No llores

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Okumura miró a Narumiya a los ojos antes de ser atravesado por su espada, pero el joven guerrero de Inashiro tuvo que salir huyendo cuando sus guerreros perdieron la cabeza a su alrededor y las espadas le apuntaban a él, junto con muchos arcos tratando de alcanzarlo.

Los guardias del consejero se acercaron a prisa a ayudarlo y el joven de ojos verdes escupió sangre dando a entender lo grave de la situación.

Para entonces a una corta distancia estaban Takuma, Shinji y Wakana acompañados de las ladys Kaoru y Takako.

Wakana llevaba algunas vendas en la pierna derecha y el brazo izquierdo, mientras que el guerrero llevaba un ojo cubierto con una venda, pero Seto... Estaba sangrando mucho de la espalda.

Las omegas de Palacio refunfuñaban un poco por tener que ir caminando sin pedir ayuda a nadie, pero entendían la situación y que si ahora mismo alguien los atacaba, estarían muertas, después de todo, estaban en territorio enemigo.

Segundos después... Takuma lo percibió, no sabía cómo, pero la situación era tan grave que detuvo a su grupo.

-Escuchen por favor.

Sus acompañantes detuvieron su paso y lo voltearon a ver.

-¿Qué pasa?

-Es Okumura, percibo la sombra de la muerte rondándolo

Wakana se tapó la boca pero se recupero y le respondió.

-Vete, si Okumura se muere, su Alteza no podrá soportarlo, nosotros nos haremos cargo de llevarnos a las chicas.

-Espero que lo entiendas Seto, debes llevarlo a él sin importar que.

El chico se amarró la manga de su ropa a la espalda para detener un poco el dolor y el sangrado y luego se fue.

Dos días después.

Okumura agonizaba por la espada y que aún no conseguían un buen doctor que lo atendiera.

Takuma llegó y al verlo supieron que ya no podrían ocultar la gravedad de la condición del consejero al Kwanzan.

-Okumura...

Se acercó y se arrodilló a su lado, nunca debía hacerlo, según las leyes de su gente, pero no podía evitar el dolor en su pecho al verlo tan mal.

Extendió su mano sobre la herida para retirar la espada que aún permanecía en su lugar, vio la cabeza del arma que decía "Narumiya" y supo quién lo había hecho, su Alteza probablemente le haría pagar muy caro está herida.

Los soldados lo miraban, estaba sacándola despacio, no podían ver lo que pasaba, pero sus instintos desarrollados les indicaban que algo muy poderoso estaba pasando.

Una vez que el arma salió, Takuma puso ambas manos en la herida y de pronto la herida empezó a cicatrizar.

Si, lo más duro ya había pasado, pero la perdida de sangre y el mucho tiempo que estuvo sin ser atendido hacia que aún estuviera inconciente y delicado.

En cuanto lo vieron en una condición más estable, lo subieron a un carruaje para llevárselo de vuelta al centro de Seido.

Las cosas no sucedieron de la mejor forma, pero ahora ese territorio le pertenecía a Seido y con ello mantuvieron la estabilidad tanto para el reino como para sus aliados.

Shinji vio el carruaje a lo lejos y también distinguió la figura de Takuma, entonces ellos se prepararon para ir a su lado y regresar a dónde debían, a lado de su Alteza.

Pronto los cuatro volvían al Palacio, pero Okumura empezaba a tener fiebre, hacían hasta lo imposible por ayudarlo, pero nada estaba funcionando.

Flores de cerezoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora