Al subir al conocido auto de Drew, le sonreí con dulzura pero cuando noté que mi madre nos observaba entre las cortinas, tuve que romper el espacio personal de mi prometido y darle un casto beso en los labios. Ese simple roce de labios había bastado para que el chico sentado a mi lado abriera los ojos con exageración y comenzara a reírse con nerviosismo.
— Nos observan. — Le informé para que no pensara que lo había hecho para molestarlo.—Ya la vi. — Comentó por lo bajo, girando su rostro para ocultar el rubor en sus mejillas. — Vamos, tenemos que ponernos de acuerdo sobre lo que haremos.
Andrew encendió el auto y avanzó sin mirar atrás, dejando su estrés en la entrada de mi casa y convirtiéndose en el chico risueño que solía ser siempre que no se encontraba bajo la atenta mirada de alguien mayor. El Drew que aparecía una vez estando solos podía parecer incluso coqueto, a su manera claro estaba, una coquetería tímida que resultaba ser atractiva para cualquier chica.
— Drew, deberías ser así más seguido. — Afirmé una vez que estuvimos sentados en la cafetería más alejada de nuestros hogares.— ¿Así cómo? — Preguntó con el ceño fruncido.
— Así de relajado y coqueto. — Le dejé saber.
— Otra vez con eso... No soy nada de lo que has mencionado. — Rio con un notable rubor en las mejillas. — A lo que vinimos…
— La boda. — Solté con repudio. — ¿Qué colores quieres?
— Sabes que eso... — Aquello olía a excusa y una muy mala.
— No te importa, ya lo sé pero te recuerdo que si no lo hacemos nosotros lo harán nuestras madres y sus gustos son completamente distintos a los nuestros. — Canturrié mientras sujetaba el sorbeto y comenzaba a darle vueltas a mi batido de fresa.
— ¿Rojo? — Su pregunta salió temblorosa y llena de dudas.
— ¿Te gusta el rojo? — Respondí su pregunta con otra aunque sabía la respuesta.
— No. — Murmuró, ocultando la pequeña sonrisa en sus labios. — Plata.
— Bien, plata y, ¿azul? — Busqué su aprobación con la mirada. — O podría ser verde esmeralda, a ti te gusta mucho ese color y a mí me agrada.
—Sí, me parece bien y si quieres utilizamos blanco para que todo no sea tan llamativo. — Dijo con naturalidad.
— Me gusta como piensas, querido amigo. — Comenté con diversión. — Bien, los colores ya están elegidos. Ahora solo falta el noventa y cinco por ciento de los preparativos.
— Perfecto, ¿ves cómo ya casi terminamos? — Dijo con sarcasmo.
— Oh, claro que sí. Me siento mucho más aliviada ahora que tenemos lo más importante. — Me uní a su sarcasmo y luego de unos segundos de seriedad, ambos nos dejamos llevar por la risa tras las tonterías que habíamos dicho.
— Scar. — Llamó mi atención una vez que nos tranquilizamos. — Prométeme algo.
— Dime, Drew. — Dejé el batido a un lado y le presté toda mi atención.
— Estamos juntos en esto, ¿de acuerdo? — Tomó mis manos entre las suyas y las apretó un poco. — Somos el apoyo del otro. — Afirmó. — Prométeme que seguirá siendo así sin importar lo que pase.
— Claro que sí Drew, eso no va a cambiar. — Murmuré, sacando una de mis manos de entre las suyas y dirigiéndola hacia su rostro para acariciar su pálida mejilla. — Estamos juntos en esto y seguirá siendo así.
— De acuerdo. — Cerró sus ojos por algunos instantes como si intentara memorizar mis palabras. — No sé qué haría sin ti en estos momentos.
— Estarías completamente loco y tal vez sin algunos mechones de pelo. — Afirmé, devolviéndole al rostro aquella tierna sonrisa que me enternecía.
— Es lo más probable. — Concordó.
— Bueno querido, debemos continuar. — Nos acomodamos nuevamente y comenzamos a revisar las revistas que había llevado conmigo. — La fecha.
— No lo sé Scar. — Dijo con cansancio. — No quiero casarme y tú tampoco. Sé que en la fiesta de compromiso te dije que me había rendido pero… No quiero hacer esto y me molesta que te hayas visto arrastrada porque nuestros padres solo piensen en dinero.
— ¿Acaso tenemos más opciones? — Sonreí con tristeza. — Si así lo deseas, dejemos que nuestros padres la escojan y nosotros no nos complicamos más.
— No, si de ellos dependiera nos estaríamos casando mañana mismo. — Dijo sin rodeos. — Marzo.
— Bien, marzo. — Asentí con lentitud.
— ¿El día veinte te parece bien? — Propuso y volví a asentí.
— Sí, no hay problema. El veinte de marzo será. — Anoté la fecha en la pequeña libreta que tenía. — Pero… — Alcé la mirada hacia él. — Del año que viene no, el otro.
— ¿Te has vuelto loca? — Preguntó con una mezcla de sorpresa y horror. — No podemos, nos matarán.
— No quiero que sea el próximo año, Drew. — Se quejé. — Marzo está aún distante pero el tiempo va a correr con rapidez.
— Estamos apenas en agosto, tenemos tiempo. Nuestros padres no aceptarán tu propuesta y en el fondo eres consciente de ello. — Murmuró, echando sus cabellos hacia atrás. — Ellos quieren unir las empresas lo más rápido posible.
— Entonces, ¿estás listo para casarte en menos de un año? — Podía notar el molesto nudo en la garganta pero preferí ignorarlo.
— No he dicho eso, Scarlet. — Negó repetidas veces con la cabeza. — Solo intento evitarte otro enfrentamiento con tus padres y a su vez, con los míos.
— Como quieras. — Solté por lo bajo. — Veinte de marzo del año que se avecina.
— No te enfades. — Tomó suavemente mi rostro entre sus manos y acarició mis mejillas con sus pulgares. — Lo hago por tu bien.
No hablé más, no podía. No emití palabra o sonido alguno durante el resto de los preparativos y tampoco de camino a mi casa. No estaba molesta con él porque entendía sus motivos, mi malestar era conmigo misma y con mi familia.Me frustraba y entristecía el hecho de tener que casarme en tan poco tiempo, no iba a poder disfrutar de mi poca libertad y tampoco iba a tener tiempo de pensar en un método para salir de esa situación. Prácticamente seis meses para una boda no era nada y para mí era contraproducente. No iba a tener tiempo para pensar en lo que podía ocurrir con cada idea que pasara por mi mente, de hecho, que alguno de mis planes funcionara era básicamente imposible y más aún cuando mi campo visual solo se cerraba a las cosas de la boda.
— ¿Marzo? — Preguntó mi madre, quien tenía el ceño fruncido. — Es demasiado tiempo.— Es la fecha escogida. — Mis palabras habían salido con brusquedad debido a las continuas miradas de fastidio de mi familia, la de mi prometido y él mismo. — Veinte de marzo, ni un día más y tampoco uno menos.
— Scarlet. — Advirtió mi madre. — La boda tiene que llevarse a cabo este año, no el siguiente.
— Es esa fecha o nos apegamos a la inicial. — Sonreí ladeadamente al ver el terror pasar por el rostro de Andrew.
— ¿Cuál es la fecha inicial? — Preguntó la madre de Drew, Mara.
— Veinte de marzo. — Aseguré. — Del año que viene no, sino del otro.
— ¡Te has vuelto loca! — Los gritos agudos de mamá terminaron por desgarrar el tenso ambiente que nos rodeaba.
— Lo toman o lo dejan. No vamos a aceptar más fechas, ¿no es cierto, Amor? — Miré a Drew buscando su apoyo porque sin él no iba a poder mantenerme firme mucho tiempo.
— Así es. — Dijo con voz tímida e internamente agradecí que me apoyara.
— Bien. — Habló el padre de Andrew, descuartizándonos con la mirada. — La boda será el veinte de marzo del próximo año.
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Perfecto Mentiroso©
Short Story💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe su copia o adaptación.💫 Debido a un contrato, el matrimonio arreglado de quienes habían sido mejores amigos desde la infancia, Scarlet Colemman y Andrew Wagton, estaba por llevars...