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POV Nolan Cunnigham

La semana se me hizo muy corta, el viernes llega antes de lo que yo había deseado. Cuando salgo del entrenamiento me dirijo directamente a casa para ducharme antes de ir a West High.

Cuando llego Aaron está viendo la televisión espatarrado en el sofá y Colton está en la cocina. Es muy aficionado a la cocina, le gusta cocinar. Me sentiría muy orgulloso si de mayor fuese un gran chef, así todos podrán probar su maravillosa comida. Papá está de guardia esta noche, así que no tenemos toque de queda. Me doy una ducha rápida y pronto estoy abajo. Por suerte mi padre ha dejado el coche y se ha ido con algún compañero. Llevo tiempo sin conducir, me había sacado el carnet el año anterior, soy el único de mi clase que tengo carnet, porque claro, soy el único que tengo 16 años, porque soy el único que ha repetido curso. Mis hermanos se pelean por el sitio de copiloto, hasta que Colton acaba cediendo, siempre acaba él cediendo.

El West High está más lejos de casa, así que tardamos un tiempo en llegar. El aparcamiento está abarrotado así que tenemos que aparcar en una de las calles adyacentes del vecindario. Aaron y Colton están asombrados con la pista de atletismo. Damos una vuelta rápida entre todos los puestos mientras yo rezo porque ningún chico de las Águilas me reconozca. Hay de todo, algodón de azúcar, pistola de balillas, encestar aros, el juego de la maza, el de las canastas... En East High no hacemos feria, pero estaría muy bien hacerla, parece divertido y los alumnos se implican. Cuando llegamos a la última veo a Lucas Lewis con su hija Helen. Lucas está hablando con una señora e internamente le deseo suerte. Me acerco a Helen a pesar de que mis hermanos no quieren.

— Hola.— dice ella cuando nos ve, y se queda mirando a mis hermanos, los muy maleducados ni siquiera saludan.

— Hola, Helen.— le digo yo.— Hacía mucho tiempo que no nos veíamos. ¿Está tu padre aquí?- le pregunto a pesar de que sé que está hablando con una señora.

El señor Lewis se percata de mi presencia y se disculpa con una tal Martha antes de acercarse a nosotros.

— Hola, señor Lewis.— le digo con una sonrisa. Él parece feliz de verme allí.

— Hola, Cunnigham.— me responde intentando que me sienta incómodo, como siempre, pero no lo hace.— Al final has venido.— parece impresionado.— Mary está algo ocupada, pero estoy seguro de que estará dispuesta a enseñarte el Instituto.— me comenta y siento que es una excusa, así que me apresuro a contestarle.

— No se preocupe, voy a buscar a Andrews. Este es su trabajo, no el suyo.— miro a mis hermanos, que sigue al lado de Helen sin dirigirle la palabra.— Os veo en una hora y media en el puesto de gofres.— les digo y desaparezco en busca del entreandor/director Andrews.

Lo encuentro con los chicos de baloncesto del West High, en el puesto de lanzamiento, qué raro, pienso irónicamente. Me acerco sin tapujos y con la idea de ser muy directo.

— Hola, señor Andrews.— digo al tocar su hombro.

Él se gira y me mira impresionado. Pero antes de que abra la boca, hablo yo.

— He venido a ver las instalaciones, quizás eso me acerque a este instituto, quizás me aleje. ¿Es tan amable de...?

— Por supuesto.— me interrumpe.— ¡Pierce, ven aquí!

El susodicho aparece. Es el típico chico que aparece en las comedias románticas que tanto les gustan a la gente. Me saluda dándome la mano.

— Pierce, dale una vuelta a Cunnigham. Con suerte, lo convences para que se una a las Águilas.— le indica.

El tal Pierce comienza a andar hacia el edificio, a la puerta trasera. Cuando entramos vislumbro la cancha de baloncesto, está en mejor estado que la nuestra, y mucho más limpia. Las gradas mejor cuidadas.

En mis sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora