Capítulo 7

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Luego de saludar una hora a un montón de personas, Aidan se paró a mi lado en la terraza.

—Dime, Amy. ¿Te estás divirtiendo? ¿Estás bien, necesitas algo?

—Necesito con urgencia cambiar mis zapatos.

—Claro, sé dónde buscarte unos zapatos más cómodos. Vuelvo en unos instantes.

Me senté en el sillón y me saqué los tacones. Una mujer se sentó al lado mío. La saludé con la cabeza, y ella me correspondió el saludo. Sacó un espejito de su bolso y se comenzó a arreglar. Comenzó a hablar de la nada y me dijo:

—Pase lo que pase, no te entusiasmes con él. Todas pasamos por lo mismo. Cuando un hombre nos trata como todo un caballero comenzamos a enamorarnos, como mujeres estamos acostumbradas a sufrir y cuando tenemos un poco de buen trato caemos como idiotas.

—Disculpa?

—Lo siento si soy un poco ruda. Pero estoy hace años en el negocio, desde el momento que entraste supimos todas que eras nueva en esto. La gran mayoría de nosotras empezamos dándole nuestra compañía a Aidan Howes.

—Gracias, pero creo que puedo manejarlo.

—No, no lo estás manejando. Ese beso a media noche, es un juego para... luego te llevará a algún lugar especial para él y querrá pasar el resto de la noche en su cama teniendo sexo. Repetirá lo mismo en año nuevo. Cuando quieras buscarlo para volver a repetir eso, te dirá que está ocupado con su trabajo y adiós. Uno de sus amigos de seguro te acogerá, tomará tu lastimado corazón y lo llenará de dinero, mientras jugamos a ser novias. Así te vuelves ruda.

Las lágrimas comenzaron a amenazar con salirse y yo desvié la mirada de esa mujer.

Ella se levantó y así como vino, se fue. Aidan llegó con unas pantuflas cerradas color rojo.

—Mira lo que te traje, yo también me puse un par.

—Gracias.

Intenté disimular mi tristeza poniendo mi mejor sonrisa. Esa mujer había traído mis ilusiones de vuelta a la tierra, me había hecho un favor.

Aun así, quería mentirme y quería vivir esa mentira. Quería actuar y hacer bien mi papel de dama de compañía. Y quería creer que, en el fondo, podría tener algún tipo de relación con Aidan.

—¿Dime, quieres volver a casa? Te noto algo cansada.

—Tienes algún plan para después de la fiesta?

—De hecho, si, volver a casa a comer helado con mi madre y pasear por el invernadero. Me encantaría que me puedas acompañar. Si estás de acuerdo, claramente.

—Bueno... yo no he conocido a tu gatita. —Le sonreí pícara.

—Entiendo... solo me vas a acompañar por qué quieres conocer a mi gata.

—Exacto. No te hagas ilusiones.

—Pues ya me hice la ilusión, te compré un pijama de algodón para que puedas estar cómoda. Pero no sabía si ibas a acompañarme.

—Déjate de hacerte la víctima y el inocente, que de inocente no tienes nada.

Me sonrío y luego se mordió esos labios que yo moría por besar.

—Saludaré a unas personas y nos iremos a casa. ¿Me acompañas?

Detrás de él divisé a la mujer que había estado hablando conmigo. Sentí ansiedad por que se me acercara de nuevo, sentí ansiedad por que tuviera razón.

—Vamos, te acompaño.

Otra media hora más nos tomó saludar a personas importantes, que se interesaron en mí y en mi carrera.

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