He aquí el resumen de la situación hasta el momento: tenía algo así como 40 horas para reunir a la hermana de Bel Ami con él y luego llevarle el anillo a Giorgio. Y lamentablemente, en este punto, estaba estancada, ya que debía esperar. Y no había nada peor como tener que esperar y no tener nada que hacer para darle a mi cerebro el permiso absoluto de torturarme con sus pensamientos. Así que hice lo único que podía hacer estando en esta situación para ignorar mis pensamientos y desquitarme por todo lo que estaba sucediendo. No vería a Bel Ami hasta la cena pero no era aquello lo que me mantenía distraída y me atormentaba sino que el hecho de preguntarme si Jack había sabido del cambio de planes de Giorgio.
Vendé prolijamente mis manos y miré por un instante el saco que colgaba delante de mí antes de atacarlo. Era sábado, y luego de horas de lección sobre interrogatorio John me había dejado libre. El problema era que no quería estar libre, porque si salía de nuevo a la calle entonces tendría tiempo para pensar y eso era lo peor que me podía suceder ahora mismo. Ni siquiera la soledad y el aire fresco podrían ayudarme ahora a aclarar mi mente. Así que me había dirigido al gimnasio que había dentro de las instalaciones. No estaba exactamente vacío, pero mientras el tiempo avanzaba y mi energía seguía sin disminuir, el poco personal terminó partiendo para la hora del té.
Sinceramente, poco me importaba la hora del té en este momento. Ni siquiera había logrado dormir bien durante la noche. Golpee con fuerza el saco mientras lo maldecía por haberme quitado el sueño. Giré sobre un pie y luego le di una patada consiguiendo que se sacudiera completamente. Suspiré y ajusté el nudo que mantenía atado mi cabello de un modo tirante antes de volver a ponerme en posición de ataque y seguir golpeando. Actuar era una cosa, pero en este momento necesitaba golpear algo hasta que simplemente no pudiera más para despejarme y estar en paz.
¿Por qué había tenido que aparecer y solucionar mi problema? No quería estarle agradecida, no quería deberle ningún favor ni nada. No quería pensar en él y en lo que le había hecho porque entonces me sentía terriblemente culpable por todo lo que le había dicho al momento de pedirle que nunca más volviera a aparecer en mi vida. Había sido una maldita perra con él. Lo había atacado con mis palabras donde más le dolía para asegurarme que no deseara volverme a ver nunca más. Me había burlado de él y de sus inseguridades. Había sido exactamente el tipo de persona que más odiaba con él. No me sorprendía entonces si ahora me devolvía el golpe de este modo.
Me tenía merecido eso y mucho más. Maldita sea, me había burlado del hecho que no pudiera mirarse al espejo sabiendo que toda su vida su familia se había burlado de él y lo había tratado de fenómeno por tener heterocromía. Había traicionado su confianza siendo consciente que él no confiaba nunca en nadie. Byte tenía razón, había sido cruel con él, una basura como chica. Y posiblemente jamás me perdonaría por eso. Pero había sido necesario, por su bien, para que nunca más me utilizaran en su contra. Y posiblemente jamás pudiera confesarle aquello. De todos modos, ya no importaba, porque no había vuelta atrás de lo que había hecho y tampoco podría solucionarlo. No si su padre había hecho lo que yo creía que había hecho.
Quise gritar y me arranqué con furia los auriculares cuando empezó a sonar McFly. Maldije el aleatorio del Ipod y lancé el aparato lejos, sobre unas colchonetas que había en el suelo para evitar que mi furia le costara la vida. Volví a atacar la bolsa como si realmente pudiera olvidarme de todo así. La golpee con toda mi fuerza, ignorando el dolor, ignorando el agotamiento que lentamente comenzaba a deslizarse sobre mi piel. No me importaba nada. Y sabía que estaba mal castigar a mi cuerpo de ese modo por lo que había hecho pero necesitaba hacerlo, necesitaba desquitarme con algo o terminaría por odiarme a mí misma más de lo que ya lo hacía.
Me dejé caer en el suelo cuando ya no pude más, cuando finalmente llegué al borde y temí romperme. Crucé mis piernas y apoyé mi cabeza sobre mis manos negándome a creer que el escozor en mis ojos eran lágrimas. Presioné las palmas de mis manos contra mis ojos. No lloraría, yo no lloraba, no por esto. Había sabido al momento de conocer a Jack, de lentamente enamorarme de él, que nada bueno podría salir de aquello y que no debía cruzar esa línea. Había leído suficientes libros de espías y visto demasiadas películas como para saber lo que aquello implicaría. Y aún así no le había dado importancia, había dejado de lado todo junto con las advertencias de mi hermano y lo había intentado. Y ya casi había pasado medio año desde entonces. Debería olvidarlo. Había sido tan solo algo de un verano. Nada más. Y no podía ser nada más tampoco.
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Nana (Pandora #3)
Mystery / ThrillerHay tres reglas básicas para cualquier agente de campo: 1) Nunca confíes en nadie. 2) La información es lo más valioso que existe. 3) Aférrate a tu cubierta sobre cualquier cosa. Ahora, hay tres cosas que podrían haberme advertido: 1) Nunca te metas...