Capítulo 3

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—Ser tu qué? —pregunto confundida.

—Mi Sugar Baby. Contratar tu tiempo y tu presencia.— Mi cara de asco ante lo que me dijo es evidente igual que lo que leyó en mi mente indignada. Antes de que me diera bocado a hablar, él continuó.—Nada de sexo. Quiero pasar contigo Navidad y Año Nuevo, que puedas brindarme únicamente tu compañía.—Las gesticulaciones de mi rostro hablan por sí mismos, pero aún sigo confundida mientras él se encuentra demasiado sereno.

—¿Ya lo has hecho antes?— Pregunto curiosa.

—Sí, en varias ocasiones. Pero nunca para las fiestas y pocas veces sin sexo...

—Trato de entender tu mundo, Aidan.—digo un poco perdida.

—Escucha, soy un hombre ya mayor. Lo del matrimonio no me resultó bien. Tengo varios problemas de personalidad que no son fáciles de sobrellevar a una dama en el día a día.—Me explica sin ser completamente entendible. Deja muchas cosas al aire que me apetecen preguntar pero me niego la posibilidad.

—Y... ¿Cómo es eso de "contratarme"?

—Te pagaré 20.000 dólares por las 2 ocasiones.—tragué saliva y tomé el vaso de agua.—Dime, ¿te parece poco? Lo subiré a 50.000.

—Aidan...

—Amy...

—Mírame, tengo 19 años.— Digo como si no fuera yo la gran cosa.

—Lo sé.—Responde igual que sereno desde que llegó.

—¿Por qué yo? Si tienes dinero no te deben faltar mujeres.— Respondo con obviedad.

—No me faltan Amy. Pero solo les importa el dinero y el qué dirán. Desde que te conocí hubo una chispa de alegría y hasta de locura que creí haber olvidado. Tú me devolviste eso en unos simples mensajes.— Dice con su voz tan aterciopelada.

Esas palabras han sido intensamente sinceras que aceleró mi pulso como nunca antes había experimentado. Tal vez son los nervios en su máximo esplendor.

Abi aparece con nuestro pedido y le dimos paso a que lo colocara en la mesa. En ese pequeño segundo ella me mira varias veces porque notó la inquietud en mi rostro, me conoce demasiado bien.

—Gracias.—Respondo con una simple mirada que le hice entender a mi amiga que estaba todo bien.

Aidan también le agradeció y cuando ella se va, me mira a los ojos.

—Amy, son un caballero. No habrá interacción en nosotros que no esté estipulada en un contrato que prepararé con un abogado. Este contrato será para tu seguridad, porque quiero que confíes en mí y que no te haré ningún daño físico. Un Sugar Daddy sabe que si su Baby está feliz, ella lo hará feliz a él.—dice con tanta seguridad y respeto que no sabía cómo procesar todo.

—Y... ¿sólo será por estas fiestas? —inquiero.

—Sí, sí así lo deseas sí. Luego puedes no saber más de mí, es tu decisión.—Dice tomando un sorbo de su latte.

—Aidan... si te ven conmigo te mirarán mal. Somos adultos legalmente pero... —digo sintiéndome menos frente a él.

—¿Te preocupa el qué dirán no es así?

—No quiero que me preocupe pero es inevitable.—Digo tomando un sorbo de mi submarino y él deja su taza en la mesa como si fuera más firme.

—Eso a mi no me interesa. Soy el dueño de mi persona, de mi reputación y de mi imagen. ¿Por qué crees que no me has conocido en revistas o en televisión? Eso se los dejo a mis socios que les gusta y tienen el talento para manejar la prensa. Yo no tengo el tiempo ni el ánimo de lidiar con ellos.

IncipienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora