Dieciocho

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Hice un gran esfuerzo para abrir los ojos, una luz me dejó totalmente cegada por lo que los volví a cerrar rápidamente. Solté un gemido de dolor al notar una molestia en mi sien. Froté mis ojos e intenté abrirlos de nuevo. Una figura de un muy buen ver me observaba de tal manera que hizo que me estremeciera.

—¡Wendy, al fin!— Sus brazos rodearon mi cintura y me acercaron a él en un abrazo de alivio. Se sentía bien.

—Ethel.

—¡Por todos los dioses!¡Wendy!¡Estás bien!—Exclamó Jensey acercándose cada vez más a nosotros.

Estaba demasiado confusa. ¿Acaso lo que había pasado no era más que un sueño? ¿Kirk no era más que un fruto de mi imaginación? ¿Significaba eso que nunca había estado en aquella especie de mazmorra? Y lo más importante... ¿Mike estaría bien?

—Estoy en... ¿El centro?

Ethel asintió.

—Te encontré justo al lado de un arbusto, en el árbol central. ¿Tienes idea de que diantres hacías allí?

—No... ¿Mike está bien?— Balbuceé.

—¿Mike? No estaba por allí.

Mi pecho comenzó a bajar y a subir más rápido de lo normal. Eso significaba que Mike no se encontraba bien, el grito que escuché al debilitarme no paraba de repetirse en mi cabeza.

-Necesito...

Sin apenas acabar la frase, salté de la cama como pude, abandoné la habitación pasando por al lado de una curiosa Jensey y me encaminé en dirección del bosque.

—¡Wendy espera!— Gritó Ethel.

Justo cuando estaba a punto de cruzar el umbral de la puerta principal del edificio un estruendo hizo que diese un respingo. La misma puerta se cerró en mis narices.

—¿Quieres hacerme caso?— Los dedos fríos de Ethel rodearon mi muñeca.

—¿Qué si quiero hacerte caso? Es posible que Mike ahora mismo esté herido por mi culpa. Qué digo por mi culpa, por la tuya. —Apunté con el dedo índice y lo llevé a su pecho dándole un pequeño empujón con él. —Tú me hiciste venir a este sitio, yo estaba muy bien con mi abuela y mis únicos problemas eran los de matemáticas.

Suspiré al haberme desahogado y miré a los ojos inexpresivos del chico. Me sentía tan enfadada conmigo misma por haber dejado a Mike allí tirado. Estaba claro que me querían a mí, si tan solo hubiese dejado pasar el ruido del arbusto y me hubiese ido a otra parte Mike estaría sano y salvo.

—No sabes lo que dices Wen...

—Claro que lo sé, ya me dirás tú que pinto aquí. O mejor dicho, qué aporto a todo esto. Tranquilo, yo te lo digo: nada. Cada día tengo más claro que no soy yo a quién deberías haber traído. Si es cierto que te vi, pero al igual que yo, mi abuela también te vio.

Ethel abrió la boca como si fuese a decir algo pero la volvió a cerrar, como si supiera que iba a seguir hablando.

—Esto no debería de haber pasado, yo no pertenezco a este mundo, a tu mundo.

—Wendoline, tú perteneces a mi mundo—Dio un paso adelante sin dejar de mirarme a los ojos—Tú eres mi mundo, y si, puede que sea difícil de asimilar todo esto pero... ¿Recuerdas todos tus entrenamientos con Finn? ¿Tus entrenamientos con Dorssine?

—Tampoco es para tanto, hay miles de compañeros que lo hacen mejor que yo.

—Claro, esos compañeros que llevan aquí años y tú tan solo llevas unos meses. Te he estado viendo entrenar. ¿Realmente piensas que los demás derriban tan pronto a Finn?— Negó con la cabeza. —Al igual que nadie tiene poderes tan desarrollados y diversos como los tuyos. Poderes que si tú quisieras, dominarías el mundo.

Morbletalle ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora