Escrito en las estrellas (CoryoxLucy)

35. Lucky Flickerman

CAPÍTULO 35: LUCKY FLICKERMAN

POV LUCY

−Bienvenida de nuevo, Lucy Gray. Me complace verla tan sana, a más de un mes de los juegos.

−Oh, Lucky. También me alegro de verte, a ti y a todos.

−Debo decirlo, cuando te vi entrar con tu mentor, mi corazón se detuvo. Tremendo cambio de imagen has tenido.

Me río.

−Espero que sea un halago.

−Por supuesto, creo que todos estarán de acuerdo en mi pensamiento, sobre lo bella que luces y eres.

−Gracias. Tú también luces muy apuesto. ¿Hueles a rosas?

Debió usar algún perfume porque el aroma se siente desde donde estoy sentada a dos metros de distancia

−Es posible. ¿Cómo lo supiste?

−Me he acostumbrado a esa fragancia por los Snow. El invernadero de su tejado está lleno de rosas, es reconfortante, para ser sincera. Mi madre amaba las rosas también, solía bañarme en ellas desde que era apenas una bebé. Me trae buenos recuerdos.

−Supongo que eso hará que te sientas más cómoda conmigo. En realidad, quería ir a juego con ustedes de alguna forma, que mejor que usando un perfume.

−Buena elección, Lucky –le dedico una sonrisa−. ¿No has probado bañándote con rosas? El resultado es casi igual de bueno.

−Lo hubiera hecho, pero soy un hombre muy ocupado, como verás. ¿Lo has hecho recientemente? No creo que recuerdes eso de tu niñez.

−En realidad, ese fue el recibimiento que me dio Coriolanus en su casa, luego de salir del hospital. Pensó que me sentiría bien y aclararía mis pensamientos luego de mi paso por la arena. Él dijo que yo olía a rosas durante la hora de la cena. Fue tierno.

−Eso confirma que su mentor tiene un costado romántico que todos desconocíamos. Yo suelo prepararle baños especiales a mi esposa en fechas importantes y cuando está tensionada, siempre me lo agradece.

−¿Qué puedo decir? A las mujeres nos enamoran los detalles y las muestras de afecto –contesto.

−No lo dudo.

Él lanza chistes y bromas y yo le sigo el juego hasta que empezamos a entrar en confianza y empieza a preguntarme cosas más profundas.

−¿Y cómo llevas tu estadía en el Capitolio?

−No me puedo quejar, todos me han tratado maravillosamente bien. Me sorprendió lo cálida que es la gente conmigo, porque no esperaba tener este impacto en ustedes. Donde sea que vayamos con Coriolanus nos reciben los regalos, palabras de agradecimiento y abrazos. Un día fuimos a una cafetería restaurante y como invitación de la casa, nos sirvieron una cantidad de comida impresionante que tuvimos que llevar a la mansión y compartir con su familia durante esa noche y el desayuno del día siguiente. Agradezco enormemente el apoyo y hospitalidad de los ciudadanos del Capitolio. Como dijo mi mentor, no estaría aquí si no fuera por lo mucho que confiaron en mí y nos ayudaron.

−Somos nosotros los agradecidos, Lucy Gray. Nos devolviste la alegría, al contagiarnos con la tuya. No sé si estabas enterada, pero inspiraste a muchas personas; músicos que habían dejado de tocar desde la guerra; niños y niñas que quieren seguir tus pasos y les están insistiendo a sus padres que los lleven a clases de canto; y otros niños que simplemente desean conocerte y cantan tus canciones a diario. Nos llegan miles de mansajes y comentarios al día con anécdotas relacionadas contigo. Créeme cuando te digo, que has sido como una bendición para nosotros, un agradable aire fresco que deja un aroma dulce a su paso.