De ángel a demonio

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Flash back

Eijun estuvo sentado a lado de su majestad toda la boda con sólo un escalón por debajo, esperando a que la dichosa fiesta terminase, al final Kominato se dio cuenta de que su Alteza estaba muy rojo de la cara y que sus ojos parecían querer soltar las lágrimas contenidas durante todo el día.

-Su majestad, su Alteza parece agotado, permítame retirarlo para que descanse.

-De acuerdo, descansa por favor Eijun.

El castaño bajó la cabeza y se retiró acompañado de su maestro; afuera de la reunión, Tetsuya ya lo esperaba recargado de uno de los pilares.

-Parece que al fin te has dado cuenta de lo poco importante que eres.

-Primer príncipe, le ruego no cruce más palabras conmigo.

-Aquella vez lograste que encerraran a mi madre, no hiciste nada por ayudarla ¿Por qué habría de tener piedad contigo?

En cuanto se enderezó, Kominato estuvo a un paso de reprochar sus palabras, pero...

-Espere Kominato-sensei. -Los ojos vacíos, dolidos, entristecidos y la fiebre que atormentaba al castaño fueron suficientes para detenerlo, más aún cuando lo vio pararse tan firmemente tratando de ocultar su dolor, la voz que uso en ese instante, una con gran tranquilidad, perfecta dicción y volumen lo hicieron volver la vista para mirarlo -Tetsuya-sama... me han robado lo que más amaba en este mundo, a la persona que más amaba; el dinero, las joyas, el poder y todo lo que en este palacio sobra que quede claro que a mi no me hacen falta, pero tenga por seguro una cosa.

-¿Qué?

-Si hacen algo para atormentar a Youichi y a su esposa, no mostraré ninguna clase de piedad, aunque en ello se me vaya la vida.

-No es como si pudieras hacer algo, siempre estarás justo como ahora.

Sawamura por fin decidió continuar, dio pasos pequeños, firmes e ignoró a aquel a quién una vez creyó justo.

Apenas dieron un paso fuera de la vista del mayor, Kominato se acercó para retenerlo de su caída, la fiebre lo venció y se lo llevó cargando hasta depositarlo en su cama. La sirvienta que siempre lo atendía ayudó a cuidarlo.

End

Pasaron tres días en los que el menor estuvo inconsciente por la enfermedad, no fue hasta el cuarto día que se despertó y sus dulces ojos sólo parpadearon llenándose de lagrimas amargas por todos sus recuerdos, sobre todo aquellos en los que Youichi aparecía casándose con esa mujer, su herida fue sanada y ocultada a todos.

Intentaron hacerlo comer sin éxito alguno en ocasiones y con dificultad en otras, hasta que finalmente, después de tres meses logró recuperar la cordura y comportarse un poco menos llorón que antes.

Ese día decidió salir a dar un paseo al jardín, lo hizo con la esperanza de recibir el calor del sol en su cuerpo, apenas usando una bata, el frío calo en su brazos cuando escuchó una voz del otro lado, parecía ser el general Masuko, el que en aquella ocasión lo salvó, su voz guardó silencio cuando un guerrero le contestó con frenética emoción:

-Parece ser que al final Youichi nos ha dado la primera buena noticia del año, lady Yui esta embarazada.

Sus ojos se nublaron y se dio la vuelta para regresar a su palacio, cerró la puerta mientras estaba solo y sollozó nuevamente sin querer, se dejó caer en el piso con el dolor frustrado en su pecho.

-¿Por qué te haces esto Alteza?

-Kominato-sensei... yo...

Se encogió más en el piso mientras lloraba y lo abrazaba para sentirse protegido.

Flores de cerezoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora