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POV Nolan Cunnigham

"Quererte". En 8 simples letras me ha regalado algo tan grande que solo puedo decir que tiende a infinito. Una promesa, "aunque estés en otra galaxia, en la otra punta de todo lo conocido o lo desconocido, no dejaré de quererte". De solo pensar que yo le produzco a alguien un sentimiento así por mi me siento honrado. Quiero decirle que yo le quiero más, pero el sueño terminó allí y quedé como estúpido yo sólo en aquel montículo pensando que sin ella, ese sitio había pasado de estar lleno a estar más vacío que el espacio sideral.

Tras revisar la hora varias veces me convenzco de que no pasará nada así que llamo a Rory. La primera vez no me lo coge, la segunda y la tercera tampoco. No es hasta la cuarta que me responde una voz adormilada y ronca.

- Rory, necesito que empecemos a buscarla. La necesito conocer... es tan...buah y sabe tanto...Y somos tan diferentes... Hoy he vuelto a soñar con ella.

- Hmmm...- contestó él.- ¿Qué habéis hecho está noche? ¿Algo sucio?- pregunta riendo.

- ¡No!- exclamo antes de resumirle qué había soñado.

Cuando acabo escucho un ronquido. No puedo estar sucediéndome esto.

- Rory...- le llamo. Sin respuesta.- Rory.- le vuelvo a llamar un poco más fuerte.- ¡Rory, despierta!

- Nolan, tío relájate. Me has despertado... ¿No ibas a contarme tu sueño?

Quieri meter mi mano a través de mi teléfono móvil y darle un guantazo para que espabile de verdad. Así que procedo a contárselo de nuevo. Esta vez, sí se mantiene despierto.

- Vaya, chaval, te ha dado muy fuerte.- me dice él. Le escucho desperezarse sonoramente.- Me voy a tu casa después del entrenamiento, me das de comer como cobro y nos ponemos manos a la obra con el plan: encontrar a la chica de tus sueños.

- De acuerdo. Pero hoy cocino yo. Así que te va a tocar un sándwich.- le informo.

Soy un pésimo cocinero. No me gusta, además cocinar... Tampoco recoger o limpiar. Son tareas aburridas y pesadas que tienes que hacer por obligación. Mi amigo lo sabe.

- Abrazaré a Colton hasta que acepte hacerme una comida como debe ser.- me asegura.- A lo mejor me apiado de ti y le digo que haga de más.

Después de su entrenamiento y el mío, cuyos horarios sus compañeras han hecho coincidir, Rory me trae hasta casa y metemos mi bicicleta como podemos en su coche (secreto: la rueda delantera sale por la ventanilla izquierda trasera). Cuando llegamos, me encuentro a mi familia al completo gritando en el salón a pleno pulmón. La vecina de enfrente, una señora mayor cascarrabias, se asoma ante el escándalo. Empujo a Rory adento de mi casa y con una sonrisa falsa de disculpa cierro la puerta.

- ¿Qué ha pasado?- pregunto.

- ¡¡Papá ha aprobado las oposiciones!!- me gritan los mellizos.

Me uno al coro de ellos dando saltos en el centro del pequeño salón mientras Rory nos mira sin parar de reír. Después de casi un año en el paro y sobreviviendo a base de mi corto sueldo en la panadería Lewis, empezamos a ver la luz al final del túnel.

Cuando acaban las celebraciones, mi padre decide invitarnos a todos a comer fuera. Rory me mira feliz hasta que se percata de que nuestra misión secreta se ha ido a la mierda.

Después de comer y pasar la tarde de forma divertida con familia más allegados (Rory), por fin llegamos a casa. Los mellizos siguen demasiado emocionados y yo solo quiero ir a mi habitación a investigar. A encontrarla.

- Tío, tu familia me ha dejado hecho polvo.- me comenta.- Hablando de polvo, voy a llamar a Eliza.- Y eso hizo tumbado en mi cama.

Estuvieron hablando un rato, Rory intenta encandilarla para que ella deje que él se escabulla en su cama esta noche. Finalmente, no lo consigue.

- Genial, te puedes quedar a dormir y así investigar toda la noche.- le digo mientras enciendo el ordenador de sobremesa.

- No es genial para mí.- se queja antes de salir a buscar una silla para él.

Buscamos por redes sociales gente de las ciudades más grandes de Hawai. Sin éxito. Buscamos más tarde por las más pequeñas, para así ir cerrando el círculo de la investigación (o así lo llamó Rory). Cuando quiero darme cuenta, se ha quedado dormido, con la cabeza hacia atrás y la boca abierta. La lengua se le sale por el lado. Asqueroso. Le saco una foto, estas fotos siempre son útiles en un futuro. Yo sigo investigando, pero la ley de protección de datos no me deja ver más. Poco a poco, y casi sin dame cuenta, me quedo dormido sobre el teclado del ordenador.

Andrea

En mis sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora