La profecía

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Eijun se quedó atónito cuando miró a Koushuu a su lado y este le cuestionaba sobre el tema que se le había ocultado.

-Creo que es mejor que los deje hablar a solas.

-Si... supongo que tienes razón.

Era inevitable hablar del tema justo ahora, pero estaba bien... Eijun creía que estaba bien si confiaba en su joven alfa, la persona que lo saco de su miseria y que estuvo dispuesto a acompañarlo en todo este camino, podía hablar, pero... aun sentía temor de que al decirle la verdad, su amado estuviera en peligro.

-No creo que debas cuestionarte si puedes confiar en mi un secreto Eijun.

-No... Kou no... no tengo miedo a confiarte mis secretos, tengo miedo de que algo te pase, porque este secreto parece estar relacionado con una desgracia.

-No tienes que preocuparte, no me pasara nada.

El joven omega pestañeo un poco ante la confianza que mostraba su alfa, y por lo mismo decidió a hablar finalmente, soltando un suspiro, una expresión no muy común en él, indico con las manos a que su alfa se sentara en la silla frente a él, pues aun permanecía de pie.

-Kou... lo que voy a decirte es grave, arriesgado, peligroso y una carga muy pesada.

-No importa.

El día de mi nacimiento las estrellas tuvieron una alineación peculiar que se mantuvo sólo durante el momento en el que mis ojos se abrieron por primera vez, los Sawamura eran grandes astrólogos, profetas y guerreros, pero lo ocultaron a todas las familias nobles que había en su época para evitar estar en la mira de las grandes familias de ese entonces, además de que eran la familia que tenía la mejor descendencia de omegas durante la crisis, por esa misma razón, mi madre ocultó el nacimiento de los omegas a los nobles, pues no quería que nuestra familia terminara siendo vista como un criadero de ganado.

El profeta de los Sawamura solía tener contacto con el clan Seto, los únicos que conocían la realidad, que ayudaron a ocultar el secreto por la sangre de mi abuela, una Omega que se sacrifico a si misma para salvar el destino del reino, pero estaba dicho que mis padres sólo tendrían un hijo, y que su heredero marcaria el destino de Seido.

Cuando nací, mi aroma ya era fuerte, así que comprendieron al instante que era una persona especial; pero las estrellas en su complicidad le mandaron a nuestro más grande astrologo el secreto de mi nacimiento, "La profecía de la era dorada"

En la sangre de este niño corre la sangre de la bendición, de su vida en reversa muchas almas adornaran sus manos.

De su vientre saldrá la luz del sol para volcarse en estrellas tan bastas como existencias del cielo y de la galaxia.

Será amado y derramará su vida en sus seres queridos, amará más que ninguno, tendrá más que todos, pero también pagará el precio más grande.

En su camino perderá el inicio, pero todos los cruces lo llevarán al fin, porque estos ojos son el fin y el inicio sin fin.

Seto escuchaba afuera y ya había logrado descifrar la mayor parte de los versos, se mordía los labios carcomido entre si decir la verdad o no... y al final, maldiciendo entró y los interrumpió.

-Yo continuaré en tu lugar Alteza.

-Ya no soy un noble, así que no tienes que...

-Estás equivocado, es por eso que no logras establecer el camino a seguir Eijun

-¿Qué quieres decir?

-La sangre de la bendición significa que los Dioses te han elegido, ere el elegido para ser la emperatriz, es tu trono... y muchos podrán tocarlo, pero volverá a ti.

-¡Eijun no volverá con Youichi!

-En tus manos llevas el peso de las almas de todas las personas que murieron inocentemente, personas a quienes amabas, entre ellas el del difunto Padre Imperial, la vida de los Sawamura, la vida de todos aquellos que te sirvieron y terminaron pereciendo, es por eso que están en tus manos, porque aun buscas venganza, no me puedes engañar.

El silencio fue muy incómodo, pero Takuma decidió seguir hablando.

-La luz del sol representa a un rey, eso significa que tu darás a luz al futuro emperador de Seido, pero que tu familia será de una gran descendencia, tienes un sólo hijo en este momento, pero definitivamente tendrás muchos más y no serán solo hombres, sino también mujeres, y entre ellos alfas y omegas que se multiplicaran con sus descendientes.

-¿Hijos? ¿Tendré más hijos de los dos que tengo? No quiero traer a más bebés a una época tan cruel como esta.

-Amaras demasiado Eijun, tu poder especial es lo que se conoce como el mito de los destinados, Okumura Koushu es tu alma gemela y tu pareja destinada, pero veo en ti una gran sombra... una que me dice que aun perderás a muchas personas en este viaje.

Las lágrimas del castaño brillaban en su dolorosa angustía, imaginarse perder a alguien más era lo único que no deseaba.

-Alteza, perdiste tu inicio cuando perdiste a tus padres, pero todo eso siempre te llevó a tu lugar, El Palacio Imperial, tus ojos vieron al ultimo emperador cerrar sus ojos y por eso son el fin, pero también son el inicio de la nueva era, una que perdurará por mucho tiempo.

-Yo no volveré al palacio con Youichi.

-Eso es lo que trato de decir, el trono no es del Tercer Príncipe el trono... probablemente es tuyo Okumura.

-¿Qué acabas de decir? No lideraré una rebelión.

-No hay necesidad de realizar una rebelión, porque el poder no es del Tercer Príncipe, ¿No es así Eijun? Nos mentiste a todos sobre la última voluntad del emperador Kataoka, porque de haber dicho la verdad, una guerra habría sido inevitable y en Seido las tierras se habrían convertido en un baño de sangre.

Eijun... mi dulce hijo muy amado... dejo mi trono en tus manos, sé que amarás a todos como yo te ame aunque no nacieras siendo parte de mi, protege a mi reino, se una buena Emperatriz.

Flores de cerezoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora