Capítulo 8

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Octubre pasó rápidamente. Harry mantuvo una rutina muy similar a la que había tenido en septiembre, aunque hubo algunos cambios. Por ejemplo, muchas veces se tenían que detener en los pasillos porque había alumnos que impedían el paso. A veces eran chicos que se quedaban mirando embobados a las hermosas chicas de Beauxbatons, sobre todo a la chica que era parte veela. Otras veces eran las chicas las que se quedaban mirando con deseo a los apuestos jóvenes de Drumstrang y Beauxbatons. Y muchas otras veces eran una mezcla de apasionados del quidditch y de fanáticas de Krum que trataban de conseguir un autógrafo del famoso jugador.

La relación con Neville mejoró mucho, llegando a ser mejor que la que tenía con Ron y considerándolo su mejor amigo. Aunque no era difícil tener una relación mejor a la que tenía con Ron y Hermione. Las peleas entre ellos se habían vuelto aún más frecuentes, hasta el punto de que era extraño el día que no peleaban.

Su amistad con los gemelos también mejoró, y sus bromas cada vez tenían más éxito. Algunas incluso eran tema de conversación entre los alumnos días después de hacerlas. Snape y Filch, que eran sus principales objetivos, estaban que hechaban humo por las orejas, y esto únicamente alentaba más al trío para hacer las bromas. Sin duda, sus bromas comenzaban a ser comparables con las de los Merodeadores.

La relación con Greengrass también había avanzado bastante, y ya se consideraban amigos. No eran muy cercanos, pero sí que tenían más trato y de mejor calidad que dos simples conocidos. Muchas veces, mientras esperaban a que algún proceso de las pociones se hiciera, hablaban sobre sucesos acaecidos en sus vidas y se iban conociendo poco a poco.

También habló varias veces con Susan Bones, con quien tenía una relación de amistad no muy íntima. A veces se juntaban en los pasillos y se acompañaban un rato en el camino hacia sus destinos. Otras veces, se encontraban en los terrenos del castillo y pasaban horas hablando de cualquier tontería mientras andaban por los jardines o se sentaban a la sombra de un árbol en la orilla del Lago Negro. Susan era una persona con la que era extremadamente sencillo hablar de cualquier tema y que sabía escuchar.

En lo académico, sus intervenciones en las clases y las de Neville seguían siendo frecuentes y acertadas. Su amigo cada vez era menos tímido en ese aspecto y ambos conseguían bastantes puntos para Gryffindor y hacían rabiar a Hermione por no ser la única que respondía adecuadamente y que levantaba la mano. Los profesores habían dejado de mirarlos sorprendidos y ahora les dedicaban las mismas miraras que a Hermione, hecho que únicamente enrabietaba más a la joven.

El trabajo de Pociones que hacía junto con Greengrass avanzaba a un ritmo espectacular. Ya tenían casi todas las pociones identificadas y probablemente en el siguiente día que se citaran para trabajar terminarían con ese paso y podrían comenzar a elaborar las pociones.

En lo que al entrenamiento de Harry respectaba, su entrenamiento matutino continuó igual al mes anterior. Su entrenamiento de la tarde también siguió sin cambios de rutina, pero sí de contenido. Harry ya estaba buscando nuevos libros para practicar. Cuando se le acabaron los libros de cuarto, tuvo que pedir vía lechuza los de quinto, sexto y séptimo, pero ya estaba terminando los de sexto. Únicamente le quedaba dominar del todo los hechizos de ese año sin varita y no verbales. Luego aprendería de los libros de séptimo, aunque dudaba que le fuera a costar más de tres semanas. Así que estaba buscando libros especializados en encantamientos para cuando terminara.

Los libros de ese estilo generalmente eran para duelistas profesionales y aurores, por lo que la mayoría eran hechizos de ataque y defensa que sólo eran útiles en combates, pero Harry aun así decidió aprendérselos. En su mente se estaba formando la idea de hacerse auror al igual que su padre, por lo que le vendrían bien.

Pero también se esforzó en buscar libros que le enseñaran hechizos para el uso cotidiano y que podría aprovechar más a menudo. Quería aprender cualquier encantamiento que le pudiera ayudar en algún momento, aunque únicamente fuera para no tener que fregar.

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