* Capítulo 6 *

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Ocurrió exactamente hace seis días

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Ocurrió exactamente hace seis días. Lo recuerda. Lo recuerda muy bien.

La fecha era Nyfra 35, Drako 88. Él seguía usando la forma Ehlyftea de medir los años a pesar de llevar siglos sin pisar un templo Ehlyfra. Tal vez porque le era imposible despegarse del todo de las costumbres de su infancia. No es que recordara su infancia, mucho menos la añoraba. Pero algunas manías simplemente se quedan prendadas en ti de forma inconsciente. Y son solo eso, una vaga y vacía costumbre.

Él llevaba tiempo viviendo en un limbo, sin ataduras, desligado de las formas mundanas. Su interior era un enorme vacío, incapaz de llenarse con nada ni nadie. Un hoyo que él mismo había cavado. Y si bien fueron otros los que le llevaron a ese punto, en el fondo, sabía que la culpa era irrefutablemente suya.

La venganza era su móvil. Con ella justificaba su existencia misma.

Para alguien como él muy poco resultaba relevante. Estaba ya acostumbrado a obrar solo porque sí y la única excepción eran aquellas pocas veces en las que aparecían ciertos motivos intrigantes para despertar su interés. Esa noche había sido uno de esos.

Sintió demasiado cerca una energía mágica misteriosa cuando se encontraba deambulando por Ehlyfgar sin rumbo fijo y sin ubicación exacta. Solía dar constantes viajes alrededor del mundo en busca de aquellas cosas que realmente necesitaba para cumplir su propósito o que resultaran realmente interesantes. Y como era costumbre cada vez que percibía una fuerte presencia de mágica, se dispuso a perseguir la fuente de su curiosidad. Porque fuera cual fuera, mientras siguiera su rastro, eventualmente acabaría dando con ella.

 En la entrada del Djangeor el reciente cambio climático tenía a los presentes en estado de alarma

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En la entrada del Djangeor el reciente cambio climático tenía a los presentes en estado de alarma. Finalmente los ignorantes exploradores dejaban a un lado la euforia de la riqueza y se apoderaba de ellos el temor ante los misterios de la vida. David y Halinor no eran la excepción, aunque para ser sinceros, ellos ya estaban asustados desde mucho antes de que llegara el invierno.

Los hombres comenzaron a bajarse de los botes. Una gruesa capa de hielo cubría el océano. Podían correr y saltar sobre ella; no se rompía. Y el miedo los volvió reacios a entrar al Djangeor.

EhlyfgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora