Emilia sacaba de su pequeño bolso negro un encendedor y una caja de cigarros, esquivando la mirada de él. Con movimientos desesperadamente lentos sacaba uno de la caja al mismo tiempo que se lo llevaba a la boca y lo encendía.
—Mira, te voy a ser totalmente sincera- decía después de dejar escapar una bocanada de humo blanco entre sus labios- ayer pasé por casa de tu madre y como el lógico terminamos no, empezamos la conversación más bien discutiendo. Entre insultos y argumentos desafiantes de la “pobrecita de tu madre”—puso voz de ironía—me enteré de que era la tutora legal de tus propiedades actuales y las futuras…
—Ajá—lnterrumpió Vic— ¿Sabes? No entiendo porque se llevan mal las dos si son idénticas, piensan de la misma forma, solo en dinero.
—No he terminado de hablar—se mostró cortante la chica, sacudiendo la ceniza del cigarro en el piso— ¿Por qué no me lo habías contado? ¿Qué soy yo para ti? ¿Un juguete? ¿Tu enfermera? Ya no me cuentas nada de ti, solo te sientas ahí y pones cara de miseria para alimentar tu personaje de víctima en esta historia, pero lo que todos parecen olvidar aquí es que la mayor perjudicada en toda esta tragedia fui y sigo siendo yo— Emilia escupió estas palabras con tal rabia que arrojó al piso el ínfimamente consumido cigarro y miró retadoramente la habitación completa, como si se estuviera creando una foto panorámica del lugar en su mente.
Victor más indiferente que nunca miraba al techo en señal de que la conversación que estaba entablando le producía agobio más que nada.
Em reanudó la charla:
—Aquí todos se quejan, que si perdieron a su adorada hija o a su única hermana y todo el cuento, pero te recuerdo que Jo era mi mejor amiga, desde siempre lo fue , era más que eso, era mi hermana, mi familia. Ella lo sabía TODO DE MI VIC, TODA MI VIDA, TODAS MIS HISTORIAS. Ahh, por eso te puedo asegurar que exactamente el mismo dolor que tú sentiste cuando a ella murió en ese accidente lo sentí yo, pero incluso contabas con tu familia para darte apoyo, a mí nadie me tocó el hombro jamás para decirme un: EYY LO SIENTO. Incluso voy a llegar aún más lejos, cuando ocurrió ese accidente, tu mamita, tu padre querido, tus abuelos, todos fueron corriendo a consentir y a cuidar al niñito enfermito que acababa de vivir una experiencia traumática, ahhh tooooodos absolutamente todos corrieron a ver qué tal avanzaba el cuadro clínico de Jo que había sido la mayor lesionada por el impacto, pero ninguno de ustedes Goroyas tuvo la decencia de aparecer donde yo estaba, en mi cuarto, porque te recuerdo: YO TAMBEN ESTABA AHÍ. Tantos años de amistad con la familia como para que ninguno tuviera el corazón de preguntarme como me sentía. ¿Ustedes no tienen sentimientos, lealtad, gratitud o qué se yo? Porque para nadie es un secreto mi situación familiar. Tenía 3 años, 3 miserables años cuando mis padres se desentendieron de mí y es verdad que nunca he sido parte de una familia funcional, pero por lo menos se cómo se debería sentir y si yo soy tu novia y la mejor amiga de Joana no es para que me trataran así, y menos las personas que me conocen prácticamente de toda una vida.
Victor perplejo ante el espectáculo que estaba dando Emilia, repasaba en su mente cómo habían ocurrido los acontecimientos que describía ella una y otra vez y por más que le costó admitírselo a él mismo, no pudo negarlo: los Goroya fueron una mierda en ese momento, con tal vez una de las personas más frágiles y nobles que tuvieron la oportunidad de conocer, con la persona que había sido la primera elección de Jo en la vida, la niña que decidió con 5 años que iba a ser su mejor amiga hasta el fin de los tiempos.
Como no tenía mucho que decir, más bien no quería decir por miedo a tal vez involucrarse demasiado en las emociones de Em y no sabía por qué le estaba costando tanto empatizar con ella le dijo: Mira Em, te voy a ser sincero, ahora mismo prefiero seguir en mis delirios que afrontar la realidad y este es precisamente uno de esos momentos. Me siento fatal por ti, pero no puedo cambiar nada.—Eso no es lo peor del caso-—dijo y sonrió- lo peor es que a pesar de todo eso me quedé contigo, quise ayudarte y estar para ti, estaba dispuesta a que se me fuera la juventud y la vida misma apoyándote y estando contigo ahí, siempre, pero a ti eso no te importa. Tú no me prestas ninguna atención, ni por cortesía y yo no sé si estoy dispuesta a seguir así. Yo tengo una vida, una carrera, amigos y obligatoriamente ahora en constante guerra con Raquel y sintiéndome terrible por tus actitudes conmigo. Yo creo que lo mejor va a ser que no venga más y detenerme en este punto de la historia contigo- se expresó la muchacha con total tranquilidad, mientras tomaba sus cosas y se dirigía a la puerta del cuarto sin más preámbulos.
El chico la miraba medio ido, como si el efecto de alguna droga le empezara a brotar y con una terrible expresión de NO ME IMPORTAS, dejó que se fuera.
En las afueras de la puerta se giró ella y murmuró tan bajo que nadie más que ella misma podría haberla escuchado:
—Ojalá ella estuviera aquí para que viera lo que está a punto de desatarse.
Días y días iban marchitándose y junto con ellos la estabilidad mental del más joven de los Goroya, que solo sabía quedársele mirando embobado a su psicóloga, tratando de adivinar qué era lo que lo hacía sentir tan cercano a ella. Cada vez que le tocaba consulta iba preparado para manipularla y poderle sacar alguna información de su vida personal, pero Angela era una mujer muy inteligente y una psicóloga bien preparada y no había forma de que Vic pudiera perforar esa burbuja paciente-doctor, lo que lógicamente traía como resultado que la fascinación por ella creciera exponencialmente.
Todas las noches antes de dormir exploraba las mil historias que su mente creaba acerca de cómo era la vida su misteriosa psicóloga. Lo que sentía era tan intenso que podría ser casi una obsesión, casi un enamoramiento…
Como la calma en su vida duraba menos que un dulce en las manos de un niño, esa hermosa tarde de invierno su madre realizaba una entrada por la puerta del cuarto.
—Tu abuelo murió Vic—le indicó con serenidad y sin rodeos la mujer.
—Eh? ¿Cómo fue eso? ¿De qué se murió así tan rápido? —preguntaba el muchacho sorprendido.Raquel lanzó el bolso hacia la cama, hizo un pequeño y fingido suspiro de lamento y finalmente lo dijo:
—Lo maté
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El heredero
Gizem / Gerilim¿Existe algún límite para la crueldad humana?¿Cuántos y quiénes de tus seres queridos matarían por ser tú?¿Qué es lo que pasa cuando ya no tienes nada claro y no sabes en quién confiar? ¿La familia es para siempre?