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Eunsan ; Lovesick boys.

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Sanha no podía evitarlo, no es que no quisiera hacerlo, pero simplemente no podía. Sabía que siempre sería lo mismo porque, por alguna razón, él parecía haber nacido para estar solo. Había intentando de todo para ya no pensar en el amor, sin embargo no servía de nada esforzarse, siempre volvía a caer ante la más mínima tentación.

Hacía unos días había acabado su más reciente relación con un joven llamado Seungmin. Él era tierno, pero tenía problemas de celos, Sanha no podía ni siquiera estar cerca de sus amigos. Decidió que esa relación no estaba sacando lo mejor de ambos y debían acabarla cuanto antes. Las cosas no terminaron bien, a Seungmin no le gustó para nada la idea de romper y más porque pensaba que la razón había sido que Sanha lo engañaba, solo esa explicación existía en su cabeza, pero Sanha lo dejó pensar aquello.

Si, después de veinticinco rupturas, estaba convencido que el amor no era para él. Pero ¿por qué seguía buscándolo? Se sintió miserable por un momento ¿Jamás hallaría a alguien especial para él? ¿Jamás tendría ese amor que tanto deseaba? ¿Acaso estaba... enfermo de amor? Parecía estarlo, era un chico enfermo de amor, no podía estar sin el a pesar de que claramente no había nacido para amar y ser amado.

Se dejó caer en una banca, esa mañana el sol era tan fuerte que lograba saturar su mente. Se sentía perdido ¿Quién era él si no amaba a alguien? ¿Tan enfermo estaba? Bufó y soltó algunos insultos entre dientes ¡Detestaba su vida! Era como si el amor y él tuvieran el mismo tipo de carga y se repelieran por ello. Aunque en ese momento, su negatividad era más grande que su felicidad al amar.

La banca se movió un poco, no estaba solo. Volteó y vió a un joven pelinegro, sentado a su lado, tachando algo en una libreta color café. Parecía frustrado; enojado; llegaba a pensar que rompería la hoja que esaba garabateando con aquel bolígrafo. No quería ser chismoso, pero a la vez si, necesitaba saber que le pasaba a aquel apuesto chico. Carraspeó un poco y el joven se detuvo, volteando su rostro hacia él con lentitud.

¿Acaso estás mal de la garganta o solo quieres molestar? — Bufó el joven.

Es que... la pobre hoja ya no daba más. — El contrario observó su hoja y agachó su cabeza por completo. — ¿Estás bien?

— Soy un chico enfermo de amor. — Soltó, dejando salir pequeños sollozos.

Sanha abrió sus ojos de par en par, pensando que al fin alguien podría comprenderlo sin duda alguna. No quería sonreir, si lo hacía podría malinterpretarse, pero estaba feliz de conocer a alguien como él.

Yo también. — Soltó, sonriendo apenas.

¿Crees que... nacimos para estar solos? — Sanha asintió. — Entonces ¿por qué seguimos buscando el amor?

Sanha lo observó y sonrió. — Uno más uno es dos, y dos pueden ser chicos enfermos de amor, juntos.

Y allá iba otra vez. Pero esta vez las cosas serían distintas. Cuando estás enfermo puedes convivir sin problema con quien también lo está, porque estarán en la misma sintonía. Del mismo modo, si ambos estaban enfermos de amor, el amarse entre ellos no sería problema porque se entenderían como otros no podrían hacerlo. La enfermedad tenía cura.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 𝟐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora