TWENTY SEVEN

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Eunsan ; Gone.
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Ocho de la mañana, realmente Dongmin odiaba las mañanas luego de que aquel lindo castaño se alejara de él sin razón aparente y ya no pudiera verlo despertar junto a él. Había intentado contactarlo, pero el número siempre daba fuera de servicio. Al principio pensó que quizá su teléfono estaba fallando, pero no hay más ciego que el que no quiere ver la realidad y esa era que el menor cambió de número para no atenderlo. Irónico, le entregó todo de sí y ahora el contrario no quería involucrarse para nada con él.

Quiso ser el indicado para él, pero al parecer para el menor estaba más que claro que lo suyo ya no existía, habían dejado de ser un "nosotros". No podía culparlo si llevaba tiempo perdido en la relación, fueron meses en los que Dongmin trató de reavivar el cariño con la esperanza de mantenerse unido al castaño, pero no funcionó. Aún no comprendía por qué tuvo que ilusionarlo y luego dejarlo, desecharlo, solo fue un juguete que usó por un tiempo. Y ahora él pagaba el precio de mantener esa relación, porque era él quien lloraba amargamente por lo que perdió. Yoon Sanha tomó su amor y lo dejó ciego, no le permitió ver el error que estaba cometiendo el día en el que su noviazgo comenzó.

Era una historia triste, pero real, no era una película en la que si todo sale mal llega alguien más y te ayuda a olvidar lo malo que viviste. No señor, Dongmin no podía olvidar, sin importar cuantos pretendientes tuviera, esa historia de amor fallido seguía amargando su corazón y destrozandolo. No podía sacar ese dolor que llevaba dentro, lo sentía tan vivaz como el día en que Sanha se fue. Pero se peeguntaba una y otra vez, ¿Sanha no sentía dolor por estar lejos suyo? No lo sabía, de hecho, quizá nunca lo sabría. Lo que si sabía, es que ahora el menor fingía ser algo que no era, llevando una relación con una chica y dolía verlo con alguien más. Maldecía mil veces a ambos por lograr destruirlo un poco más cada día.

Sanha estaba muerto e ido, porque aunque tenía derecho a hacer su vida, no era él realmente. Y todo su amor, se había ido también, se había ido con Sanha. Ahora había tomado sus maletas para marcharse de aquella casa que alguna vez fue su hogar, realmente ya no se sentía como uno. No podía sentir nada, no podía entregar de nuevo su corazón porque ya no llevaba nada dentro del mismo. Se sentía usado, porque es lo que Sanha hizo con él, usarlo hasta ya no necesitarlo o al menos eso fingía sentir. Pero a pesar de todo, no quería vivir sin el menor, no podía, lo hacía porque no le quedaba otra opción.

Así que ¿te vas? Vaya, era enserio lo que dijo Wonyoung, solo sabes escapar de los problemas. — Sanha estaba fuera de su casa, de brazos cruzados.

Ya no queda nada en esta casa que pueda hacerme feliz. No se llama huir de los problemas, se llama aceptar la realidad. Tú deberías saber mejor que nadie lo que es eso, ¿no? — Sintió sus piernas flaquear, estaba dolido, deshecho.

Podemos ser amigos con derechos, no hacía falta que desearas formalizarlo. Solo lo hice porque me presionaste. — Aquellas palabras fueron como estacas en el corazón del mayor. Sanha realmente lo había usado y ahora quería volver a hacerlo.

Por tu culpa siento este dolor en mi corazón. ¿Acaso tú no sientes nada? — La voz de Dongmin se quebró. — Me ilusionaste, me usaste y luego me dejaste, me desechaste como basura. Pero ahora, sin importar lo mucho que te ame, no me quedaré aquí para darte en el gusto de dañarme. Todo mi amor se fue, ahora estás muerto e ido.

El peli-negro tomó sus maletas y se alejó, su corazón se hizo polvo una vez, no iba a dejar que sucediera de nuevo con lo que aún estaba reconstruyendo. Pero Sanha se sintió idiota, uno no sabe lo que tiene, hasta que lo pierde. Y el ahora realmente estaba ido. Y todo el amor que creía no sentir, se fue, se fue con Dongmin.








































Gone - Rosé

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 𝟐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora