Me subo al coche con el corazón desbocado. Mi padre me va comentando el partido pero yo solo soy capaz de escuchar mis latidos.
Durante el trayecto mi padre sigue en su monólogo, y parece cómodo en cuanto yo ni pregunte ni conteste nada, ya que así no interrumpo su análisis sobre el partido. Cuando llegamos al Café Morrison, otro coche aparca a nuestro lado. El chico de las animadoras es el que se baja por la puerta del conductor. Veo a través de las ventas de los coches cómo se baja ÉL y se toca el costado. Está dolorido y yo solo quiero que llegue la noche para poder verle en sueños y decirle que estoy muy preocupada por su salud.
Un golpe en el capó del coche me hace salir de mis pensamientos. Mi padre me llama:
— ¿Pero aún sigues en el coche? Venga, baja ya.
Entran los tres andando y comentando cosas del partido, el tema favorito de mi padre. Creo que él se siente un poco decepcionado de que ni Helen ni yo tengamos una faceta deportista y por eso ve a Nolan como el hijo que siempre quiso tener.
Casualmente la única mesa libre es LA mesa de aquel primer sueño en el que nos vimos. Estoy tremendamente nerviosa por las coincidencias y quiero saber si él lo está también, si él también ha tenido esos sueños o es algo de mi cabeza que simplemente está mal. Le miro de reojo mientras nos sentamos, él enfrente mía, los dos pegados a la ventana del local mientras mi padre y el animador quedan hacia el pasillo. Cojo la carta en cuanto me la tiende la camarera y escondo mi cara incandescente detrás de ella. Saco mi teléfono disimuladamente para que mi padre no me vea y me diga nada respecto a las faltas de respeto en la mesa y consigo enviarle a Ryan y Lily un mensaje de SOS escueto en el que les digo que en cuanto llegue casa, si no me muero de una subida de tensión, voy a necesitar una llamada a tres.
Intento fijarme en la carta para decidir qué cenar, pero no soy capaz de concentrarme porque me percato de que, como en mi sueño, nuestras rodillas se están rozando. Disimuladamente, miro al chico. Es que es él, el chico de mis sueño es él. Juega al baloncesto, se ha cambiado de instituto, es físicamente igual, su voz es igual, sus expresiones... Tiene que ser él, y yo solo quiero saber si él también soñó conmigo, si los sueños que he tenido también los ha tenido él, si no estoy mal mentalmente, digna de que me internen. Me quedé mirándolo mientras pensaba y de pronto, veo cómo se curvan sus espesas cejas por encima de la carta y su voz, tapada por la conversación de papá y el animador dice:
— ¿Ya has acabado de mirarme o me quieres desgastar?
Se me corta la respiración durante lo que me parece una eternidad. ¿Acaba de...? No, no creo que lo haya hecho.
Pero sí, y se reafirma bajando la carta y dejándome ver una sonrisa burlona. Entonces la conversación a nuestra izquierda cesa y noto la mirada de mi padre.
— ¿Pasa algo?— nos pregunta.
— Nada, solo le he preguntado a... ¿Mary era, no? Que qué va a tomar ella.
Casi se me abre la boca del asombro, le estaba mintiendo a mi padre en la cara.
— Ah, ¿y qué has decidido, cielo?
— Eh, esto... Aún no lo tengo claro.— contesto mirando a mi padre y luego miro con una falsa sonrisa al chico frente a mí.
Me escondo de nuevo tras la carta y mi padre y el animador vuelven a retomar su conversación. Sigo siendo incapaz de elegir nada, y justo cuando ya estoy empezando a entrarme de lo que tengo delante, noto cómo alguien me da en el pie. Miro por encima de la carta de nuevo y está él moviendo las cejas de arriba abajo. ¿Perdón?
No, definitivamente no es él. Él no es así, no es tan imbécil. No es un onvre, es un hombre. Hay diferencias, y este chico pertenece al primer grupo sin lugar a dudas. Se trataría de otra persona la de mi sueño. Pero, ¿cómo es que mi mente ha creado la persona ideal para mí con su físico? Es imposible si no lo he visto antes en mi vida. Esto sería digno de estudio.
De pronto ha vuelto la camarera y tengo que improvisar mi cena sobre la marcha.
— Un sándwich vegetal, por favor.— le digo, cierro mi carta y se la entrego. Acabo de perder mi única muralla visual ante el chico, ¿Nolan? Creo que era Nolan.
— ¿Y cómo te va en el instituto a ti, Cunningham? Me ha contado Rory como le va a él, ¿pero a ti qué tal?
El chico se mueve un poco en su asiento antes de colocar sus codos sobre la mesa y entrecruzar sus dedos.
— Pues aún no he ido a clase, debía cumplir una expulsión disciplinaria que me impusieron en el otro instituto. El lunes es mi primer día. Aunque sí se me permite participar en las extraescolares, por eso he podido jugar el partido hoy.
¿Expulsión disciplinaria? ¿De qué me suena eso?
— Ah, bueno. Entonces si necesitas algo, Mary te puede enseñar el instituto.
— Realmente.— interrumpí a mi padre.— De eso se encarga la presidenta de alumnos del consejo escolar: Jasmine Berry.
— Parece que la tal Berry no te cae muy bien.— apuntó el chico animador con una sonrisa.
— No es muy de mi agrado, pero es realmente buena en su trabajo, así que seguro que estarás bien.— dije lo último mirando hacia Nolan.
— Pero aún así si necesitas algo, seguro que te ayudará.— insistió mi padre y me vi en la obligación de asentir.
La conversación de la cena fue sobre un tema que sí controlaba y era el funcionamiento del West High.
— Yo también tengo asignaturas de ciencias.— me informó el jugador del baloncesto.
Sonreí falsamente. ¡Qué suerte la mía!
— ¿Y tú?— paso de el chico del baloncesto preguntándole a su amigo.
La cara de Nolan cambia completamente.
— Yo quiero hacer clásicas en la universidad, así que tengo asignaturas de humanidades.
— Qué interesante.— le digo.
— Y sin salidas reales.— apunta Nolan.
¿Está... Tratando... De humillar a su... Amigo? No mientras yo esté delante.
— Estudiar ciencias no te asegura un puesto de trabajo, lo único que lo hace es tu esfuerzo, dedicación y trabajo. No tiene nada que ver.— digo en un tono más seco de lo que yo misma esperaba.
Mi padre se me queda mirando con la boca abierta.
— Jamás desprestigies una rama del conocimiento delante mía.— le advierto, para así rizar el rizo de mi bordería.
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— No me puedo creer que hayas sido tan insolente con Cunningham. Es increíble. ¿Qué narices te ha pasado? Tú no eres así, Mary.— me riñe mi padre mientras volvemos a casa.
— Insolente ha sido él, ¿cómo puede hablar así del otro chico? Por mucha confianza que tengan, me parece una falta de respeto y un intento de humillación.
— Mary... Los chicos se tratan así entre ellos. Es el tipo de amistad que hay entre ellos, no eres nadie para opinar si no les conoces.
Nos quedamos callados un rato y ya cuando aparcamos en casa, antes de bajarnos, suspira antes de decirme:
— Por favor, Mary. Te lo pido como un favor personal. Ayuda a Nolan a integrarse. Estos últimos años lo ha estado pasando muy mal.
— Eso no le exculpa de ser un cretino.— digo y me bajo del coche, dejando a mí padre con la palabra en la boca.
Es la primera vez que le hablo así a mi padre, pero es que no pienso ser inflexible en esto. Esta vez no.
Cuando llego a mi habitación, marco corriendo a Ryan y a Lily. Me lo cogen al instante.
— Ya era hora, llevo de los nervios desde que mandaste el mensaje.— me informa Lily.
— Bueno, recapitulo para que Ryan sepa todo y te actualizo de lo nuevo.— les digo yo.
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En mis sueños
Teen FictionMary siempre ha sido una chica soñadora y optimista. Siempre le dicen que anda en la Luna. Pero Mary Lewis es una chica curiosa, siempre quiere saber qué se esconde detrás de cada sueño que tiene. Un día en uno de esos sueños, lo encuentra: el chico...