Capítulo 7

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Suspiré y sostuve mi cabeza entre mis manos, mirando fijamente mi cuaderno abierto delante de mí sobre el escritorio mientras intentaba aceptar lo que sucedía. Sabía que en el fondo el profesor de filosofía debía estar hablando de algo extremadamente interesante o extremadamente aburrido, dependía cómo uno viera la materia. Respiré profundamente, esperando que el aire pudiera calmarme. Había sido una tonta, había intentado más que nada no pensar en aquello el día anterior porque sabía lo que encontraría al final.

John me había dejado sola frente al retrato de mi padre, y durante un largo momento no había podido hacer nada más que observarlo en silencio ya conociendo la historia detrás. John me había llevado luego a comer como habíamos acordado si yo ganaba, y él me trasmitió el interés de los hombres de traje por prepararme para hacer interrogatorios. Había logrado distraerme, o impedir que mis pensamientos fueran por mal camino. Pero era imposible hacer aquello en el instituto y estaba luchando contra la verdad desde que la había descubierto.

Lo sabía, por más que no tuviera una prueba exacta sabía que Lionel era quien había amenazado a mi padre. Había pasado tantas cosas por alto aquella vez que estuve frente a frente con él. Me hubiera gustado volverlo a ver, solo para poder actuar bien esta vez. ¿Pero cómo podría mirarlo a los ojos ahora que tanto había cambiado? Cuando lo había conocido, él no había sido un extraño para mí, pero tampoco había estado relacionado de algún modo directo en mi vida. Aprender que había sido entrenado para ser agente pero luego había traicionado su deber y aún más que eso, que él y mi padre habían sido amigos y compartido cuarto, había sido más de lo que había esperado. Me había golpeado, pero me había forzado a mantener la calma.

Había pasado los últimos meses sospechando, sin llegar a creerle del todo en su presunta inocencia sobre el asesinato de mi padre, sin confiar en que no había tenido nada que ver con eso. Y quizás debí haber sido más lista, más rápida en descifrar a ese hombre. Le había ofrecido a mi padre ser su socio en el mundo criminal, y mi padre se había negado prefiriendo el honor sobre la riqueza. Quizás Lionel no lo soportó, quizás Lionel no pudo simplemente verlo feliz con una familia cuando él era un hombre sin sentimientos de ningún tipo, sin amor real. Y del mismo modo que mi mejor amiga me había traicionado a principio del año escolar, tal vez Lionel había hecho lo mismo y obligado a mi padre a renunciar a lo que tanto amaba bajo amenaza.

Si aquel era el caso, entonces no me sorprendía. Sabía que ese hombre era capaz de algo similar. Era demasiado cruel y despiadado, insensible a tal punto de hablar de sus hijos como soldados y no lamentarse por la pérdida de uno sino que restarle importancia a la muerte creyendo que solo los más aptos tenían el derecho de sobrevivir, aplicando de un modo retorcido y enfermo la teoría de Darwin. Y él había mencionado que me había visto de pequeña. Ese hombre había estado los primeros años sobre mí, siendo una secreta amenaza. Y por eso mismo mi padre debía haberse obsesionado con el trabajo, necesitando atraparlo cuanto antes para poner a su familia a salvo. Pero no había podido lograrlo, porque había sido asesinado antes y aquello no podía ser una coincidencia.

Las coincidencias no existían en este mundo.

Tiré mi cabello hacia atrás, sufriendo mi silenciosa crisis. Miré la cinta roja escondida, atada en mi muñeca, y por primera vez sentí la necesidad de arrancarla de su lugar. ¡Y yo había estado enamorada del hijo de ese hombre! ¿Él lo había sabido? No, no podía haberlo sabido, me lo hubiera dicho. Necesitaba creer aquello más que nada o entonces mi pequeño y frágil mundo se caería más de lo que ya estaba.

No. No podía estar mal. No podía dejar que algo así me afectara. No había manera de cambiar el pasado y de momento, si realmente planeaba enfrentarme y detener a Lionel en algún momento, entonces tenía que estar en el mejor estado posible. Y aquello incluía mantener mi mente en orden, mis sentimientos bajo control y mis ideas claras. Cerré los ojos y conté hasta tres, sabiendo que cuando los volviera a abrir no pensaría dos veces en lo que ahora me torturaba y no dejaría que me siguiera afectando.

Nana (Pandora #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora