Capítulo VIII

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El día de la expedición llego demasiado pronto como solía hacerlo y, como siempre, el miedo y ansia se instalaron en el corazón de Sofia. De aquella expedición dependía el futuro de la Legión, aunque, a decir verdad, cada vez recibían menos apoyo.

Esta vez será diferente –pensó Sofia mientras se dirigía a la oficina de Erwin–. Esta vez aplicaremos la formación de mi Capitán.

Erwin le había encargado ocuparse de varios papeles y de enviar muchos otros, por lo que simplemente debía entregar su último reporte de actividades y tenía el día y la noche libres para prepararse para la expedición.

          - Sofia –la saludó Erwin con algo de nerviosismo y emoción en su voz–. ¿Hiciste todo lo que te pedí?

          - Claro que sí, Capitán –Sofia le dedico una sonrisa para darle ánimo–. Si sabe que todo saldrá bien, ¿verdad?

          - Si, como siempre suele salir para la Legión –respondió Erwin después de soltar un bufido, aunque le devolvió la sonrisa a su subordinada.

          - Erwin –le dijo Sofia mientras se adelantaba y tocaba el hombro de su capitán–, debemos seguir intentándolo por lo que no están. Eso me enseñaste. Y gracias a ti, iremos un poco más allá.

Su capitán soltó un suspiro y sacudió ligeramente la cabeza.

          - Ya no eres una recluta asustada.

         - Claro que lo soy –respondió Sofia mientras le hacia el saludo militar–. Es solo que comprendí lo que significa entregar tu corazón. Aún nos queda mucho por delante, Capitán.

Erwin la observo con una media sonrisa con un brillo orgulloso en sus ojos que le recordaba a como su padre solía verla de pequeña. Le escribía cartas cada mes, al igual que le mandaba dinero, pero su padre muy pocas veces respondía. La decepcionaba, sí, pero no dolía y Erwin era esa figura a la que admiraba desde que lo conoció aquella vez que visito el Cuartel de Frost mientras Sofia entrenaba.

          - Tienes razón enana –le dijo mientras la despeinaba ligeramente. Sofia era poco más de 30 centímetros más baja que Erwin, por lo que sus amigos la llamaban así –, así que deja de estorbarme y vete a disfrutar tu tarde, pero ¡no robes más té! Shadis comienza a sospechar del escuadrón y está más que dispuesto a castigar a cualquiera.

Sofia hizo una mueca y se fue del estudio de Erwin, recordando los terribles cabezazos del Comandante de la Legión.

Como parte de la iniciación a la Legión, Shadis solía... sacarles la mierda a los reclutas, así no se cagaban ahí afuera. Gritos, insultos, castigos y cabezazos. Mientras Sofia iba a buscar a Nick, recordó su iniciación.

Carolina, Nick y Sofia tenían 15 años, recién graduados, y con la ilusión de que ellos harían la diferencia en la Legión. Creían que ellos eran especiales. Carolina fue la que más aguantó, pero terminó en el suelo luego de recibir un cabezazo al igual que Sofia. Nick lo evitó, pero sí que recibió gritos que hicieron que tuviera pesadillas.

Un pequeño recordatorio de que no eran especiales fue suficiente para hacer que sobrevivieran a su primera expedición, además del intenso entrenamiento, lo que hizo que cualquier rastro de rencor que podrían haberle guardado a su Comandante fuera reemplazado con un profundo respeto y agradecimiento.

Lamentablemente, los hematomas de las frentes de Caro y Sof no desaparecieron tan rápidamente.

Sofia creía sinceramente que el primero en resistir los cabezazos de Shadis era Levi. Con su inusual entrada a la Legión, los reclutas no habían recibido la bienvenida usual, así que Flagon y Nick habían pedido que Shadis se encargara de aquello para que se integraran completamente a su escuadrón un par de semanas después de que Sofia le regalara aquellas hojas de té a Levi.

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