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POV Nolan

Esperar fuera de la consulta me parece eterno. A pesar de que me dije que era imprescindible olvidarme de ella porque ella ni siquiera me conoce y no quiere saber nada de mí, soy incapaz.

Por ejemplo está misma tarde, durante el almuerzo, su amiga castaña. La que está con Pierce... La ha traído a nuestra zona. A la mesa detrás mía. A pesar de que Rory la tapaba en mi campo de visión me las he ideado para estar mirándola. Parecía triste, desubicada, como si no le gustara estar allí pero le diera vergüenza levantarse. Siempre tan educada. La seguí sin que se percatara de mi presencia, teníamos clase juntos, como en casi todas las asignaturas. La observé entrar en el laboratorio de anatomía, sentarse, sacar su material, ponerse la bata y esperar con paciencia con las manos cruzadas sobre la mesa. Pero no aparecía nadie para sentarse con ella, el está de su amigo Ryan había entrado por detrás y se había sentado con otro chico, intentando que no le viera. El problema fue cuando al entrar yo, ya no había otro sitio libre en el aula que no fuera al lado suyo, tendría que ser su compañero de laboratorio hoy. El profesor me manda a coger asiento a su lado y eso la saca de sus pensamientos y se gira un poco asustada buscando a su amigo por el aula, hasta que da con él. En ese tiempo he llegado hasta ella y puedo ver cómo se rompe algo dentro de ella, sus ojos se cristalizan y unas lágrimas amenazan con bajar por su rostro.

— ¿Me permites?— le pregunté. No quería ser insensible pero el profesor me miraba estrictamente para que tomara asiento.

— Sí, disculpa.— me contestó y pasé a sentarme a su lado, junto a la ventana del laboratorio.

Mary se volvió a girar con disimulo y la oí respirar con fuerza, estaba luchando por no llorar y no montar un numerito, porque ese abandono por parte de su amigo, su mejor amigo si no recuerdaba mal, ese chico que es su amigo desde el jardín de infancia, le había dolido. Su respiración iba cada vez peor y me di cuenta de lo que le estaba pasando: estaba sufriendo un ataque de pánico, así que decidí llamar su atención para intentar calmarla. Recordé que yo he pasado por eso, estar en clase pasándolo mal, después de la muerte de mi madre. Podía ayudarla:

— Lewis, ¿estás bien?

Ella dio un respingo, parece que he conseguido sacarla del estado en el que estaba. Intentó hablarme pero vi que era incapaz y su respiración se volvís cada vez más inestable. Me vi en la obligación de actuar.

— Disculpe, profesor. Mary no puede respirar, la voy a llevar a la enfermería.— le informé. No esperé respuesta ni permiso, me levanté y cogiéndola por el brazo la dirigí hacia donde yo recordaba que estaba la enfermería.

Caminé en silencio, intentando recordar el camino hacia la enfermería. La tal Berry me lo explicó pero son muchas cosas que recordar y no estaba seguro de cuál era el camino correcto y no podía perder mucho el tiempo. De pronto, Mary se paró, flexionó sus rodillas y colocó sus manos en ellas. Esto iba a peor y debía llegar a la enfermería cuanto antes.

— Lewis, no, no. Mírame.— pero no lo hizo.— Mary estás teniendo un ataque de pánico, te pido por favor que te concentres en respirar.

Parecía intentarlo pero sin tener mucho éxito.

— Mary, voy a cogerte y a llevarte hasta la enfermería, ¿de acuerdo?— le avisé pero como con el profesor, no esperé respuesta y la cogí en brazos.

Empecé a correr con ella en brazos intentando recordar el camino que debía seguir:

— Derecha.— dijo de pronto con un hilo de voz.

Abrí la puerta de una patada y dejé a Mary sobre la camilla. La enfermera se acercó asustada y por el golpe en la puerta.

— Está teniendo un ataque de pánico y no puede respirar.— le informé.

— ¿Cómo sabes que es eso?— me preguntó la enfermera mientras la examinaba.

— Porque estoy familiarizado con ellos, señora, por favor, haga algo.— le supliqué.

— Vale, chico. Espera fuera.— dijo y me echó.

Llevan dentro 5 minutos y no sé qué narices está pasando, lo que sí sé es que recuerdo haber visto a ese atleta mirándole en el almuerzo. Y entonces sentí que no quería que le mirara él así, quería ser yo el que estuviera almorzando con ella. No quería que estuviera sola, no quería verla así. Y no podía ayudarla, ya no estábamos en mis sueños, ya no he vuelto a soñar con ella. En general, no he vuelto a soñar. Y la necesito y siento que me necesita...

Pero de momento yo solo quiero que esté bien, que pueda respirar y que no le haya pasado nada. Oigo unos pasos por el pasillo que me alertan.

— Cunningham.— es Lucas Lewis, su padre.— ¿Eres tú el que ha traído a Mary?

Me levanto y me estrecho la mano.

— Sí, señor. Éramos compañeros de laboratorio hoy. Creo que ha sufrido un ataque de pánico.

El señor Lewis se sorprende mucho, parece que es la primera vez que le pasa algo parecido a su hija.

— Voy a entrar a ver qué tal está. Vuelve a clase, muchacho.

— Pero...

— Ya te diré cómo está, vuelve a clase. Ya hiciste todo lo que pudiste, muchas gracias.— el señor Lewis me puso una mano en el hombro, señal de agradecimiento, y acto seguido abrió la puerta de la enfermería con un saludo de buenos días.

Me quedo unos segundos parado ahí, sintiéndome estúpido. Estoy fuera de esto. No estoy en la vida de esta familia, no me necesitan.

Cuando vuelvo a entrar en el aula la práctica ya a empezado y yo estoy sin compañera.

— Cunningham, ven aquí. Tú te quedas conmigo.

Genial, todo bien.

En mis sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora