Capítulo 6

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Hace ya tres días que fui a la casa de Abi y Camilo para despedirlos por la mañana. Además de los hermanos de Camilo que se encontraron allí para viajar juntos.

Los abrace uno por uno y luego me abrazaron todos a la vez. En ese momento fue uno de los que no quería que pasara, en mi mente trate de postergarlo pero al estar ahí parada, me dio a entender que ya se iban y que no estaríamos juntos como siempre. Durante los mismos días me mordí los dedos para no escribirle a Aidan y preguntándole cómo ha estado su día. El hecho de que Abi, Camilo y Kenai no están me hacen sentir algo sola y no quiero permitirme aferrarme a Aidan en estos días.

Finalmente Aidan me llama.

—Hola Amy!

—Aidan. Hola, ¿Cómo estás?—. Trato de sonar lo más normal posible, como si él no alegrara mi día sólo con llamarme.

—Bien. No puedes creer lo que me acaba de pasar.

Su tono de voz es alegre y ansioso. Me gusta que se sienta cómodo conmigo. Comienza a contarme una anécdota sobre su día de trabajo y por último, me pregunta qué tal la he pasado estos días.

—Mis amigos ya se fueron y me siento un poco triste —respondo sin tapujos.

—No te preocupes. Yo voy a animarte. Escucha, mañana es 23 y yo pensaba que... bueno, podrías tomarte todo el día para consentirte y dejar que te consienta. Ya sabes, cosas de mujeres. Vas a ser la más hermosa de la fiesta, y quiero que te sientas así.

—De acuerdo —respondo en que eso me distraerá un poco.

—Te envío por whatsapp la agenda que preparé para ti. Yo no podré comunicarme en el día, quiero tomarme unos días en las fiestas así que dejo todo en la empresa sobre ruedas.

—Aidan —hago una pausa suspirando —Gracias.

—Si tú eres feliz, me haces feliz. Cuídate.

Su respuesta me hace sonreír, me hace sentir consentida como él dice. Aunque también quisiera que me consienta él... pero claramente no se puede y es mejor no mezclar los tantos.

Recibo a los minutos una lista por whatsapp.

Luego de un día entero de transformación, llego a casa completamente relajada y en serio, me veo tan bien

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Luego de un día entero de transformación, llego a casa completamente relajada y en serio, me veo tan bien. Mi piel está fresca y renovada, mi corte con las mechas color chocolate, y mis manos arregladas me dieron ganas de convertirme en modelo de manos.

En vez de dejarme y castigarme tanto al decirme a mi misma fea y otras cosas horribles, solamente tenía que darme mimos.

Miro mi vestido, es rojo con un tajo alto, dos tiras y amolda mi cintura a la perfección resaltando mi busto. Me dan ganas de abrazar al vestido pero no debo arrugarlo ni nada, además que el mayor peligro es Copito, que caza y ataca todo lo que brille. Recuerdo que al probarmelo se sintió tan bien puesto, la tela me abrazó cálidamente y lo hará en navidad. Guardo el vestido como si se fuera a romper.

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