Capítulo 10

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—Deberías dejarlo ir —dijo Enzo.

—¿Qué?

Levanté la vista del suelo y lo miré por un momento. Odiaba verlo caminar tan tranquilo por las calles de Londres cuando yo me moría de frío y me lamentaba por no haber agarrado mayor abrigo al momento de cambiarme el uniforme escolar para tomar el tren a Cambridge. Demasiado sumida en mis propios pensamientos, apenas si le había prestado atención a Bel Ami mientras fingía esconderme detrás de mi libreto. Me abrazaba a mí misma con necesidad en un intento por encontrar el calor, deseando poder ignorar más que nada la calidez que sentía en mis labios y castigándome cada vez que pensaba en ello.

—Emma, lo quieras o no, te aferras inconscientemente a su recuerdo, por eso no puedes superarlo —dijo él sonriendo amablemente y tocó mi cabeza—. Justo aquí. Tienes que soltarlo. Si no piensas estar con él déjalo ir. ¿Entonces eres actriz?

—Sí —respondí.

—¿Y eres buena o...?

—Maurice solo acepta algo superior a la excelencia.

—Sí, me han recomendado la compañía de un tal Maurice. Escuché que tenían una joven actriz muy destacable, no pensé que fueras tú. ¿Crees que pueda ir a verte alguna vez?

—La entrada al teatro es pública, lamentablemente —dije y él rió.

—No llegarás a nada si le prohíbes la entrada, no puedes simplemente prohibirle que se acerque a ti si así quiere —dijo Enzo—. Pero si realmente quieres asegurarte que nunca más se vuelvan a cruzar debes mostrarle que ya lo superaste. Créeme, sé lo que te digo. Puedo parecer una rata callejera pero sé sobre parejas. ¿Le gusta el teatro?

—Lo odia —admití—. Más que cualquier otra cosa.

—Es uno de los hijos de Lionel —dijo Enzo pero no respondí—. Su madre desapareció. Sospecha de su padre, lo odia por eso y por lo que es.

—¿Todo eso dedujiste con tan poco? —pregunté y él sonrió.

—Más, y fue en parte por la visita más piezas del rompecabezas que tú me diste —dijo Enzo y suspiré.

—La noche antes que su madre desapareciera ella lo llevó al teatro, nunca más la volvió a ver luego de eso y por eso lo aborrece tanto. Cree que son personas que fingen sin sentir, sin saber como se siente.

—Creo que el teatro vale la pena a pesar de ser falso. A veces uno prefiere la ilusión a la realidad.

—No lo sé, el lugar de espectador es diferente del lugar de actor.

—Sí, lo sé. Pero tienes que ser un actor, y vivir solamente para aquellos que están en escena. Olvídate de los demás. ¿Quieres el secreto de la felicidad? Concéntrate solamente en el presente, en este preciso segundo y en nada más que el ahora. Dieciséis años, Emma, no puedes desperdiciar ni un miserable minuto pensando en un chico que ya fue. Olvídate de él completamente, sigue adelante.

—¿Y cómo hago eso? —pregunté.

—Puedo ayudarte —respondió él y sonreí.

—Gracias pero no pienso aceptar aquello, al menos no hoy.

—No te estoy pidiendo que te enamores de mí, tampoco que me beses o algo más —dijo Enzo—. Te estoy pidiendo que te diviertas porque no tienes ningún chico. Sal, toma algo, disfruta tu libertad.

—¿Qué propones? —pregunté.

Bel Ami tomó mi mano y me guió en la oscura noche. Somos la clase de chicos de los cuales tus padres te advierten, aquellos con los que ellos preferirían que no salgas de noche. Pero, de todos modos, si sabes lo que te conviene no andarás cerca de mí, no es bueno andar cerca de alguien que pertenece al mundo secreto si tú no perteneces también. Y aún así tampoco es bueno. Y quizás, tan solo quizás, cuando un chico atractivo pero peligroso te hace seguirlo en la oscuridad, deberías considerarlo al menos un segundo.

Nana (Pandora #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora