TWENTY SIX

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Eunsan ; Picasso.
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Sanha, después de cinco años desechando lienzos y lienzos, por fin sentía que las pinceladas que daba tenían sentido, una dirección. Hacía tiempo que no dibujaba tan bien, tan pulcramente, tan perfectamente. Y es que jamás se aburriría de contemplar la hermosa sonrisa de aquel joven caballero que solía pararse frente al castillo, custodiando la puerta de entrada.

A veces pensaba que era irreal, una mentira. Aquel pequeño pueblo atrasado para la época, no era precisamente su estilo, pero con tal de pintar aquella hermosa sonrisa y esos rasgos tan suaves y definidos, aplazaría su mudanza por siglos. Lo consideraba Picasso, porque aquel hombre fue quien despertó su amor por el bello arte visual, sin embargo quien reavivó la llama de su pasión, fue aquel peli-negro tan apuesto y de brillante armadura.

Esa mañana por primera vez se adentraría en el castaillo, pues el rey Moon había solicitado sus servicios para hacer un retrato de su querido hijo, Bin. La arrogancia y egocentrismo con el que el rey se refería a los habitantes, era molesta hasta el punto de asquearlo, pero dinero era dinero y reconocimiento era reconocimiento. Cruzó la puerta de entrada al jardín principal, en el cual se había colado varias veces para contemplar a aquel bello caballero. Ahora se dirigía hacia él, quien por razones que Sanha desconocía pero agradecía, sería su guía en el recorrido por el castillo para decidir que ambiente sería mejor para su trabajo. Y creanle, tardaría más de lo normal en decidir cual sería.

Señor Yoon. — El mayor hizo una reverencia, la cual él imitó. — El rey aguarda por usted. Pero primero, daremos un pequeño recorrido por el palacio. — La voz del peli-negro si que era melodiosa, perfecta.

Se adentraron en el castillo, el cual estaba repleto de cuadros de la familia real. Bien hechos, muy precisos... Pero pra Sanha eran algo soporíferos, no tenían ese toque que hace a un cuadro, especial. Sus ojos trataban de buscar el ambiente perfecto para llevar a cabo la razón por la cual estaba allí, pero el simple hecho de tener a aquel joven frente a él, hacía que su poca concentración se esfumara.

Debería encerrarlo por acosar a un guardia del palacio. — Habló el mayor, luego de un rato de silencio.

¿E-Eh? — Respuesta poco elocuente, ni siquiera era lengüisticamente una respuesta, pero aquella pregunta lo había tomado por sorpresa.

Su estatura no es mínima, supongo que está totalmente consciente de ello. Como también me gustaría pensar que está al tanto de que los arbustos por los cuales se escabulle, no son tan altos y yo no soy ciego. — Si, eso podía ser cierto, pero no consideraba un delito el contemplar una obra de arte que por alguna razón incoherente, no estaba en un museo.

No creo que deba ser encerrado por observar. No es acoso, es una simple busqueda de un numen, el cual es específicamente usted. — Sincero, pero no del todo. Nadie en ese pueblo atrasado y de mente cerrada a lo diferente, entendería su enamoramiento por aquel apuesto caballero.

¿Soy su musa? Siempre soñé con ser un caballero, pero no pensé que este oficio me llevara a ser la inspiración de un artista. — El mayor rió. Esa sonrisa, capaz de iluminar galaxias, jamás se aburriría de ella. — Siempre supe que usted era diferente, todos lo dicen. Pero... Aquí lo diferente es malquisto, y yo no lo soy solo por mantener mis sentimientos y mi persona dentro de este trozo de ojalata, encerrados.

— El cerrar su corazón solo hará que usted mismo no se acepte por completo. La gente aquí ve todo lo nuevo como malquisto, si vivieramos por su comento, entonces nuestra vida sería rígida y matutina. Y si es así, ¿qué nos diferenciaría el uno del otro? — Aún no comprendía con totalidad a que se refería el peli-negro con que él era incomprendido, pero esperaba que sus sentimientos no fueran aplastados.

¿Cree que si mis sentimientos hacia usted se han vuelto románticos a simple vista, sea algo desagradable ante sus ojos? — Sanha sintió sus mejillas arder.

La honestidad nunca está de más, y le confesaré que los míos hacia usted si que lo son. Por tanto, volviendo a su hipótesis, para mi sería un alivio a mi pobre corazón en desánimo. — El contrario rió, pero fue más un resoplido.

La noche es larga, y mi turno acaba en cuanto la campana suene por última vez, dando el toque de queda. Si está dispuesto a romper las reglas por este trozo de carne y hueso, nos veremos en el bosque. — Afirmó el mayor.

Es osado de su parte invitarme a una velada, cuando aún no me ha revelado su nombre. — Sintió curiosidad.

Dongmin, pero si usted prefiere llamarme Picasso como tiene por costumbre, está bien para mi.

— Picasso era un buen pintor, pero ni siquiera su más bella obra de arte se compara a usted.













































Picasso - Kingdom

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 𝟐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora