* Capítulo 9 *

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Era una nueva mañana en el reino de Hawnaco. Cielo despejado, sol radiante y aire fresco.

Cada día que transcurría era un día más próximo al aniversario de coronación del Rey Marco y todo el reino estaba enfocado en los preparativos de dicho evento. Se cumplían ya diez largos años desde que el Rey Marcos fue erigido y este había prometido que la tierra de riscos y montañas vería una fiesta que no olvidarían jamás.

Sin embargo, en el palacio de Krwge los preparativos para la pomposa celebración no parecían ser lo más importante en el orden del día. La asamblea matutina de la corte había iniciado hacía solo unos minutos y la llegada de un emisario inesperado puso todo patas arribas.

Los rumores aun no se han extendido por el palacio pero no tardaran mucho en correr en boca de todos. Y antes de que la noticia sea tergiversada por los chismes de palacio lo mejor será actuar con cautela y evitar malentendidos.— aquellas fueron las palabras que el joven mozo escucho decir en el salón del trono y las cuales parecieron convencer a Su Majestad el Rey.

Por tanto, a él se le había dado la tarea de llevar el mensaje con la orden del rey a aquella persona con la que, al parecer, hasta el mismo rey debía ser cauteloso.

—Gran General— era la quinta vez que el joven mozo llamaba a la puerta del Gran General de Lay mas seguía sin obtener respuestas.

—Gran General— la sexta y todavía nada.

—Gran Ge...— la puerta se abre antes de que el mozo pueda terminar de pronunciar el título pero no es el General de Lay quien aparece tras la puerta. Era una mujer, de cabellos rubios y verdosos ojos. Él la conocía muy bien. Era Grizeila, la hija del Jefe de la Guardia Real.

La joven estaba claramente desnuda y apenas cubría su torso con una manta. El mozo quedo embelesado ante aquella vista. Como lo hubiera hecho cualquiera, pues sin duda alguna la naturaleza había sido muy generosa con Grizeila. Pero las fantasías del mozo duraron poco y en solo segundos se recompuso.

Ninguna mujer valía tanto como para desatar la ira del jefe de la guardia.

—Solicito ver urgente al Gran General.— exclamó con elocuencia el mozo tras aclararse la garganta.— Traigo una orden del Rey.

—¿Quién es el que tiene las pelotas para despertarme?— la pregunta vino desde el interior de la habitación. Era una voz ronca, masculina y con un tono imponente.

—Un mozo que trae la orden del rey— le comunica la mujer volteando hacia el interior.

—Dile a tu rey que si tiene algo que hablar puede venir el mismo a decírmelo. Que no mande a su basura aquí a hablar conmigo como si yo fuese cualquiera y no el Gran General de Lay.

—Ya lo has oido— le replica de mala gana la joven al mozo. Luego cierra la puerta y vuelve a la cama del General Ayos Eldingar.

—Tal ves era importante— sugiere ella mientras se recuesta sobre el pecho fornido del general.

EhlyfgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora