la manera de que seas capaz de usar tus poderes sin la necesidad de sufrir por el camino- se tumbó junto a mi mirando los rayos através de las ventanas- algo entre el sufrimiento y la paz. Tener el poder de la ira y el placer de la felicidad.

- ¿Y como se supone que he de hacer eso?- pregunté mirándolo de reojo, seguía con la vista perdida entre la luz de la estancia.

-Un recuerdo, uno que te produzca felicidad y melancolía a la par - busqué entre mis memorias, recordaba borrosa la cara de mis padres y mi antigua casa en Chicago. Los recuerdos que se mantenían en mi cabeza completamente palpitantes eran los días que paseaba bajo la lluvia junto a Alexa, las noches observando las constelaciones y discutiendo si sus nombres tenían algún sentido, nunca le parecían coherentes, el día que me enseñó a patinar en el parque del Milenio hasta que no podía ver más que sus ojos esmeralda relucir en la noche...Su cabello oscuro cayendo libre por su espalda, sus labios rojizos, su cara blanquecina. Ella era aquel recuerdo, la sonrisa afloraba mis labios y un brillo en mis ojos destellaba tan solo con recordar su rostro más un dolor en el pecho me presionaba, me ahogaba, me quemaba.

Me concentré en cada detalle y en cada imperfección, todo lo que pudiera recordar del rostro de Alexa. Las motas de polvo que se revelaban con los rayos de sol comenzaron a movilizarse, zonas más oscuras y otras más claras. El rostro de mi novia se comenzaba a formar entre los atisbos de luz que cruzaban la ventana- Es...hermoso- su voz sonaba dulce, con algo de melancolía, algo de empatia.

-Ella era hermosa- dije incorporandome, necesitaba deshacerme del dolor que hacia arder mis entrañas, agarré del pequeño armario las vendas que usaba para practicar y no pelarme los nudillos. Newt seguía observando la pequeña ilusión de la chica de esmeraldas- Es hora de practicar con él cuchillo. Levanta y coge la caja de madera que hay bajo el sofá.

-¿Por dónde empezamos?- me giré para colocarme en el centro del almacén, miré de reojo trás de mi, Newt estaba inmóvil observando mis movimientos, sonreí. Rápido, me giré, agarré el brazo sano de newt, la herida había cicatrizado pero no era buena idea arriesgarse, coloque el filo helado de mi daga en su cuello- Muy lento. Has de vigilar tus espaldas en todo momento. No te fijes solo en el enemigo enfrente tuyo, has de aprender ha dispersar tú atención.

Lo solté- Siquiera me has avisado de que empezábamos- se quejó tosiendo un poco tras retener el aire de la impresión-¿Como carajos eres tan rápida ?

-Práctica- respondí colocándome de nuevo ante él- Empezamos- le avisé. Dejé que atacara primero, apuñalada alta, la esquivé- Has de distraer al oponente, consigue que se fije en otro lugar y luego ataca rápido- Segundo intento, intentó acuchillarme en el muslo derecho, lo bloquee con mi daga y le hice un pequeño corte en el brazo. Recibí un golpe en las costillas por su parte seguido de una patada en la pierna que me hizo caer. Una sonrisa triunfal cruzó los labios de mi amigo.

-Te he hecho caer- dijo orgulloso. Suspiré, más asentí contenta. Aprendía rápido.

-Lo has hecho muy bien pero una vez haces caer a tu enemigo aprovecha y acerca tu cuchillo a un punto descubierto de su piel, en este caso mi cuello- me levanté para volver a empezar.

-¿No puedes hacer un cumplido sin decorarlo con una corrección o un comentario hiriente?- preguntó preparándose para el tercer asalto, no sería tan blanda. Comenzó la lección de verdad; me movía rápido, golpeaba en sus zonas débiles y le hacía pequeños cortes para mantener su atención. En un momento cuando casi mi compañero se encontraba en el suelo, recibí un golpe en la boca del estómago con la empuñadura de su cuchillo, me agarro del brazo, me lo retorció, el frío metal quemaba en mi piel.

-Hemos cambiado los papeles- no era capaz de ver su expresión pero con toda seguridad estaba sonriendo, hora de sacar mi última carta de la manga. Dejé de sentir el metal sobre mi cuello, sonreí, aprovechando la sorpresa de Newt me deshice de su agarre y materialice su cuchillo en mi mano-¡Eso no es justo!- gritó molesto. Corrí hacia él y lo tiré al suelo con un par de golpes, este se levantó ágil, cogió de mi brazo, tiró de mí hacia él y me arrebató el cuchillo. Recordé la montaña de piedras que había en la puerta e hinche que aparecieran sobre nuestras cabezas; me soltó para poder apartarse antes de que impactarán sobre el. Salté la montaña de rocas y estampé a Newt contra la pared, si se movía mi daga acabaría enterrada en su estomago.

Los rojos reaparecieron en mi visión, era tan sencillo matarle en aquel momento, tan simple como hacer presión con mi daga. El terror de su rostro moreno, la mueca de horror, tan solo alimentaba mi sed de sangre. El azul de sus ojos era extrañamente intenso.

Una corriente de electricidad me recorrió, me dolía el cuerpo, todo se pintó de negro y caí al suelo en aquel instante.

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