Capítulo XXI

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La última expedición de Sofia.

No debes prometer que volverás —Erwin le había enseñado cuando era solo una novata—. Nunca prometas algo que no depende de ti.

Pero ella no le había prometido a Levi volver. Sofia simplemente destacaba el hecho de que llevaba encontrándose con Levi una y otra vez desde que ella tenía solo 15 años. ¿Verdad?

Descansaban en un sótano abandonado durante la primera parte del día ya que se movían por la noche para evitar el número abundante de titanes, aunque no había más que un par por esa zona en específico. Todo lo que quedaba del trayecto había sido un infierno.

Ya tenían los recursos que buscaban, por lo que llegarían a casa al amanecer del siguiente día. A pesar de las pérdidas en esa expedición (Sofia era la única Capitana viva), que habían sido más de las esperadas, todo termino siendo un éxito. Al menos era un éxito hasta ese punto.

— Es una pena que Petra tuviera que quedarse —la voz de Felix, el subordinado de Sofia, la saco de sus pensamientos—. Norman actúa de manera más varonil cuando ella está aquí.

— ¿Enserio? —Sofia se acercó al larguiducho muchacho que se veía ligeramente sonrojado—. ¿Acaso quieres impresionarla?

Dita, que era quien hacia guardia en ese momento junto a un par de soldados más, asomo su cabeza por el compartimiento que daba al exterior. Era un tipo de chimeneas por las que se podían asomar sin llamar la atención.

— ¿No lo había notado, Capitana?

— ¡Cállate! —soltó Norman, lanzándole un maní a Dita y ganándose una sonrisa de vuelta.

Nunca dejaba de sorprender a Sofia que, incluso en aquel infierno en el que vivían, existían espacios para crear lazos más allá de la supervivencia. A pesar de los años que llevaba junto a Levi, aun se sorprendía pensando en cuanto lo amaba.

— ¿Planeas invitarla a salir? —preguntó Sofia empujando ligeramente a Norman con el codo.

— Eh... yo... —su pálida piel se tornó roja, lo que hizo a sus compañeros reír y llamando la atención de los demás.

Casi toda la Legión los consideraba locos por ser capaces de tener conversaciones casuales mientras mataban titanes.

— Nuestra Petra está interesada en Auruo —dijo Felix, sentándose al lado de Sofia—, ese idiota del escuadrón de su esposo, Capitana.

— ¿El que imita al Capitán Levi? —Dita volvió a asomarse para preguntar.

— Ese mismo —algo de enojo se deslizo por el tono de Norman.

Sofia lo conocía, sin embargo, se comportaba de manera tan ridícula que no podía asociarla con su Levi... aunque creía que él le mencionó que le molestaba la actitud del soldado. La risa de Felix interrumpió sus pensamientos.

— ¿No le gustará el enano gruñón? —mientras hablaba, Felix comenzó a jugar con sus dedos—. Ya sabes, si le interesa el imbécil de Auruo, también debe interesarle la fuente de su comportamiento.

— ¡No le digas enano gruñón! —lo reprendió Sofia—. Es más alto que yo.

— ¿Eso es lo que le molesta del comentario, Capitana? —preguntó Norman, ligeramente confundido.

Los celos no estaban en la mente de Sofia, y tampoco encajaban con su relación, pero no podía decir que no le pusiera nerviosa que Levi se interesara en otra persona que no fuera ella. Aun así, estaba completamente segura de que Levi le diría si en algún punto se interesaba en alguien más, por lo que no le molestaba que a Petra le interesara su "esposo", como le decían a Levi su escuadrón.

Al pensar en ello, se puso roja como tomate.

— Espere —Felix intervino, viéndose culpable—. ¿Si le molesta? Si es así, lo lamento Capitana. Nunca quise que se molestara, no realmente. Me autoflagelare al llegar a casa como castigo por mi imprudencia...

— ¡No! —Sofia conocía a su escuadrón como a la palma de su mano, y sabía muy bien que Felix era tan excéntrico que cumpliría su palabra—. Es solo... creo que el enano gruñón me propuso matrimonio.

Su voz había sido casi un susurro, por lo que solo su escuadrón pudo escucharla.

— ¡Dita! —gritó Norman, esperando que el soldado asome su cabeza—. ¡Ganaste la apuesta!

— ¿Cuál? —preguntó con su usual tono jovial—. ¿La de la carne robada?

— La de la Capitana, idiota —esta vez fue Felix quien le lanzó un maní a Dita —. No menciones lo demás.

— ¡Sus raciones extras son mías, idiotas! —festejó el soldado antes de regresar a su puesto.

— ¿Qué apuesta? —preguntó Sofia mientras sonreía divertida.

— Dita dijo que se tardaría un mes más —aclaró Norman—. Yo le di tres meses y Felix no creyó que lo haría. Dita se aproximó más, así que él gana.

Sofia comenzó a reír bajito al verlos. Al parecer su escuadrón sabía más de su relación que ella misma.

— Yo no lo creía posible —confesó después de un rato.

— Esta desquiciado por usted, Capitana —aseguró Norman—. Estamos seguros de que, si usted le pidiera saltar de los Muros sin equipo, él lo haría.

— ¿Nunca vio la manera en la que nos mira cuando hablamos con usted?

— ¿O al Comandante Erwin?

— Una vez lo vi mirar de esa manera a Hange.

Sofia encontraba algo de Nick y Caro, esos amigos que ya no estaban, en cada uno de los soldados de su escuadrón. Poco a poco, con el tiempo, ellos eran su pequeña familia. Una pequeña familia de la que estaba a cargo.

Cuando llegó el momento de salir, casi al final de la tarde, un mal presentimiento se instaló en el pecho de Sofia. Durante la partida, no podía quitarse la sensación de que debía regresar lo más pronto posible a casa, lo que no era exactamente inusual durante una expedición, pero el sentimiento se sentía más urgente.

Atravesaban el bosque de los Árboles Gigantes cuando una serie de gritos ahogados resonaban a la distancia.

Norman fue el primero en desviarse y salir disparado hacia la origen al sonido. Sofia y Felix salieron detrás de él, no sin antes dejar a cargo a Dita de llevar a los soldados y los recursos a los Muros.

— Voy a matarlo —gritaba Sofia a medida que aceleraban. Incluso Felix estaba visiblemente nervioso en ese momento, pues todos sus instintos les gritaban que dejen a su compañero ir solo, pero sencillamente no podían.

Cabalgaron durante casi dos minutos cuando encontraron a Norman en la boca de un titán. Tal vez Sofia habría podido moverse si no estuvieran cuatro titanes alrededor del que tenía a Norman, en perfecta formación y sin moverse. Las bocas de un par de los titanes estaban llenas de sangre. O, aún peor, un hombre rubio y de lentes mirando en su dirección.

Un hombre exactamente igual a Grisha Jaeger, aunque visiblemente más joven.

— Atrápenlos.

Sofia se quedó congelada al ver que los titanes obedecían, por lo que perdió un segundo valioso y uno de los titanes logró tomarle el brazo y romperlo con extrema facilidad. Aguantó el terrible grito que estuvo a punto de soltar.

Felix, por su parte, esquivó a los titanes y logro acabar con uno de ellos antes de tratar de salvarla. Sofia quería gritar que se fuera, pero la impresión de ver uno de sus huesos y la pérdida de sangre estaba haciendo que perdiera de a poco los nervios, si es que no los había perdido ya.

Fue en ese preciso momento que otro titán, uno con una gran caja en la espalda apareció al lado de aquel hombre, quien no dejaba de observar a Sofia con algo de intensidad, como si estuviera interesado en ella.

— Esa me reconoció —todo estaba borroso para Sofia, pero la voz de aquel hombre aun resultaba clara. Felix aún se movía y al parecer acabó con otro de los titanes antes de que a él también lo atraparán. Los caballos huyeron del lugar hasta eso—. Nos los llevaremos. Será bueno saber que pasa dentro de los Muros hasta que se complete la misión.

Alas de la LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora