Capitulo VII

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Este nuevo símbolo de su unión terminó por opacar aquel otro anillo maldito, quería quedarse para siempre en la ciudad fantasma con San Lang pero comenzaba a preguntarse qué podía estar pasando en el mundo humano.

Hua Cheng no tardó en percatarse de su preocupación, por lo que quiso saber el motivo.

— Quiero ir al mundo humano, hay tantas plegarias de la gente que debo cumplir, me prometí que ayudaría a la gente pase lo que pase San Lang — dijo esperando que Hua Cheng entendiera su motivo, él había sacrificado tanto en su objetivo, estar con San Lang era como un sueño, pero simplemente no se podía quedar por siempre en la mansión paraíso.

— Acompañaré a Gege entonces — dijo Hua Cheng en un tono comprensivo.

— San Lang, pero tienes tantas responsabilidades aquí en el reino fantasma, no quisiera interferir en tu labor.

— No pasa nada, acompañar a Gege sería un gran honor, lo demás puede esperar.

—No está bien que dejes de lado tus responsabilidades, no debes preocuparte, estaré bien, si algo sucede me comunicaré de inmediato, además... San Lang me ha dado suficiente energía espiritual para cualquier inconveniente — dijo tomando sus manos.

Hua Cheng no se pudo negar cuando su sirviente llego para anunciar algo de gran importancia al parecer, decidió confiar en Xie Lian y dejarlo ir, esperando que volviera pronto.

Xie Lian regresó al santuario Puji y de inmediato limpió y se preparó para hacer su trabajo. Realmente la luna de miel con Hua Cheng le había dado una perspectiva incluso más positiva que antes. Deseaba que su templo se volviera próspero, pensaba remodelarlo poco a poco y algún día recibir a Hua Cheng con tanta dignidad como él lo hacía en la mansión Paraíso.

Además, entre sus conversaciones Hua Cheng le había dicho que el santuario era su hogar. Realmente quería darle un lugar apropiado como sorpresa, ahora que estaban casados y se habían unido en todas las formas posibles, quería darle esa sorpresa.

A su llegada se encontró con Lang Yin que había recibido las ofrendas y se había encargado de cuidar el santuario. Ese niño había llegado un día, lo había conocido en el caso de la novia fantasma.

Lang Yin lo ayudó diligentemente con todo por varios días, pero se rehusaba a tomar un baño, no quería quitarse las vendas, pero las manchas de tierra y sudor en ellas eran demasiado. Al ser un niño pequeño no tenía mucha fuerza, así Xie Lian lo atrapó y obligó a entrar en la tina con él. El niño parecía muy apenado y supo por qué cuando retiró las vendas y vio el rostro de Hua Cheng en una versión más pequeña y adorable.

—Lo siento, Gege, no podía dejarlo solo —Xie Lian no pudo evitar pellizcarle las mejillas.

Se rió pensando que Hua Cheng había estado todo el tiempo con él preparando el santuario y se conmovió.

—No me molesta, estoy muy feliz de poder verte así.

—Tomé esta forma, pero no me gusta, debo ser mayor para protegerte.

—A mí me gusta —Xie Lian lo acercó a su mejilla y la apretó contra su rostro —Me encantaría un niño como tú.

Hua Cheng se sorprendió y poco a poco se transformó en su forma original haciendo el espacio en la tina completamente apretado.

—Podría si tuviéramos un hijo... —lo dejó al aire dudando.

—Sí —Xie Lian aceptó de inmediato viendo el cambio en Hua Cheng hasta transformarse en el que reconocía como su esposo.

Lluvia Sangrienta que Poliniza una FlorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora