*Capítulo 12*

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Efímero

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Efímero. Esa era la palabra correcta para describirlo. 

De un instante a otro la montaña comenzó a temblar, el suelo a quebrase y, antes de comprender siquiera lo que estaba sucediendo, ya estaba siendo tragada por las profundidades.

Las tierra se desmoronó, los arboles se desprendieron de sus raíces, las rocas estallaron. Una fuerza poderosa parecía estar atrayéndolos hacia el fondo y no había nada que hacer para evitarlo: estaban obligados a caer.

Un agujero enorme se abrió bajo ella y su cuerpo descendió a tal velocidad que el momento se le hizo casi imperceptible. La Luz del sol desapareció a medida que se alejaba de la superficie y la oscuridad no tardó en cegarla. Lo último que presenciaron sus ojos fue tierra, grava, troncos y rocas que al parecer venían todos a por ella.

No podía ver pero podía sentir. Tal y como imaginó la montaña entera se le vino encima. Los millones de piedrecitas que componen la grava llovían sobre ella. Las trozos de rocas daban golpes duros y certeros. La nube de polvo provocada por el derrumbe consumía el aire a su alrededor ahogándola sin escrúpulos. Y a solo unos segundos de distancia estaba el fondo aguardándola para darle sepultura.

Ley se rindió a aceptar lo que el destino había decidido para ella. Cerró los ojos y despejó su mente preparándose para su próximo encuentro con la muerte. Por un instante se sintió ligera, como si su espíritu estuviera separándose de su cuerpo y por esos breves segundos fue capaz de percibir una conexión que la ataba a este mundo.

Entonces lo vió. Las imágenes llegaron y se fueron con una rapidez espantosa mas el tiempo fue suficiente para hacerle comprender. Por aquellos segundos su mente se dirigió a otro tiempo y lugar, conspirando con sus sentidos y engañando a su conciencia.

Olía un perfume desconocido, una esencia pura y refrescante como la que tienen solo las más aromáticas de las flores. Oía una voz extraña, envuelta en una cierta ternura, con el tono más encantador que jamás halla escuchado. Podía sentir el cálido roce de otra mano junto a la suya. Un sabor dulce como la miel que se impregnaba en su garganta. Solo la visión era imprecisa. Apretaba los párpados con presión intentando descifrar la escena pero esta se mantenía oculta tras el reflejo brillante de la luz.

Este recorrido por sus memorias la había llevado al paraíso. Dibujó una sonrisa en su rostro y se sintió preparada para morir en la felicidad de su recuerdo.

Entonces la mano que la sujetaba en su mente la soltó y la dulce voz le dijo:

—Todavía no ak krafrena, as ak krafrena

Ley se espantó contra el suelo férreo de las profundidades seguida por la grava y las piedras. Pronto la polvareda quedó despejada y el silencio y la oscuridad se apoderaron del entorno pero si Ley hubiera podido ver, en ese momento, hubiera descubierto que se encontraba en el único claro entre los restos de rocas.

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⏰ Última actualización: Feb 27, 2021 ⏰

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