Veinticuatro

9 6 11
                                    

Después de la detención de Carter, tanto Ethel y yo nos quedamos atónitos ante la situación. Pasados unos segundos, una dulce voz nos advirtió de que había una pequeña reunión en el comedor. Sin pensarlo ambos fuimos directos a la sala, aunque no recuerdo el momento en el que Ethel me cogió de la mano, como si tuviese miedo.

Al entrar, un gran número de personas ya estaban sentadas en los bancos alargados, expectantes del tema de la reunión. Aquel día, a diferencia del primero en el que pisé por primera vez el comedor, se notaba el descenso del personal. Había bastantes huecos, yo quería pensar que era porque aún no habían llegado, pero mi mente me decía que eran los sitios de las personas que habían fallecido.

—Tomad todos asiento, tenemos varios puntos que comentar y no podemos desperdiciar el tiempo— Ordenó firme una de las profesoras más importantes de aquel centro, Reveissa.

Todos hicimos caso. Pude ver como Jensey y Finn estaban allí también, aunque en otros bancos. La chica compartía sitio con una niña (algo más pequeña que ella) de cabello corto y negro, la cual también llevaba un arco como Jensey lo hacía y al otro lado, yacía un distante niño moreno con el pelo más largo amarrado en una pequeña coleta, la cual amenazaba con soltarse. Por otro lado, Finn se encontraba a unos pasos de la profesora, con los brazos cruzados y el cabello totalmente suelto, le había dado tiempo a cambiarse de ropa, pues en aquel momento llevaba una camisa blanca a juego con unos pantalones del mismo color.

—Primero que nada, todos debéis saber que el próximo Lunes se celebrará un funeral de las personas que nos han dejado recientemente. Y todos estáis obligados a asistir— Anunció mientras ponía en un pequeño atril un taco de papeles, los que parecían ser una especie de apuntes sobre lo que tenía que comunicar.

Noté como mi estomago se revolvía, me preparé para recibir más miradas de odio pero no recibí ninguna, ni disimuladamente. Bueno, sin contar la de Ethel, podría apostar todas mis pertenencias mas preciadas a que aún se estaba preguntando si me dolían bastante las heridas.

Igualmente, me pareció extraño que hacía menos de veinte minutos varias personas me lanzaran miradas y comentarios odiosos por lo sucedido y por todas las muertes que Ember causó pero que ahora ni se inmutaron.

—Segundo punto, Dorssine ha decidido dejar al mando al señor Findriel Booboo Tyr, de la familia de los Tyr, por su bien. Ya que, aunque su mejoría es perceptible, su salud está por delante. Así será cuando este cumpla su mayoría de edad aquí en Morbletalle. No sin tener a nuestra señora como su futura consejera, no se irá del todo—Tragó saliva.

Dirigí mi mirada a Finn, su cara era todo un poema, parecía agobiado. Y con razón, en tan solo una semana tendría en sus manos el casi control de Morbletalle.

—Y punto final, como parte de vosotros y vosotras habéis presenciado. La señorita Carter ha sido arrestada. Gracias a uno de vosotros, supimos que no era más que una infiltrada, un topo en el centro. Es una persona bajo los mandatos de Vymon, y gracias su marca lo tuvimos claro. Eso me lleva a advertiros de algo, si os sentís vigilados, es porque lo estáis, no estamos para que se cuelen topos en el centro y yo no lo permitiré. Desconfío de todos y cada uno de vosotros, ella dijo que no estaba sola.

Carraspeó la garganta y llevó la mano a sus labios como si fuese a toser. Recogió las hojas de papel y las golpeó suavemente sobre el atril para dejarlas alineadas, sin dejar que ninguna de ellas se sobresaliese.

—Aquí finaliza la reunión, andad con ojo.

Cuando la mujer abandonó la sala por una de las puertas ladinas, un gran batiburrillo de susurros se hizo en ella. Todos estuvieron comentando lo que había anunciado Reveissa y Ethel y yo no nos quedamos atrás.

—¿Carter está en el bando de Vymon? Debí haberlo pensado con esa actitud, pero me parecía tan típico...

—Bueno, a lo mejor lo hacía para que nadie se acercase a ella y la descubriesen.

—Pero es que si que se han acercado a ella, y más de una persona. Una de ellas, sin ir muy lejos, es Finn. Lo he visto varias veces con ella, hasta se reían juntos.

—Bueno, es que Finn es mucho de "Reir con chicas"— Dijo haciendo las comillas con los dedos.

—¿Y la chica rubia de antes? Ella podría ser sospechosa— Apunté mientras cambiaba de posición en el incómodo banco.

El chico se removió en el asiento para mirarme bien y pareció guardar silencio mientras pensaba en algo. Después abrió la boca para decir lo siguiente:

—Ah, la chica de "¡Donde la llevan! Ella no ha hecho nada"— Intentó imitar la voz de la rubia pero se quedó en eso, un intento.

—Sí, muy cantoso. Y por dios Ethel, ha sido horrible esa imitación— Abrió la boca fingiendo estar ofendido y se llevó la mano al pecho.

—No te preocupes por ella, estoy cien por cien segura de que era uno de los líos de Carter. Esa muchacha ha debido probar la mayoría de los labios de este centro.

—¿También los tuyos? —Pregunté rápido.

Soltó una risa burlona y negó.

—Más quisiera, ese privilegio solo lo tienes tú— Se acercó y dejó un casto beso en mis labios.

                                                                  *****************************

El líquido caliente de la sopa bajaba por mi garganta abrasando cada parte de ella. Siempre me pasaba aquello, el ansia por comer hacía que me olvidase de que la mayoría de los alimentos estaban muy calientes o muy fríos. Al igual que en el verano, aun no habiendo ni tirado el envoltorio del helado, le pegaba el primer mordisco haciendo que toda mi boca sufriese por ello y a la vez me diese el famoso dolor de cabeza.

—¿Qué tal Ethel? Has hablado con él ¿No? —Dijo Finn justo después de limpiarse las comisuras con una servilleta.

—Sí, me estuvo contando lo de sus padres...

Recordé el encuentro que tuvimos Ethel y yo hace apenas tres horas, un encuentro tierno e intimo que obviamente pensaba omitirle a Finn. Creo que no se lo iba a tomar bien de todas formas, aunque sé que en parte es culpa mía por haber aceptado el beso que me dio en la celda.

Nos encontrábamos en el despacho de Dorssine, ese que dentro de unos días iba a ser suyo. Él yacía en una silla con el respaldo tan estirado que amenazaba con sobrepasar la ventana, sus colores eran oscuros y fríos, como si de un cuero azul se tratase. La verdad era que aquel material era algo raro que nunca había visto antes. Estaba con sus brazos apoyados en la mesa, sus mangas blancas estaban arremangadas y su cabello recogido. Por otra parte, yo me encontraba sentada en un sillón que el rubio había traído desde a saber donde.

—¿Te ha hablado de sus padres? —Asentí.

Automáticamente, las palabras de Reveissa retumbaron en mi cabeza. Haciendo que recordase lo que había pasado con Carter. Y a su vez, vinieron a ella los recuerdos de haber visto a esta con Finn de una manera más intima. Mis ojos se clavaron en los suyos, sin saber si era buena idea lo que iba a hacer.

—¿Qué te traías con Carter? —Solté tan de repente que el chico casi se atraganta con sus espaguetis.

Morbletalle ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora