La voz

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Kazuya iba entrando cuando su madre pronunció aquellas palabras y se sintió un poco confundido al ver que todos sus sirvientes salieron huyendo. La consorte Takashima jamás había sido alguien que usara su poder para mantener el silencio y en casa estaban totalmente prohibidos los rumores o chismes debido al reglamento de concubinato.

El único de todos sus sirvientes que se había mantenido en su lugar era Watanabe, quien desde su perspectiva lo hacía para proteger a su madre... cosa más que extraña, él jamás lastimaría a su mamá.

-¿Qué es lo que me estas ocultando? Espero que no sea otro incidente como el de la pulsera de Sawamura.

-Ah... Kazuya, le hablé a tu padre sobre lo que me pediste, le solicité la mano de Sawamura para ti.

-¿Mi padre se ha negado?

-No, parece disgustarle la idea de forzar a su favorito, creo que deberías hacer méritos para ganarte su confianza.

-¿No podré obtener a Sawamura?

-Tu padre no ha dicho que si o que no, simplemente no me contestó. Sabes que el emperador puede ser muy sensible con algunos temas y creo que su preferido es uno de ellos, no lo negó... pero mandó a ese candidato a un viaje, como si lo alejara de todos los problemas. La emperatriz ya le había causado disgustos a ese niño y ahora con la solicitud que hice, creo que buscaba que se relajara.

-¿Entonces?

-Mandaron al candidato a dar un paseo y resultó que lo secuestraron.

-¡¿Secuestrado?! ¿Por qué me mantuviste al margen? ¡Debiste decirme!

-¡Cálmate Kazuya! Él ya se encuentra en palacio y parece que Youichi lo ha traído de vuelta a salvo. Tu padre estuvo a un paso de arrancarle la cabeza debido a ese incidente y al traerlo las cosas se han calmado.

-Así que Youichi otra vez, siempre está relacionado.

-Kataoka-sama parece tener cierta preferencia por Youichi con respecto a entregarlo... 

-Eso no lo permitiré, ese omega será mío.

-Ni lo intentes, no le muevas por el momento, está enfermo y no debemos estresarlo.

Kazuya quería hacer algo por el pequeño omega que amaba, en el fondo él sabía la verdad... sólo quería obtenerlo, sabía de antemano que ese pequeño no era para él, pero seguía insistiendo pues esos ojos habían sido como una maldición, una forma de atraerlo con su belleza y dulzura.

****************

Había pasado un poco de tiempo desde aquel incidente, ahora el palacio parecía más calmado que antes, incluso se pensaba que la paz por fin había llegado y el emperador parecía complacido por ello; no obstante, Haruno no gozaba de la misma tranquilidad.

La reciente cena en la que todos se encontraban lo dejaba muy en claro, sobre todo cuando sus palabras parecían pisotear la calma de su regente.

-Su majestad, los príncipes ya han crecido y si bien aún no ha elegido un heredero, creo que cada uno de ellos debería obtener una esposa, a esta edad, su majestad ya se encontraba casado conmigo.

-Kazuya es aún muy joven para casarse Haruno.

-Entonces podríamos brindar un poco de felicidad a su pueblo con la boda de sus otros dos hijos ¿No lo cree así?

-Haruno... mis hijos aun no han conseguido a una candidata adecuada, así que hablaremos de ese tema en otro momento.

-Si es por cuestión de candidatas, tengo a tres en mente.

Flores de cerezoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora