* Capítulo 7 *

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Iskastala

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Iskastala. La fría tundra helada. Las enormes montañas nevadas. Las impenetrables murallas de hielo.

Noah había extrañado tanto su hogar, sin embargo su retorno no fue para nada lo que se imaginó el día de su partida.

El médico real curó sus numerosas heridas y estabilizó su delicada condición. Los pajes le prepararon un aromático baño y luego de horas dentro de la tina Noah finalmente pudo desprenderse del fétido olor a sangre seca sobre su cuerpo.

El consejero trajo para él un elegante traje de encajes plateados y pequeñas incrustaciones de diamantes azules. Unas doncellas le ayudaron a colocarse el traje, luego peinaron su lacia melena platinada y por último le colocaron los anillos y una delicada corona que encajaba perfectamente en su sien.

Después de meses de haber estado vagando por las cálidas tierras del Valkran Noah volvía a lucir como el príncipe iskastalo que había nacido para ser. Se veía impecable en sus prendas ceremoniales.

El príncipe iskastalo estaba completo pero el pequeño niño de ocho años que se escondía bajo el majestuoso atuendo se hallaba fragmentado en cientos de pedazos los cuales no podrían arreglarse tan fácilmente como su aspecto.

Aquel fue su primer viaje fuera de Iskastala y en él lo había perdido todo.

Salió de su habitación y atravesando los elegantes pasillos del castillo, los cuales ya se encontraban cubiertos de telas blancas como indicaban las costumbres fúnebres de su pueblo, llegó hasta la cripta de la familia real.

La gigantesca estatua de Isfur, el espíritu lobo del hielo, lo recibió al abrir la puerta. Seguía siendo tan majestuosa como la recordaba. Un lobo tallado en hielo fino, con las dimensiones de una casa de más de dos plantas. Los ojos estaban hechos de incrustaciones de diamantes azules los cuales brillaban con más intensidad que la misma luna. El hocico del lobo estaba entre abierto y dentro un perfecto copo de nieve giraba constantemente.

Aquella estatua era la viva imagen de la magia y su poder.

La cripta tenía una forma cilíndrica y una altura exorbitante. A lo alto y a la redonda se encontraban los sepulcros de cada uno de los miembros de la familia real iskastala. Más de tres mil años de historia, cientos de tumbas vacías.

Según su madre, al morir, las almas viajan al Ehlÿfge, también conocido como el reino de los dioses en los cielos. Los Ehlÿf las reciben, las juzgan y las sentencian. Luego las almas entran en la rueda de la reencarnación y regresan a la vida mortal en un ciclo eterno y sin fin.

>>Yfta ÿf jorta<<

>>Vivir es morir.<<

Al menos eso dicen las sagradas escrituras ehlyfteas y a Noah lo educaron según las sagradas escrituras. Lo enseñaron a creer en los Ehlÿf, a tener fe en sus palabras, a obrar de acuerdo a sus mandamientos, a respetar sus deseos y a seguir sus profecías.

EhlyfgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora