13. Sacrificio

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Junmyeon respiraba lentamente, su vista nublándose y su corazón sintiéndose cada vez más pesado. Sus piernas temblorosas querían llegar a Sehun y perdirle que le llevara con él. No sabía qué iba a pasarle pero tenía un mal presentimiento, parecía como si alguien le dijera "Corre, Junmyeon, huye antes de que sea muy tarde".

Inhaló hondamente y exhaló despacio tratando de normalizar su respiración. Se había ido. Su primer amor estaba fuera de Gahm, estaba a salvo.

Cuidadosamente se dio la vuelta enfrentando a su padre, este parecía asqueado, tenía su ceja alzada y la mueca en sus labios reflejaba el disgusto que sentía.

—Vaya escenita, mi hijo siendo un maricón —Dijo Gahm, regresando a su asiento. Junmyeon ignoró su comentario, su corazón y su mente aún seguían con Sehun.

—¿Qué vas a hacer, padre? —Preguntó, su voz débil a penas se escuchaba en la oficina, los hombres que aún seguían presentes, le miraron intensamente.

—Quién hubiera pensado que el pequeño Sehun se iba a convertir en lo que es ahora, todo un mafioso importante, se parece a su padre —Gahm claramente planeaba ignorarle, entonces, Junmyeon recordó algo.

—Sehun... yo ya lo conocía, ¿verdad?

—Claro que sí, crecieron juntos, los tres eran inseparables. Todos hubieran crecido bien si tan solo se hubieran quedado en Gahm.

Junmyeon se rió, una carcajada fuerte y sin emoción se escuchó haciendo fruncir el ceño a los presentes.

—¿Hubieran crecido bien, padre? —La voz de Junmyeon reflejaba rabia, poco a poco se iba acercando al escritorio que le separaba de su progenitor— ¿Yo crecí bien? No me hagas reír, aquí todos son infelices —Terminó dando un manotazo en la mesa con sus ojos fijos en su padre, Gahm le devolvía la mirada, frívolo y tenaz.

—Me decepcionas, Junmyeon, te cuidé todo este tiempo impartiéndote valores, llevando a Dios a tu corazón ¿y me pagas de esta manera? —En ese momento Gahm se levantó e indicó a sus hombres que sostuvieran a Junmyeon— Llévenselo.

Junmyeon no puso resistencia, estaba demasiado cansado para eso, no sabía a dónde le llevaban pero ya no le importaba, ya nada tenía sentido si no estaba con Sehun.

Fue arrastrado por los pasillos, ya empezaba a anochecer y no habían personas al rededor, seguramente todos se encontraban en misa.
Estaba en Gahm, nada parecía diferente, aún así todo se sentía extraño, claro, el telón había caído y Junmyeon al fin se había dado cuenta de la mentira en la que vivía.

Llegaron a una iglesia en la cual solo se entraba para cumplir los castigos, en eso momento no había nadie más que ellos, con rudeza empezaron a bajar a las catacumbas que se encontraban detrás del altar. El lugar era oscuro, más de una vez Junmyeon tropezó en las escaleras a punto de caerse mientras bajaba pero era sostenido por los hombres que le llevaban. A mitad del camino, un grito desgarrador se hizo escuchar, Junmyeon se asustó y detuvo sus pasos.

—¿Qué fue eso? —Logró preguntar a pesar de la ansiedad que amenazaba por regresar.

Escuchó a los hombres reírse y su inquietud aumentó.

—Una sorpresa.

Sin más, siguieron jalándolo hasta que llegaron a la Trena. No era la primera vez que Junmyeon estaba allí, sin embargo, en esta ocasión había un ambiente distinto. Los gritos no paraban de escucharse y las alarmas de Junmyeon se habían activado exigiéndole que escapara.

La tenue luz a penas iluminaba la jaula en la que le encerraron, los barrotes de hierro le impedían salir así que solamente cerró los ojos y se sentó en el suelo abrazando sus piernas para poder darse un poco de calor.

Checkmate [SeHo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora