Capítulo 9

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Me despierto sin Jean Paul a mi lado, pienso que ha de estar cocinando por lo que me levanto para ir a ver al bebé. Intentó ir a la habitación del bebé, pero descubro que no está. ¿Acaso fue solo un sueño? Voy con Jean Paul y le preguntó sobre el bebé, pero él me mira algo confundido.

—¿Qué bebé? — me pregunta.

Parece que todo fue un sueño, por lo que le digo que soñé que teníamos un hijo. Él se ríe de aquel sueño.

—Menos mal que fue solo un sueño— me dijo para luego tomar su café.

—¿Por qué dices eso?

—Porque odio a los niños— su respuesta me dejo sorprendido.

—¿¡Odias los niños!?

—Son molestosos. Solo hacen travesuras y buscan fastidiar a la gente. Sin mencionar que los adultos terminamos limpiando su desorden— me da una larga explicación— Menos mal que nosotros no podemos tener hijos.

—Sí, tienes razón— respondí algo deprimido— Pero en caso de que pudiéramos tener, ¿No te gustaría tener un hijo?

—¿Por qué querría un hijo? ¿Acaso olvidaste que somos ladrones? No tenemos tiempo para criar a un mocoso.

Sus palabras me dolieron. Es cierto, debo aceptar la triste realidad, pero haber tenido ese sueño fue hermoso. Una vida sin VILE y con mi propia familia fue algo que disfrute mucho tener. Decidí no desayunar e irme a dormir para tratar de tener ese sueño otra vez, pero no funcionaba.

No podía seguir mi día pensando en ese hermoso sueño. Jean Paul comenzaba a preocuparse por mí, pero yo solo lo evitaba. Los días transcurren y sigo sin volver a tener ese sueño. Si tan solo pudiera soñar otra vez con mi hijo, quiero verlo otra vez.

—Antonio, tenemos que hablar— dijo Jean Paul parado frente a mí.

Yo me encuentro en la cama por lo que me siento para hablar cómodamente.

—Has estado muy raro estos días. Solo piensas en dormir. ¿Qué sucede? — me preguntó Jean Paul cruzado de brazos— Si es sobre tener un bebé tal vez podríamos adoptar un gato.

—¿Por qué un gato? — pregunte algo confundido.

—Pues, así aprenderíamos a cuidarlo, además, un gato no hace tanto desorden— me responde algo sonrojado.

—Yo prefiero un perro.

—¿Debes estar bromeando? Hasta en eso tampoco podemos estar de acuerdo— señala Jean Paul muy indignado.

—Tienes razón, no podemos estar de acuerdo en nada.

—¿Por qué de repente agarraste un estado pesimista? — me pregunta Jean Paul. Intenta tocarme el hombro, pero yo lo alejo— Tan solo intento ayudarte. Haz estado así por una semana.

—¿Ya ha pasado una semana? — le preguntó.

—Claro que ha pasado una semana. ¿Por qué te comportas así? — pregunta algo enfadado.

—¡Porque quiero soñar con nuestro bebé! — le respondí con ira. Al ver su cara de sorpresa le pedí perdón y traté de calmarme.

—¿Tanto deseas tener un bebé? — pregunta Jean Paul rascándose un brazo.

—Creo que solo quiero vivir una vida feliz contigo— expresé algo apenado— Cuando dijiste eso de los niños, me sentí como idiota. ¿Por qué pensé que podríamos formar una familia?

Me tapo la cara por vergüenza. Jean Paul me toma de las manos para luego sonreírme y besarme en los labios.

—¿Qué te parece si fingimos hacer uno?

—¿De que hablas? — le pregunte algo confundido.

—Podemos tener sexo fingiendo que estamos concibiendo un hijo— responde Jean Paul— Tal vez no tengamos un hijo, pero al menos podemos expresarnos nuestro amor.

Por alguna razón entendí lo que trataba de decirme. Él comienza a desvestirse logrando excitarme. Ambos comenzamos a hacer el amor. Algo faltaba por lo que le pido que diga unas cuantas palabras durante el acto.

—¿Puedes decir: "Hazme un hijo"?

—¿¡Que dices!? — exclama Jean Paul.

—Por favor. Al menos di "Hazme un hijo" o "Quiero tener un bebé"— le suplique con una cara tierna.

—No voy a decir esas cosas— me dijo algo enfadado lo que me deprime.

—Bueno, entonces mejor le suspendemos— le digo intentando alejarme lo que lo hace cambiar de opinión.

—No te vayas. De acuerdo, lo diré.

Jean Paul dice esas palabras sonrojado y muy apenado. Yo me pongo feliz de escucharlo decir eso y continúo empujando. Él gime, pero trata de seguir diciendo esas palabras. Yo me detengo por un rato para acariciarle la cara y verlo a los ojos.

—Sabes Jean Paul, en mi sueño, nuestro hijo era igual a mí, pero tenía tus hermosos ojos.

Decirle eso lo sonrojo aún más y me abrazo para susurrarme que quisiera también conocerlo. Seguimos haciendo al amor, pero ahora Jean Paul si lo decía con pasión como si en verdad quisiera tener uno. Una vez que acabamos, nos acostamos uno al lado del otro para descansar. Jean Paul me abraza preguntándome más por nuestro hijo. Al platicarle recordé algo provocando que me levanté de golpe.

—¿Pasa algo? — pregunta Jean Paul.

—Lo había olvidado. En mi sueño tú me dijiste que concebimos al bebé cuando lo hicimos en un sofá— le dije todo avergonzado por no haberlo recordado. Él se mostraba decepcionado— Vayamos al sofá, tal vez se sienta diferente— Intento ponerme de pie, pero Jean Paul me toma de la mano.

—Creo que eso mejor lo intentamos otro día— me dice Jean Paul.

Aunque le daba pena decirlo, pude notar que aún le dolía su cuerpo. Tal vez no me lo diga con palabras, pero su cuerpo lo delata. Yo lo entiendo y lo dejo descansar. Otro día lo haremos.

Romance secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora