Capítulo 1

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—La casa invita —. Dice Abi dejándome un cupcake de frutos rojos al lado de mi taza.

Mi cupcake favorito y mi amiga favorita.

—Te juro que si no trabajaras aquí no hubiera podido pasar este año de universidad.

—Amy, sin dramas o no hay más cupcakes.

—Ok... dime, ¿Cómo está mi ahijado?

—El pequeño Kenai cada vez con más energías. Encontré un preescolar donde le enseñan cocina, pintura, danza y ejercicio, y hasta inglés —. Dice limpiando una que otra taza con el trapo sobre la isla.

—¿Es un Harvard para bebés? —. Pregunto de forma divertida.

—¡Harvard para bebés! Así le dije a Camilo. — Responde riendo.

—¿Puedes creer lo diferente que están nuestras vidas? —. Pregunta anonadada dejando el trapo en la isla y mirándome a los ojos — No puedo creer que hace dos años nos escapábamos de noche para salir a bailar. Y míranos ahora, eres toda una enfermera.

—Si no fuera por esas escapadas, yo hoy no sería madrina — le digo como si una parte de mí se alegrará por sus logros, por tener a ese bebote como mi ahijado y la otra parte de mí, mirándome como si yo no hubiera logrado mucho. Eso no me suma...

—Ja ja ja — ríe con sarcasmo — Pero tienes razón — dice arrugando la nariz — Espérame, atiendo unas mesas y regreso.

Seguí tecleando en mi laptop para terminar mi trabajo. Quiero terminar de entregar mis trabajos para pasar las fiestas tranquilas y estar con Abi y mi niño hermoso Kenai...

Sonrío sola al recordar cómo acompañé a Abi en el proceso de parto, ya que Camilo había viajado y ni bien se enteró tomó el primer vuelo.

Flashback*

—¡Nunca más tendré sexo con ese imbécil lo juro! — gritaba apoyada en la cama por sus dolores de parto.

—Sí amiga... — me reía mientras le masajeaba la cintura.
*

—¿De qué te estás riendo estúpida? — pregunta curiosa.

—De que jamás ibas a volver a tener sexo.

— Ya vete de mí cafetería, vete — dice fingiendo estar ofendida y apunta con el dedo a la puerta —. Pero luego ven a la noche a comer con nosotros — dice sonriente.

Llego a mi departamento donde mi gato Copito me recibe con saltitos y con su cascabel. Pongo un poco de lofi hip hop y sigo tecleando con Copito arriba del escritorio mientras me hace guardia. La noche cae lenta, en silencio y acompañada de las luces de faroles y autos.

Llego a la puerta y me acomodo un poco el rodete en mi cabello que mucho sentido no le puedo dar, me acomodo la campera de jean y toco la puerta

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Llego a la puerta y me acomodo un poco el rodete en mi cabello que mucho sentido no le puedo dar, me acomodo la campera de jean y toco la puerta.

—¡Si eres Amy entra! — grita la voz de Abi.

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