Eijun se puso ropa blanca, se fue al salón principal y al ver la caja nuevamente se puso a llorar, no podía contener las lágrimas, tenía fiebre, sus mejillas rojas y los rasguños en su cara y en las manos por el anterior ataque.
El pequeño se acarició el vientre y recargó la cabeza en el ataúd, apenas pudo hablar en susurros, su voz se traba con un nudo de agonía en la garganta.
-Ya no vas a conocerlo... apenas ayer me habían dado la noticia... Yo quería decirtela antes que a nadie...
Se cubrió los ojos y se puso a llorar con la angustia más penetrante que cuando había fallecido su anterior prometido.
-Tus últimas palabras, te juro voy a cumplirlas.
-Ya no digas más, Alteza... Le hará daño seguir aquí, debería ir a su habitación a descansar, por el bien del bebé que lleva dentro.
-Lo sé Tetsuya, pero no quiero irme... No puedo, me quiero quedar aquí con él, hasta el último segundo.
El hombre se sentó detrás de él y le respondió con tranquilidad.
-Entonces recarguese en mi, yo te cuidaré hasta que su majestad vuelva de la guerra.
Eijun lo miró asombrado, una persona podía enderezar su camino en 20 minutos, era cuestión de valentía y desición.
-Ni siquiera sabe que ha fallecido, no podemos decírselo o podría salir herido.
-Es mejor esperar a que vuelva con la victoria.
-Lo sé.
El pequeño se recargó en el hombro de Tetsuya y las lágrimas siguieron fluyendo en silencio.
Estaba tan cansado y dolido que no se pudo mantener despierto, con la mirada nublada se quedó dormido y el joven Príncipe lo cargó entre sus brazos para llevarlo a su Palacio.
Después de que lo recostó, le sujetó la mano y se mantuvo a su lado recordando lo que tanto le pesaba de este trágico final.
-Lo lamento.
Flash back.
Rei organizó una maravillosa velada, colocaron varios arreglos y muchos artistas de entretenimiento vinieron a visitar el Palacio para la cena de compromiso.
El emperador vestía un elegante traje negro con bordados en color dorado y aún cuando nunca había usado la corona como símbolo de poder, esa noche la usaba.
El hombre ofreció a las grandes familias la entrada vigilada a su palacio.
Esa noche anunció que en dos meses Eijun y Youichi contraerian matrimonio.
Las familias se sorprendieron pues la mayoría de ellas sabía que un Omega masculino tendría el título de esposa, y eso jamás se había visto.
Ambos estaban sentados juntos y platicando mientras que la música sonaba con alegría.
El reino por fin tendría un periodo de paz y prosperidad, con una buena noticia.
Los dos se tomaron de las manos donde nadie los miraba, estaban realmente felices, aunque el castaño aún lo trataba con delicadeza porque sus heridas no se habían curado.
Después de esa cena, Youichi mando muchos presentes con regularidad, tales como libros, ropas, juegos, dulces y el más peculiar fue un anillo que ahora Eijun usaba en su mano izquierda.
Las calles de Seido se veían calidas por la felicidad de las buenas noticias, hubo mucha gente del pueblo apoyando la unión entre el guerrero más poderoso y el más valiente que había cuidado a la gente del pueblo en todos los desastres, es decir hablando del Leopardo de Seido: Youichi y el único Omega que se había movido por ayudar al pueblo y que incluso el emperador había condecorado marcando la diferencia para los omegas que aún carecían de valor: Eijun.
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Flores de cerezo
FanfictionJuro que esa mujer se tragara su sangre, haré que se beba sus lágrimas. Haré que él arda en la agonía de perder todo lo que ama, haré que el palacio sea su infierno y que deseen nunca haberte asesinado. Rogaran mil veces por tu perdón y sólo entonce...