Capítulo II

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El Grancolombiano era un country disciplinado y estricto, digno de los honores que ganó con sus grandes hazañas en batalla.

Apesar de ser un territorio joven, estaba intentando sacar las cosas adelante después de la guerra de independencia, con un país devastado por las guerras y la decidía.

No tenía interés en otra cosa, más que en el bienestar de su pueblo.

Ese día el se encontraba en su oficina, revisando finanzas y prestamos para intentar sobrellevar la situación, cuando un joven soldado le informó:

─Señor, nos informaron de una nave española en el puerto.

El grancolombiano lo miró sorprendido, desde que habían logrado su independencia no había sabido nada de los españoles.

─Arresten a todos los ocupantes de la nave, y llevenlos al calabozo, allí les interrogaré.

El joven asintió y fue a darles la orden a su grupo.

Mientras el grancolombia miraba sus hojas, se preguntaba porque los españoles habrán querido volver, después de todo, ya no tenían nada del Imperio Español en su territorio.

Todavía tenía los recuerdos en carne propia de las batallas y los asesinatos, él nunca fue un partidario del uso de la violencia.

Pero aveces se tienen que hacer cosas que no queremos por el bienestar de todos.

Sin más, luego de un par de horas le informaron que la captura se había llevado acabo con éxito, y La Gran Colombia se encaminó hacia donde estaban sus "invitados".

Sin más, luego de un par de horas le informaron que la captura se había llevado acabo con éxito, y La Gran Colombia se encaminó hacia donde estaban sus "invitados"

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─¡Soltadme imbeciles! ─le grito a los "salvajes" soldados─, Exijo vuestro territorio en este mismo momento.

Él y sus hombres fueron capturados, se lo veía venir, pero no pensó que serían tan bruscos.

Aunque, ¿Que se puede esperar de los salvajes?

Y de un momento a otro, una voz imponente se hizo presente.

─Usted señor ─su voz era serena y firme─, no tiene nada que hacer aquí.

El español miró a la Gran Colombia, su postura firme y su confianza en si mismo lo sorprendio por un minuto. No lo había visto en persona desde la guerra, pero había algo que le llamaba muchísimo la atención.

─Señor Gran Colombia, es un placer encontardme con usted ─le dedico una de sus mejores sonrisas─. El motivo de mi visita es para hablar de negocios.

El independentista lo miro indiferente, y pensó que sería muy difícil llegar a enamorarlo, Difícil, más no imposible.

─Pues a mi, no me complace su motivo, y le pido de la manera más amable que se retire de mis tierras.

El grancolombiano no se confiaba del imperio, después de todo lo que pasó en la guerra de independencia... ¿Porqué querría volver?

─Exactamente, por ser vuestro territorio, vengo a proponerle un negocio, que nos beneficiara tanto a vosotros como a mi.

El del sur lo miro, y luego se miró sus pies. Si el quería tener un negocio, tendría más clientes para exportar cacao, café y tabaco, además de que podría tener más ingresos y sacar adelante a su país.

Levanto su vista y con voz imponente dijo:

─Lleven al señor a mi oficina ─el español lo vio esperanzado, le quitarían porfin esas esposas─. Pero lo quiero esposado.

Ostia, me leyó la mente pensó. Los guardias lo escoltaron, y no pudo evitar ver al suramericano frente a él.

Tenía muy buen cuerpo, algo marcado pero sin llegar a ser muy notorio, finas facciones, cintura fina, unos bellos ojos marrones y unas curvas de infarto.

Bueno, al menos, iba a tener unas buenas noches de placer en lo que durara su venganza.

Llegaron a la oficina, y él menor se sentó en si silla mientras que el otro fue obligado a sentarse en el suelo.

"Maldita escoria, pagará caro esta humillación" pensó para sus adentros el español, recordando que nadie se había atrevido a hacerle algo parecido en todos sus años de vida, y grancolombiano era muy diferente a lo que pensó.

─Tiene exactamente cinco minutos para explicarme su dichoso negocio, tic tac señor.

─Le ofreceré varios barcos para que vosotros  podáis hacer exportaciones desde aquí, a Europa o Asia, expandiremos sus exportaciones con un préstamo que yo le proporcionare, además, le ofrezco una clientela exclusiva en mi territorio y la posibilidad de hablar con otros países de este continente para que vosotros se volváis un solo territorio.

El grancolombiano se mostró muy interesado en ello, su corazón saltó de alegría al ver la posibilidad de que su sueño se cumpliera y unir a todos los países del sur en uno solo.

Su inocencia no le dejó pensar bien, tal vez si se hubiera tomado un segundo más para ver al español y saber sus verdaderas intenciones no habría sufrido tanto.

─Me resulta una excelente oferta, la acepto. ¿Donde firmamos?

Y sin más, acepto.

Y no sabía que le esperaba desde ese preciso momento.

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❝ 𝓒𝓸𝓻𝓪𝔃𝓸𝓷 𝓡𝓸𝓽𝓸  ❞┊↠𝐆𝐫𝐚𝐧 𝐂𝐨𝐥𝐨𝐦𝐛𝐢𝐚↠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora