Capítulo 3

372 36 50
                                    


Aunque el día amaneció hermoso, el ambiente en casa es algo tenso. Jean Paul es más distante. No sé si tenga que ver con lo de la mano o el beso. De lo que sé es que las cosas ya no serán como antes. Una parte de mí quería olvidar todo, pero me di cuenta que eso es lo que menos quiero. Sé que cuando un agente de VILE falla se le borra la memoria. No puedo imaginarme una vida sin saber de Jean Paul.

Tarde o temprano VILE nos haría algo a nosotros. Puede que Jean Paul no lo vea, pero yo sé que para VILE solo somos simples peones en su juego. Tenía que arriesgarme y decidí confesarle mis sentimientos.

Fui hacia él y le confesé mis sentimientos. Hubo un momento de silencio para que finalmente me respondiera con un sí. Al parecer él sentía lo mismo por mí desde que estudiábamos en la academia. Es curioso porque yo empecé a sentir algo por él desde la primera vez que lo vi.

Recuerdo la primera vez que lo vi. Lo que llamó mi atención de él fue su físico. Jean Paul era algo frío, pero fue abierto conmigo. Él era de robos de altura, mientras que yo de robos bajo tierra, claramente éramos polos opuestos. Aun así, podíamos hablar de lo mucho que nos encantaba la naturaleza, pues los otros agentes solo hablaban de joyas, mientras que nosotros dos hablamos de lo bien que se siente tener la naturaleza tocando tu piel.

Volviendo al presente, tome la mano de Jean Paul quien se sonroja. Besó sus labios y él se deja llevar. Sus manos acarician mi pecho lo que me excita. Ambos nos percatamos de la situación. Yo quiero retroceder por la vergüenza, pero Jean Paul no suelta mi mano.

—No quiero echarla a perder— le dije.

—Oye, sí en las películas funciona, ¿Por qué no funcionaría? — dice Jean Paul algo nervioso.

—¿Pensé que te molestaba ese tipo de escena?

—Sí, pero tú y yo si nos conocemos desde hace mucho, así que no es lo mismo— me responde besándome en los labios— Creo que hay que intentarlo.

Ambos nos vamos a mi cama. Yo aún me siento incomodo por lo que él me consuela besándome en los labios. Estábamos sentado, pero luego yo me acuesto dejando que Jean Paul este encima de mí. Comencé a pensar que tal vez yo sería el pasivo. Yo no quería ser el pasivo, pero no sabía cómo decírselo.

Toda mi vida había sido educada con la idea de que el hombre siempre era el dominante, por lo que el ser pasivo no estaba en mis planes, aunque supongo que en los de Jean Paul tampoco. Estaba confundido, no sabía como responder.

Perdido en mis pensamientos, me di cuenta que Jean Paul no iba tan lejos. Él solo estaba acostado encima de mí, sus piernas se cruzaban con las mías, como si su cuerpo indicara que lo domara. Siguiendo mi instinto cambie posiciones. Ahora él estaba debajo.

No sabía como iba reaccionar él, pero para mi sorpresa reaccionó bien. Jean Paul se abrió de piernas permitiéndome besarlo mejor. Comenzamos a desnudarnos. Jean Paul pareció aterrado por mi cuerpo.

—¿Qué sucede? — pregunté algo asustado.

—Nada, es solo que no sabía que la tenías tan grande— responde algo sonrojado.

Yo me sonroje ante ese comentario, no sabía si sentirme orgulloso o avergonzado de mi cuerpo. Sabía que debía continuar, intenté meterla, pero él se tapaba el rostro mostrando expresiones de dolor. Viendo su sufrimiento retrocedí y le pedí disculpas.

—No, tú continua, como es mi primera vez mi cuerpo no esta acostumbrado— me dijo algo avergonzado— Por favor, solo continua.

Yo acepte continuar, él se abre de piernas, pero sabía que él aún no estaba listo. No tenía nada que me ayudara en esta situación. Decidí ponerlo en cuatro patas y meter mis dedos en su agujero para así prepararlo. Por suerte me gusta excavar, por lo que mis dedos ya están acostumbrados a trabajar en lugares estrechos.

Intenté meterlo, pero aún estaba estrecho, le dije que continuaría cuando estuviera listo. Una vez que se relajo pude dar inicio con el acto. Yo comencé a empujar haciéndolo gemir. Pude ver como sus manos se aferraban a la sabana. Él es un escalador, por lo que no es sorpresa que sus manos buscaran aferrarse con fuerza.

No me sentía cómodo en esa posición, yo quería verle la cara por lo que cambie de posición para tenerlo de frente. Yo sigo empujando, puedo ver como ahora sus pies se aferran a las sabanas, lo mismo sucede con sus manos. Una parte de mí no quería verlo así por lo que subí sus piernas sobre mis hombros y me agaché más para que pudiera abrazarme.

Él gemía de dolor y placer, sentía como sus uñas rasguñaban mi piel. Yo lo besé en los labios para luego besarle el cuello. En un momento sentí duro adentro por lo que me detuve unos segundos. Le acaricie el cuerpo permitiéndole relajarse y nuevamente continuar.

Jean Paul comenzaba a gritar palabras en francés. Yo no entendía nada de lo que decía, pero no me importo. Le dije lo mucho que lo amaba, esas palabras le sorprendieron y me beso apasionadamente.

Llegué al clímax dando por terminado el acto. Ambos nos acostamos en la cama muy agotados. Jean Paul estaba adolorido, pero él sabía que debía soportarlo. Yo le pedí disculpas a lo que él solo me abraza diciéndome que lo hice bien.

—Para ser tú primera vez no lo hiciste nada mal— me dijo Jean Paul con una sonrisa.

—Gracias a ti, por haberme dado esa oportunidad— le dije dándole un beso en los labios— Sabes Jean Paul, por un momento pensé que querías ser el de arriba.

—¿Por qué pensaste eso? — me preguntó algo confundido. Yo no sabía que responderle, él frunció el ceño— Supongo que lo dedujiste por mi altura.

—Bueno, en parte sí fue pro la altura— le dije algo apenado— Por lo común el dominante debe ser más alto. Además, pensé que te negarías a ser el pasivo.

—Nunca me he visto como el dominante— dice Jean Paul. Él intenta moverse, pero siente un dolor en la espalda lo que me da risa— Lo bueno es que VILE no esta en operaciones, de lo contrario no podría ir a misiones luego de lo sucedido aquí.

— Lo sé, será mejor que descanses.

—Oye Antonio, ¿Qué te gusta de mí? — me preguntó— Debe haber algo de mi cuerpo que te llamé más la atención.

—Pues, sería tu trasero— respondí todo sonrojado. Él no dice nada— Siempre te veía el trasero.

—¿Lo veías cada vez que escalaba? — me preguntó.

—Sí, supongo que con esas vistas ya me imaginaba domándote— le respondí rascándome la nariz de la vergüenza.

Jean Paul me golpea la frente con un dedo para luego recargarse sobre mi pecho y descansar. Es medio día, pero debido a lo sucedido, es normal que este agotado. Él cae profundamente dormido. Yo no me atrevo a moverme para no despertarlo. 

Romance secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora