Capítulo Nueve: Lucius y los Mortífagos. (Segunda Parte)

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Voldemort se detuvo en el centro de su círculo de mortífagos y se rió.

- Y yo sé por qué - replicó -. Has venido a por él - y señaló hacia Draco.

- Sí - dijo Harry.

- Él no se lo merece, Harry Potter - dijo Voldemort -. ¿Qué crees que ha estado haciendo durante toda la mañana, mientras tú estabas ocupado rescatando a tu compañero canino? Nos ha estado contando todo. Desde que destruí ese hechizo que os unía a los dos, y que debo descubrir cómo estaba hecho, porque era de lo más ingenioso, ha estado cantando una canción bastante interesante.

- ¡No me lo creo! - le interrumpió Hermione - ¡Estás mintiendo! ¡Podrías haber descubierto todo eso sin que Draco te dijera todo eso!

Voldemort volvió su venenosa mirada hacia ella.

- Debes haber disfrutado mucho tu pequeño encuentro en el armario con el señor Malfoy - contestó - para defenderle tan ciegamente.

El color desapareció del rostro de Hermione. Draco intentó que le mirara, pero ella no quiso.

- Entonces... entonces es que le torturaste - dijo la chica, aunque con un tono más lleno de incertidumbre.

- No puedo imaginar por qué podría querer torturarle a cambio de la información de que pasó una sórdida media hora dentro de un armario con una chica estúpida - dijo el Señor Tenebroso -. No. Él me lo contó por propia voluntad. Me lo contó todo.

Hermione no respondió nada, pero unas lágrimas habían empezando a deslizarse por su rostro.

- En cualquier caso, eso importa poco - dijo Voldemort, girándose hacia Harry -. Yo tengo todas las cartas y tú no tienes ninguna. Me costaría imaginar que fueras tan irremediablemente estúpido como para venir aquí pensando que podrías luchar conmigo. Aunque conocí a tu padre, chico... y eso es justo lo que él hubiera hecho. Más estúpidos que valientes, vosotros dos.

Harry alzó su varita.

- Tengo esto - contestó -. No te atreverás a luchar contra mí mientras tenga esto.

- No - accedió Voldemort antes de chasquear los dedos: unas cuerdas aparecieron de la nada y rodearon con fuerza a Harry, atando su brazo armado contra su cuerpo. Voldemort caminó hacia él, cogió la varita de su mano y la tiró al suelo -. Y ahora ya no lo tienes - se enderezó y miró pensativamente hacia Sirius y Hermione -. Podría matar a tus amigos - dijo suavemente al oído de Harry -, pero será mucho más divertido que lo hagas tú.

Harry no dijo nada; únicamente miró al Señor Tenebroso con odio.

Voldemort chasqueó los dedos de nuevo y el brazo Lacertus voló de las manos de Lucius aterrizando en la suya propia, extendida. A pesar de estar tan delgado, el Señor Tenebroso era muy fuerte: manejó el Lacertus con una sola mano como si se tratara de un bate de béisbol, antes de agarrar el brazo de Harry (el que no estaba pegado a su cuerpo - y le pasó el brazo Lacertus hasta el antebrazo, como si no fuera nada más que un guante enorme.

Harry chilló. Las cuerdas que le ataban cayeron a un lado, y el chico cayó al suelo, sin gritar más pero retorciéndose como si el brazo fuera de hierro candente y le estuviera quemando. Draco pudo ver que el metal se retorcía como si se estuviera derritiendo, uniéndose a la propia carne de Harry y esparciendo hilos de metal blanco por su brazo.

Draco colocó su propia mano sobre su brazo, comprendiendo su dolor. No sabía que lo estaba haciendo, pero lo hizo igual.

Finalmente Harry se sentó. E incluso los mortífagos contuvieron el aliento. El brazo de Harry se había convertido en una cosa de metal y de cuchillos y de fea muerte. El color plata del brazo Lacertus se había extendido lo suficiente por su cuerpo como para cubrir la parte izquierda de su pecho. Había una especie de halo de luz negra a su alrededor; un anti-halo, brillante y oscuro. Su piel brillaba blanca bajo su luz negativa; sus ojos refulgían como esmeraldas. Parecía inhumano.

The Draco Trilogy: Draco Dormiens - Cassandra Clare  (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora