Capítulo 12

19 4 0
                                    


Le doy lo que va a comenzar a ser nuestro último beso, el final inevitable que ha llegado sin querer. Creo que al pensar en tenerlo entre mis piernas se me olvido que sería el final. No más Aidan, ni sus ojos griseasos, ni escuchar de nuevo su risa exagerada.

Lo beso con ternura y despacio, disfrutando cada esquina de su boca para memorizarla. Él me abraza y corresponde a mi beso en perfecta armonía. Es suave, delicado, casi como un placebo.

Me toma de la cintura y comienza a levantarme el vestido. Levanto mis brazos y él me lo quita sonriente. Los tonos de la habitación son más vivos igual que su sonrisa, igual que su roce. Comienzo a desabotonar su camisa y solo pienso en memorizar. No pudo evitar besarlo, Aidan libera suspiro tras suspiro cuando beso cada pectoral y acarició con una de mis manos su pecho mientras que bajo más. Frena mi camino para levantarme suavemente reclamando mis labios y yo solo sé que no le diré que no. Me sienta en la cama y él se arrodilla.

Me saca despacio el brallette.

-Estas tetas son mías, y las marcaré.

No puedo decirle nada ya que él comienza a devorarlas una y a otra tomándose su tiempo, con cada movimiento de su lengua mis jadeos hacen acto de presencia igual que la palpitación y la humedad en mi entrepierna.

Toma mi pecho izquierdo y me deja un chupetón en él, y luego toma el derecho para hacer lo mismo. Pero el cosquilleo provocado en ese momento se hace igual de placentero. El agudo dolor donde se rompe mi piel solo por su boca.
Se pone de pie y me acerco a él para desabotonar su pantalón mientras me mira expectante. Me acaricia el cabello mientras con sensualidad término el proceso de extraerlo de su ropa. Bajo la prenda junto al boxer para tener frente a mí al pastelito de Aidan. Tomo con una de mis manos su firme miembro que tiene su punta húmeda y juego con ese líquido.

Él quita sus pies de su pantalón que están en el suelo y suavemente me acuesta en la cama.
Memorizo su rostro, su cuerpo, su voz... Está recostado sobre mí mirándome a los ojos con intensidad mientras mi cuerpo solo se mueve a causa de movimiento de mi mano. En donde está firme en él, donde solo pienso en que esto me estimula demasiado sin tocarme.

Comienza a besarme con suavidad hasta que mis manos, con apuro de darle más, aumentó la velocidad. Un gruñido apabulla mi ser con esa melodía y su beso delicado se convierte en uno apasionado.

Se queja de excitación y siento como hace fuerza en la cama. Dos por tres mueve su pelvis como si tratara de penetrar mi mano y apretó con el pulgar la punta generando espasmo en su ser. Puedo decir que veo que se le eriza la piel cuando lo hago y gruñe como si pidiera más. Dejó de lado la base para concentrarme en la punta, que es la más necesitada.

Siento que el colchón no se hunde tanto de un lado y veo que baja la tanga. Se queja como si la prenda le molestara y me rio internamente. Levanto mi cadera para dejar que la retire y el movimiento me hace soltarlo por momento. Vuelve a subir para poder tomarlo de nuevo y él con una de sus manos me frota delicadamente la zona necesitada. Abro más mis piernas en un gemido y trato de seguir con lo que estoy haciendo. Así es por unos segundos. Ambos nos tocamos, ambos nos estimulamos como si necesitaramos prolongarlo más y es lo que quiero y a la vez no.

Frena mis manos y él la suya. Su parte íntima está tan cerca que lo puedo sentir en el calor de mi entrepierna. En mi deseo de aferrarme a su cuerpo. Baja de la cama para saca de su mesa de luz un condón y se lo coloca. Esa vista es un pasatiempo de espera ansiosa y con calma empañada.

IncipienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora