𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 𝟐

TWENTY FIVE

━━━━━━━━━━━━━━━━━
Eunsan ; Vanilla Sky.
━━━━━━━━━━━━━━━━━

Dongmin podía sentir que flotaba de solo percibir aquel aroma tan dulce y delicioso proveniente de la casa de su vecino, volviendo su cielo azul, un cielo de vainilla. El aroma tan embriagante erizaba cada bello de su piel y lograba que su corazón latiera a niveles inimaginables. Salió de su trance tras sentir que aquel cielo de vainilla que tanto le gustaba, desaparecía. Eso solo significaba una cosa, su vecino tenía una cita y por ello se llevaba aquel delicioso aroma consigo, lejos de él.

Odiaba aquello, saber que debía dejarlo irse por su falta de valor a decirle que saliera con él. Deseaba hacerlo feliz, deseaba que su cielo de vainilla continuara por siempre. Las nubes se tornaron de un tono amarillento, dejándole saber que el atardecer estaba comenzando. Dudoso salió a esperar a su amado, con la excusa de que regaría su jardín. Se había vuelto solo un observador, uno de esos que sueñan despiertos con lo que les gutaría poseer o lograr, pero no tenía las agallas para cambiar su posición.

Se maldijo, se maldijo muchas veces. Ser un cobarde solo te lleva a pelear contigo mismo frente a un espejo y tener debates mentales que te dejan con cara de idiota frente a quienes conoces. En el caso de Jungkook era normal verlo con esa cara, así era, su cara siempre se veía como si tuviera debates mentales pero en realidad era común. Pero él no era así, eso hacía más obvia su triste realidad y lo patetico que se veía. Las maldiciones volaban de un lado a otro mientras trataba de usar objetos como descarga de su ira y ejemplificar su situación. Como por qué sus tulipanes tenían que estar tan lejos de las rosas, merecían una oportunidad de estar junto a la más hermosa flor del jardín. Mientras que las bobas orquideas ahí estaban, creyendose mejores y no valoraban lo que tenían a su lado.

— Estúpidas orquideas. — Bufó, estando de cuclillas frente a aquellas flores.

— ¿Por qué son estúpidas?

— Porque se creen la gran cosa, acaparando el jardín. No deberían estar junto a las rosas que son tan perfectas, los tulipanes merecen una oportunidad pero tienen miedo de ser rechazados y terminar por marchitarse. — Se quejó. Hasta que cayó en cuenta de que no tenía ni la más palida idea de con quién estaba hablando. Olfateó el delicioso aroma a vainilla que volvía su cielo distinto y volteó. Ahí estaba él, Yoon Sanha, su vecino.

— Yo creo que las rosas se sienten oprimidas por las orquideas. Los tulipanes deberían hacer algún movimiento que les de seguridad de que a su lado ambos podrán mostrar lo mejor de sí. — Dongmin guardó silencio, las palabras estaban atoradas en su garganta cono si tuviera un nudo que no les permitía fluir. — Bueno... Mejor me voy a casa.

Los nervios y el enfado consigo mismo, estaban molestando más de lo usual. Por fin tenía cerca a aquel lindo chico de mejillas rosadas ¿Y no decía nada? Quizá debía hacer el movimiento, debía perder su temor. Con torpeza y millones de sentimientos oprimidos en su pecho, tomó la mano del menor.

— Quedate... Quiero pasar la noche contigo. Osea, no en un mal sentido... Solo quiero... Quiero... — Sanha se sentó a su lado.

— Yo también quiero estar contigo. — Dongmin sonrió.

— Eres mi cielo de vainilla.