Treinta

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ETHEL POV

Nuestros ojos hicieron contacto nada más que Madre pronunció mi nombre completo. Ethel Alarik Redferne.

Todo mi plan se había ido al traste, las manos me estaban empezando a sudar y un vértigo enorme se hizo en mí. Nervioso, eché un vistazo alrededor deshaciendo el contacto visual con Wendy. Madre me miraba enfurecida, esperando a que cogiese el collar, pues era el que más próximo estaba, pero me negaba rotundamente a fallar a los que siempre habían estado para mí para beneficiar a la pareja maligna de mi madre.

—¡No lo pienso coger! —

Margot se dirigió hacia a mí, más enfurecida que antes. Alzó el brazo y enterró su mano en mi pelo de forma agresiva.

—No sé que demonios te pasa, hazme caso.

—Coge tú el dichoso collar si tanto lo quieres, yo... —Me zafé de su agarre— No lo quiero, ni quiero estar con vosotros. —Pasé la mano por mi cabello acomodando las partes ordenadas y sobando el cuero cabelludo ya que el agarre había sido algo doloroso.

—¿Y con quién quieres estar? ¿Con ellos? —Vymon señaló con la barbilla en dirección de Findriel y los demás.

Pero mi mirada fue directa a Wendy, estaba allí tirada en el suelo cansada, dolida y herida y ahora disgustada. Aquella imagen me traía tantos malos recuerdos.

Mi madre, antes de verse tan agresiva, borde y sobre todo, tan ciega por culpa del monstruo que tenía a pocos pasos de mí, era una mujer tan cariñosa y sociable que ya casi se estaba borrando el recuerdo de aquella Margot.

La mayoría de las noches, recuerdo cuando aún mis padres estaban casados. Mi madre se veía feliz, él lo estaba y yo lo estaba. Hasta que por culpa de un desliz por parte de mi padre, todo se fue a la mierda. Bueno... Bueno sí, todo se fue a la gran mierda.

Ambos después de aquello intentaron arreglar la relación, pero mi madre cada vez se volvía más insegura y estaba cada vez más pendiente de los movimientos de mi padre. Espiaba con quién salía, con quién hablaba, qué hacía, se volvió más perfeccionista con todo, así podría saber si mientras ella estaba fuera de casa si mi padre la engañaba al ver algún objeto fuera de lugar. Fue tanto la obsesión que mi padre decidió dejar la relación e irse, dejándonos a los dos solos.

Tiempo después, amigas de mi madre la convencieron de ir a terapia y (aunque suene mal) , fue lo peor que hizo, al menos ir justo al centro donde iba Vincent Wallace. Allí ambos se conocieron, poco tardaron en hacerse amigos y en un abrir y cerrar de ojos, estábamos los tres en Morbletalle. Yo con casi diez años, ella enamorada de él y sin haberse medicado y él preparado para hacer lo que quiere hacer a día de hoy. Sin importarle cuanto iba a hacer sufrir a mi madre haciendole pasar por situaciones peores que las que estaba pasando Wendoline.

—Quiero estar con...—Miré a Wendy.

Ella alzó su cabeza, hizo contacto visual conmigo que apenas duró segundos y después volvió a mirar a otro lado.

Quiero estar con ella.

El anciano comenzó a caminar hasta llegar a mí. Acercó su rostro al mío y comenzó a susurrar:

—¿Seguro que nos quieres dejar ahora? No tienes ni idea de lo que le puede ocurrir a tu querida madre. —Este echó una mirada en su dirección, a lo que ella le sonrió aun enfurecida.

—N-no quiero que le hagas nada.

—Pues ya sabes lo que tienes que hacer, hijo. ¿Te acuerdas de Amanda? Ella fue como tu madre, y por un valiente como tú, ya no vive para contar nada— Dio varias palmadas en mi hombro y se giró para soltar una carcajada. —Lo que tiene la adolescencia, se dicen tonterías. Pero ha recapacitado, el chico sigue siendo nuestro.

—Ethel, tú no perteneces a este bando.

Miré a Wendy al reconocer su voz. Se había levantado y estaba caminando hacia a mí, sin muchos preámbulos llevó su mano a mi mejilla y la acarició.

—Lo sabes, no hay nada que te ate a estar aquí.

En aquel momento fue cuando verdaderamente me empezaron a sudar las manos y me empecé a poner tan nervioso que si me diesen una pandereta, sonaría de una forma increíble.

—No...

Sin pensárselo dos veces, juntó sus labios con los míos en un beso que duró un par de segundos ya que alguien nos interrumpió bruscamente.

—Me retiene una cosa muy importante, lo siento Wendy.

—¿Acaso te crees que le vas a cambiar de parecer?—Rio Margot.

—Tiempo al tiempo, señora.

Esta se acercó a Wendy, la tomó por sus mejillas con una mano, clavando sus uñas y le gruñó para luego amenazarle con lo siguiente:

—No quieras saber lo que te podría pasar si te vuelves a acercar a mi hijo, niña asquerosa. Bastante que has hecho el numerito y has quedado como lo que eres, una payasa —La empujó de tal manera que su espalda golpeó contra el árbol.

Cerré los ojos y apreté los puños con rabia de no poder hacer nada, maldiciendo todo lo relacionado con el impresentable que estaba sonriendo mientras veía la escenita. Le divertía tanto el hecho de que su plan fuese como quería...

Pero no tiene en cuenta que todo puede dar la vuelta en cualquier momento, que al igual que él tiene su plan, los demás tenemos el nuestro y dentro de nada puede explotarle en la cara.

Desde el primer momento supe que al igual que Wendy puede ser el motivo por el que Vymon consiga la victoria, puede ser también su derrota. 

—Casi la cagas tío— Habló por lo bajito Caster.

—Cállate tía.

Uy se ha enfadado por que se ha quedado sin novia, que pena — Carcajeó.

—Lo que a ti te jode es que te haya rechazado, ¿No Caster?

Esta posó su mirada en Wendoline, la cual nos estaba mirando y acto seguido agarró mi barbilla y me susurró en el oído:

—Más quisieras.


Morbletalle ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora