Capítulo 4

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Llegada la hora, me coloco un vestido de algodón con flores y me dispongo hacia el muelle. Mis pasos son firmes ya que estas sandalias me permiten el paso sereno que no podía decir lo mismo de mi interior. Jamás he estado en esta parte del muelle, por lo general paso caminando sin mirar. No es algo que pueda permitirme, el estar en un bote o simplemente pasar junto a ellos.

Llego a la orilla del muelle donde están anclados. Hay varios botes y tres yates. De estos últimos, dos son blancos y uno negro. En mi búsqueda pienso que el yate negro es despampanante y Aidan sale de él para me hacerme seña de que me acerque. Se ve guapísimo. Mierda. Y más con esa camisa gris casual que le combina muy bien.

—Bienvenida. —Dice con esas sonrisas que me aturden.

Me ofrece su mano para subir y lo hago. Sus manos son grandes y realmente me encantan.

Me acerco a él para saludarlo con un beso en la mejilla y aguantándome de darle un beso coqueto en la comisura de los labios. Él sonríe de la misma forma desde ese día en la cafetería de Abi.

Me alejé para recorrer el yate donde el lujo era lo más evidente mientras él va detrás de mí.

—Y, ¿Cómo se llama? —Pregunto curiosa.

—Adivina. — Dice con aire de misterio y yo me quedo mirándolo con ojos acusadores.

—Lo siento, pero si tuviera un yate así y de color negro, no podría evitar llamarlo "Perla Negra" — Digo con las manos arriba en forma de disculpa.

—Sería tonto si no lo hubiera hecho — Dice caminando a mi lado.

— ¡Dios! — Exclamo riéndome de la emoción, de haber encontrado algo en común. No quiero aburrirlo.

—¿Qué te parece si recorremos el interior mientras preparan nuestra comida? — Propone.

—Claro que sí —Respondo entusiasta.

La tripulación nos saluda muy respetuosamente. Recorremos la sala de estar, el comedor, y la cocina. Aidan me dirige hasta el dormitorio. Toma un control y como un niño entusiasmado me dice:

—Mira esto.

Lo que yo creía que eran paredes se levantan, eran ventanas con persianas. Es un dormitorio con vista debajo del agua. No se me ocurre mejor cosa que decir:

—Nada como tener sexo con el miedo a ahogarse.

Él me mira sorprendido, y siento que he hablado de más. Comienzo a querer que la tierra me trague pero su risa a carcajadas retumbó por toda la habitación contagiándome. Es la primera vez que lo escucho reír de esta forma y se ve tan relajado, tan increíblemente guapo.

—Amy Heather, no puedo creer las cosas que dices -dice controlando su risa —. Ven, acompáñame.

Pasamos por los pasillos hasta llegar a la gran sala de estar. Tiene un bar con una bodega pequeña. Él se acerca a esta última y me pregunta por tomar un trago o un vino.

—No soy mucho de los vinos, me parecen fuertes — Respondo. Él comienza a mirar entre la bodega, elige una botella de un vino color amarillo, comienza a llenar la copa y me dice:

—Entonces tú eres de los dulces. Déjame convidarte este vino blanco con miel. No hay quien se le resista —. Dice sirviendo el líquido en una copa y me la entrega.

"A ti nadie se te puede resistir", pienso para mis adentros. Tome un sorbo pensando en que no me va a gustar y sí, el vino es exquisito. Realmente le atinó a darme este vino.

Alguien sale de la cocina y se le acerca a Aidan.

—Señor, la comida está lista.

— Amy, por favor.— Me pide Aidan y nos encaminamos a la mesa, donde todo está ordenado claramente por ceremonia y protocolo —. Siempre que estoy cerca del mar me gusta poder comer alguno de sus frutos. Pero olvidé preguntarte si te gustan —. Dice mientras tomamos asiento.

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