Capítulo IX

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Gran Colombia pasó el resto de los días en reposo, solo sintiendo como el barco se movía de un lado a otro.

Su viaje estuvo tranquilo y rápidamente se recuperó de su accidente a las orillas del barco, sentía su cuerpo mejor y eso lo hizo levantar el ánimo.

Aunque si era sincero, mucha de su mejoría se debía a los cuidados del Imperio, el cual lo trataba muy bien.

Comidas, masajes, he incluso su compañía, no hacían más que darle un calor agradable del español, el hombre había desperdiciado una oportunidad para matarlo, y no lo hizo.

Tal vez, lo juzgó mal por sus acciones del pasado, y si bien, seguía siendo un hombre malvado, tal vez no lo era del todo.

No pasó mucho tiempo para que al fin, llegarán a su destino, las tierras francesas.

El llegar por fin a ese lugar lo llenaba de felicidad, una oportunidad, un ligero toque, un avance... Se sentía encaminado

Esperaba seguir así.

Nunca pensó que sentir la tierra en sus pies, sería tan sagrado para en el desde ese momento, se sentía libre, ¡al fin, fuera de ese horrible barco!

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Nunca pensó que sentir la tierra en sus pies, sería tan sagrado para en el desde ese momento, se sentía libre, ¡al fin, fuera de ese horrible barco!

Gran Colombia estaba agradecido.

Al comenzar la tripulación a bajar las cosas, el mismo comenzó su bajada, encontrándose con Imperio organizando a sus subordinados.

Admiraba ese liderazgo de cierto modo.

—¡Mirad, que es Gran Colombia! Que bueno que has viajado, chiquillo.

—No me digas "Chiquillo" inmundo español.

—Oh venga hombre, ¿no crees que merezco un apodo mejor? ¿Más cariñoso almenos?

Gran Colombia se lo pensó, y luego de un rato respondió con un:

—Joputa, ¿no te gusta de casualidad?

—Vale, al menos a evolucionado.

Y cuando los dos iban a comenzar a pelear, un sirviente los llamó, de apariencia infantil con melena rubia y ojos color zafiro.

—Les doy la bienvenida, honorables invitados, a nuestro hermoso territorio francés —habló con mucha delicadeza en su voz—. La señorita Francia los estará esperando en la noche para el baile, pero primero déjenme mostrarles su lugar de hospedaje.

Los territorios caminaron detrás de siervo, mostrándose algo cansados por el intenso viaje.

Llegaron a un hermoso lugar, con flores y una fuente enorme de agua, se sentía un ambiente muy lindo, aunque un olor desagradable se entremezcla entre todo. Pasaron por sobre un pequeño puente que los conectaba y les asignaron sus habitaciones, como era de esperarse, una al lado de la otra.

—Con permiso. —el sirviente procede a irse.

Imperio mira por un segundo al tricolor, viendo como veía por una ventana cercana a la residencia en la que estaban.

—Cariño, le tengo un pequeño presente.

—Habla español.

—Recordé que en alguna ocasión mencionó sobre sus problemas para dormir —le dice mientras busca algo en una pequeña mochila de viaje—. Le traje una pequeña flor, esta algo aplaztada y sin forma, pero me gustaría que la conservace para poder conciliar tu sueño.

El de ojos bicolor vio la pequeña flor con algo de asombro, realmente fue un detalle soltado al aire, y el que él lo haya recordado le removió un poco el pecho frio y sin alma que tenía.

—Gracias, supongo que lo veré luego.

—Nos veremos en la noche, mi amado.

Y así transcurrió lo que quedaba del día hasta la velada, con Gran Colombia sintiendo su corazón salirse del pecho, con los sentimientos en un torbellino de culpa y arrepentimiento por estos nuevos sentimientos que florecian en él.

La noche llegaba, matando poco a poco al sol que se ocultaba dejando un anaranjado pintando el cielo, que hace unas horas era de tonalidades azules

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La noche llegaba, matando poco a poco al sol que se ocultaba dejando un anaranjado pintando el cielo, que hace unas horas era de tonalidades azules.

El tricolor se miraba frente al espejo que estaba en su cuarto.

Un traje de gala, enserio nunca pensó usar un traje tan caro y tan finamente confeccionado solo para cenar con personajes importantes del momento. Se sentía de cierto modo traicionero, como si una daga atravesará su conciencia...

Pero, ¿porqué realmente?

Su corazón solo seguía latiendo mientras veía la pequeña flor junto a la mesa de noche que estaba a un lado del espejo, se sentía vivo, de alguna manera muy extraña, un sentimiento diferente al campo de batalla aturdidor de siempre.

No había tiempo de pensar en eso, solo salió y tocó la puerta del español, esperando una respuesta, dijo:

—Ostinado español, tu tardanza hará que mi nombre se manche, muevase obstinada mula.

No se escucho nada en unos, aproximados, 3 minutos.

Cuando la puerta sonó al ser abierta, Gran Colombia pudo observar un traje imperial de muy alta calidad, con telas de hermosa seda roja y brillantes detalles en oro, que hacían resaltar sus ojos con ese intenso color carmesí y su cabellera medianamente larga con una coleta que la sujetaba.

—Oh, amado, te vez como un ángel enviado por la virgen María misma —toma sus manos y las besa—, ¿se encuentra listo para nuestro baile?

—Por supuesto.

El español ofreció su hombre y el lo aceptó, así ambos, se fueron camino al gran evento.

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❝ 𝓒𝓸𝓻𝓪𝔃𝓸𝓷 𝓡𝓸𝓽𝓸  ❞┊↠𝐆𝐫𝐚𝐧 𝐂𝐨𝐥𝐨𝐦𝐛𝐢𝐚↠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora