Capitulo II

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El emperador pese a marcar su cuerpo como símbolo de su compromiso, no se había quedado simplemente con esa muestra, sino que había pedido construir un palacio para el con todo tipo de lujos, que él no se sentía merecedor, era un tanto apabullante, que prefería escabullirse por cualquier nimiedad al mundo humano a limpiar un poco el santuario Puji y escuchar las plegarias de los aldeanos.

Cuando estaba en el santuario no podía dejar de pensar en las cosas que hacían tan acogedor el lugar, que lejos de tener lujos y oro en las paredes, ahora tenía una nueva puerta que San Lang había hecho para él, sin contar la hermosa pintura que decoraba la pared, se perdía entre las hermosas pinceladas y el delicado detalle que le hacía pensar que realmente había puesto demasiado empeño en esta obra.

Todos le hablaban de que posiblemente San Lang era alguien peligroso y de cuidado, sobre todo Nang Feng y Fu Yao quienes parecían muy enérgicos en sus advertencias.

"Alguien con su estatus debe cuidarse, no debe involucrarse con ese tipo de criatura, es algo malvado puedo sentirlo" le habían dicho, pero para él era extrañamente fascinante.

Después de una semana fue convocado y no pudo negarse. Aunque el emperador dijera que ahora eran iguales, siendo un oficial celestial o su prometido le era imposible desatender sus órdenes.

En la reunión se pidió que alguien se encargara de un rescate. Al parecer alguien estaba atrapado en la Ciudad fantasma. Nadie quería ir realmente, sabían que ese territorio era de Hua Cheng y nadie quería provocarlo, aunque fingieran que no les interesaba la misión o tenían ya suficientes méritos.

—Yo lo haré.

Tal como esperaba Jun Wu, Xie Lian se ofreció. Sabía que un joven con aura de maldad había acompañado a su prometido en la última aventura y quería evitar que se volvieran cercanos mostrándole lo terrible que eran los fantasmas en realidad. En cuanto viera el estado en que tenían a ese pobre y desesperado oficial celestial que había mandado una señal de ayuda a los cielos, Xie Lian volvería a sus brazos.

—Yo también voy.

Shi QingXuan se apresuró a ofrecerse. Estaba determinado a volverse amigo de Xie Lian. Por un momento no reconoció que era la Señora del viento en su forma masculina.

Xie Lian encontraba muy agradable al ahora señor del viento, ciertamente era alguien muy alegre y expresivo, no podía estar más que complacido que aceptar su propuesta de amistad.

La ciudad fantasma era un lugar muy peculiar, el señor del viento no dejaba de hablarle sobre los peligros de tal lugar mientras avanzaban por las calles llena de locales y tiendas de lo más exóticas, veía algunos fantasmas reunidos alrededor de un puesto, se preguntaba que debían estar vendiendo allí, pero se llevó una sorpresa al ver que había pies y manos sobresaliendo en una especie de estofado por el cual muchos estaban ansiosos.

—No te alejes así, mira que si nos descubren podríamos terminar en una olla como esa — dijo el señor del viento — Si tienes hambre vamos a aquel lugar, allí parece que venden comida humana — señaló un establecimiento del otro lado de la calle.

Xie Lian le siguió, el señor del viento realmente parecía muy confiado en lo que hacía.

— ¿Ha venido antes aquí? — le preguntó.

— C —claro que no, solo he escuchado historias y siempre me ha dado curiosidad este lugar, me he informado muy bien antes de venir aquí, además si estamos aquí no está mal probar algo comestible, llevarme una buena experiencia de aquí, después de todo cuando mi hermano se entere seguro me estará vigilando — dijo esto último entre risas.

Xie Lian entendió que el señor del viento estaba algo curioso por este lugar, así como él, quizás no podrían desentrañar todos sus misterios, pero lo que pudiera aprender de este lugar tan peculiar sería algo de conocimiento valioso para él.

Entraron al lugar y resultaba ser una taberna o más bien una casa de apuestas, había mucha reunida alrededor de una mesa donde se estaba llevando a cabo una apuesta con dados.

Las apuestas eran descabelladas, también crueles. Pensaba que debía reclamar por las injusticias, pero todos parecían complacidos.

—¿Quién permite tales apuestas? – preguntó.

La señora del viento estaba escandalizada cuando un hombre apostó la vida de su hija.

—¿Hay algún problema con mi manera de manejar el negocio?

Xie Lian reconoció aquella voz, tal vez era un poco más grave pero cuando los sirvientes los empujaron las tras cortina que ocultaba a la voz pudieron ver que se trataba de un hombre vestido de rojo. Con un parche en su rostro y una mirada severa dirigida a todos menos a Xie Lian.

—¡San Lang! – dijo sin titubear.

—¿Conoces a Lluvia carmesí?

La señora del viento estaba conmocionada por la familiaridad con la que ambos se miraban.

— Su alteza ... no esperaba que me descubrieras y que vinieras de visita.

Alrededor de ellos había un aura de encanto total. Xie Lian ahora sabía que era la verdadera apariencia del chico que lo había perseguido, después de todo le había prometido que cuando se reencontraran vería su verdadera forma y ciertamente era una apariencia hermosa.

—No fue planeado.

—Entonces sé mi invitado.

Hua Cheng los hizo seguirlo y aunque hubiera preferido que la Señora del viento se fuera, no tuvo más opción que acogerla.

Xie Lian simplemente se había dejado guiar atraído por el misterio que significaba para el Hua Cheng, no sabía por qué, pero no podía dejar de mirarle, por un momento escuchó una risita cómplice de la señora del viento quien no dudó en apuntar lo guapo que estaba Hua Cheng, Xie Lian se dio cuenta de que llevaba tanto tiempo mirándole embobado.

Hua Cheng le había invitado a sentarse en la misma mesa que él, y sin dudar ordenó lo más fino y costoso de la casa en su mesa alegando que seguramente le gustaría a su alteza.

Xie Lian no esperaba encontrarse con un banquete como este, aunque no podía dejar de ignorar la apuesta que se estaba llevando a cabo del otro lado

— ¿Tanto le preocupa a su alteza? — Hua Cheng le preguntó.

Xie Lian no sabía cómo explicar que, aunque fuera su establecimiento, no creía que fuera correcto. Pero lo más importante, ¿Hua Cheng permitiría que alguien inocente fuera lastimado?

Lo miró y la señora del viento le pidió no sorprenderse, después de todo Lluvia Sangrienta estaba frente a ellos y debía corresponder con su naturaleza malvada. Hua Cheng no quería quedar mal ante sus ojos y al final le dijo que podía jugar si quería y si ganaba, perdonaría la deuda de ese hombre y jamás lo dejaría regresar a apostar.

El fantasma protestó, prefería perder a dejar de apostar, pero Xie Lian aceptó porque la última apuesta era pedir la muerte de alguien contra la muerte de su hija.

Lo siguiente fue confuso. Hua Cheng anuló las partidas de Xie Lian después de mostrar una terrible mala suerte. Luego le dijo que estaba lanzando los dados mal y tomó sus manos para mostrarle cómo hacerlo.

Entonces se sumergieron en su mundo. Xie Lian disfrutaba del contacto con sus manos y dejaba que lo guiara en cada lanzamiento hasta que sacó el número más alto y pudo ganar. El fantasma fue arrastrado fuera del establecimiento y Hua Cheng lo hizo regresar detrás del velo.

Hua Cheng no soltaba sus manos y miraba fijamente la marca que rodeaba su dedo.

—Es otro grillete maldito... —afirmó con cierto desdén hacia la marca, pero no hacia él.

—No, es...

"Mi anillo de compromiso", pensó, pero no quería que Hua Cheng lo supiera.

—... un regalo del emperador.

Lluvia Sangrienta que Poliniza una FlorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora