Conociendo a Draco Malfoy

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Harry escuchó la risa de Draco retumbando por la casa y se acercó al baño para ver. Estaba empapado, bañando a Scorpius en un fuentón flotante y montones de burbujas emergían por todos lados. El bebé ya estaba más grande, aún no comía pero ya casi podía mantenerse sentado y si lo ponían boca abajo comenzaba a reptar como una especie de oruga frenética.

_El hechizo me salió mal._ le dijo Draco conteniendo la risa. En sus brazos, una bola de espuma hacía ruiditos. Harry se acercó y pudo ver la carita del bebé enmarcada un colchón de burbujas. El mago se arremangó y agarró un cuenco que había en una de las repisas.

_Si quieres le saco la espuma con un poco de agua mientras tú lo sostienes. _ Draco asintió. Harry comenzó a tirarle agua suavemente develando el cuerpito pequeño pero gordito del bebé. Scorpius aleteaba sus patitas y chapoteaba el agua.

_Está sonriendo. Le debe hacer cosquillas._ Draco brillaba de la alegría y Harry siguió volcando el agua. Entonces se escuchó una pequeña carcajada. Los dos magos se miraron. Era la primera vez que reía de esa forma.

Draco comenzó a reír acompañando a su hijo y Harry continúo echando el agua complacido. Cuando terminó de enjuagarlo los tres estaban de buen humor y sonrientes. Scorpius iba cubierto de una toalla enorme y solo se podía ver su carita. Harry se acercó a éste quien comenzó a hacer ruiditos emocionados.

_Si, es Harry, ven vamos a cambiarnos_ Draco le dijo y se fueron dejándolo solo en el baño. Harry ocupó su nuevo talento en hechizos de limpieza del hogar y dejó el baño reluciente. Harry estaba atónito. ¿Así era tener una familia? No era como tener un amigo o preocuparse por el otro, era amor, puro y genuino. Era mirarse reflejado en esos ojitos que lo reconocían y saber que haría todo lo necesario para que ese bebé estuviera bien. Harry estaba más decidido que nunca. Convencería a Draco que él era el mejor partido que podría pedir.

Esa noche mientras cenaban la comida que Harry se había esmerado por cocinar, decidió investigar un poco más en los gustos del rubio.

_Oye Draco. ¿Qué cosas hacías de pequeño?_ Draco comía con sus modales impecables mientras tenía al bebé aferrado a su cuerpo alimentándose.

_Bueno, dependería de lo que llamaras pequeño, si era antes de entrar a Hogwarts te diría que montaba a caballo, estudiaba, pintaba, tenía lecciones de piano... mmm... lecciones de etiqueta. Ya sabes, esas cosas que te obligan a hacer cuando tienes tiempo._ Draco siguió comiendo.

_¿Alguna de ellas te gustaba?_

_Supongo que el piano. No era muy bueno en eso, pero el profesor era paciente, no tan estricto_

Compraría un piano. Lo llevaría a un concierto de piano. Mierda estudiaría piano él mismo si era necesario.

_Noté que apenas te mudaste compraste muchas pociones para el cuidado del cuerpo... ¿Hay alguna que crees que debería usar yo?_ Draco se ruborizó, siempre lo habían molestado en Hogwarts por la cantidad de pociones, lociones y cremas que usaba para el cuidado personal, ni hablar del tiempo que tardaba en el baño todas las mañanas.

_Erhm. No sé, quizás tienes la piel un poco seca, te podría prestar una crema con esencia de rosas._ Draco miraba a su hijo beber y beber. Era mejor que sostenerle la mirada a Harry.

_¿Tienes un libro preferido?_

_No lo sé Potter... sólo leí en la escuela. Ya no recuerdo los libros que leí._

_¿Hay algo que te hubiera gustado hacer pero nunca hiciste?_

Draco lo miró incrédulo. Scorpius soltó el pecho y lo miró también. Unas cuentas gotas de leche se deslizaron y Harry tragó duro para pensar en otra cosa... Investigar. Si. Eso.

LecheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora