Sawamura no podía reponerse, sobre todo al darse cuenta que su amado Kominato jamás volvería.
La noche se hizo más oscura, incluso la luna no salió.
En su rostro la nostalgia se reflejó, pensó en las últimas palabras de su maestro y se sintió abrumado pensando que él sabía lo que pasaría, seguramente desde que le dieron la misión, y aún sabiéndolo decidió aceptarla.
Su Majestad se enteró de una forma un tanto desagradable, Youichi, quién era su hijo menor entró a su palacio y se arrodilló con la mirada triste, inclinó la cabeza frente a su padre y le pronunció con voz baja y semblante acongojado:
-Yo... su Majestad, no quisiera darle esta noticia, pero el general que acompañaba a Kominato durante la misión a regresado al palacio con una amarga noticia, vuestro consejero real a fallecido, fue emboscado a la salida de nuestro territorio. Se nos ha informado que posiblemente fue traicionado por alguno de sus hombres e incluso masacrado por la espalda.
Kataoka golpeó el asiento con su mano y se levantó furioso -¡Qué tontería estás diciendo! ¿Acaso bromeas conmigo? ¿Cómo puede uno de mis mejores hombres ser masacrado?
-Lo siento, para mí también es difícil creer que el gran Kominato-sama haya sido asesinado.
-¡Te ordeno que busques a quien haya sido culpable de su asesinato y lo traigas ante mí! Quién haya sido conocerá mi ira.
-Majestad me esforzaré en encontrar al culpable, y por tal delito haré que pague con su vida.
El emperador regreso a su asiento y puso una mirada de preocupación y tristeza -Dime Youichi, ¿Acaso Sawamura ya lo sabe?
-Sí, desafortunadamente se enteró cuando su consejero regresaba a casa. Ha sido el general Masuko quién lo ha traído.... misteriosamente nuestro pequeño cerezo se encontraba cerca de la entrada como si presintiera algo, escuché que en cuanto vio el carruaje empezó a llorar.
-Escucha Youichi, no tengo el valor de verlo a la cara si no es con la cabeza del traidor en mis manos, asegúrate de conseguirla para saciar el dolor de Eijun.
-Padre...
-Le daré un poco de tiempo para que lo asimile, después de todo iba a ser su futuro esposo.
-Sí señor, haré como usted diga.
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Mientras tanto, la joven sirvienta de Sawamura lo observaba desde la lejanía con tanta tristeza. Algunas veces había visto a su dulce maestro llorar, pero nunca de esta forma, se le veía sumamente acongojado.
Sin embargo, lo que jamás espero fue la mirada en sus ojos, la ira contenida, dolor y sobre todo sed de venganza, casi parecía brotar sangre de sus ojos, fue como ver el mismo infierno arder en su corazón.
Sawamura Eijun tenía grabado en su cuerpo la irá en ese justo momento, casi como si fuera un demonio en vez de un ángel que siempre sonríe y regala amor donde camina. Wakana lo entendía, alguien había logrado lo imposible, hacer enojar a su Alteza, hasta el mismo cielo lo sabía pues la tormenta no paraba, indicio del desastre acercándose.
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Pasaron algunas horas antes de que el castaño se pusiera de pie y dejara de llorar frente al féretro, los inciensos que puso ya se habían agotado, la misteriosa luz de sus pupilas había desaparecido, aquella qué lo hacía ver tan especial y tan tierno, esa que ocultaba su más profundo amor, la que lo hizo humano, cuando se levantó olvidó todo lo que una vez fue.
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Flores de cerezo
FanfictionJuro que esa mujer se tragara su sangre, haré que se beba sus lágrimas. Haré que él arda en la agonía de perder todo lo que ama, haré que el palacio sea su infierno y que deseen nunca haberte asesinado. Rogaran mil veces por tu perdón y sólo entonce...