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Me encontraba disfrutando de la calidez de mi cama cuando a la distancia comencé a escuchar una melodía conocida. Por mi mente pasaron recuerdos en los que había escuchado aquella pegadiza canción pero no fue hasta poco después que pude recordarlo, era mi teléfono celular.

- ¿Bueno? - Murmuré con pesadez.

- ¿Aún estás en la cama? - La voz de Andrew se escuchó a través del receptor. - Levántate porque paso a buscarte en treinta minutos, ponte guapa. - Después de soltar todo lo que iba a decir, colgó la llamada.

- ¿Qué le pasa? - Lancé el teléfono al otro extremo de la cama y escondí mi rostro en la almohada, aunque poco después volví a alzarlo, en esa ocasión para levantarme.

Mis pasos eran lentos y llenos de pereza, tanto que con cada uno me preguntaba porqué estaba despierta si él podía esperar. Tomé la primera vestimenta que encontré e ingresé al baño, deseando ducharme con agua caliente para relajar mi cuerpo y terminar de despertar.

Luego de aquella merecida ducha y de ponerme lo que había tomado, me encontraba lista y esperando por Drew.

- ¿A dónde vas? - La figura de mi madre apareció en la cima de la escalera que segundos antes había estado bajando.

-Andrew pasará a buscarme. - Respondí a su preguntar sin prestarle demasiada atención.


Salí sin despedirme o dar mayores explicaciones porque ni siquiera yo era conocedora del motivo del encuentro. Al cerrar la puerta detrás de mí, pude escuchar y ver que el ya conocido auto se detenía.

- Buenos días. - Lo saludé cuando llegué a la puerta del pasajero.

- Hola. - Correspondió el saludo con normalidad, tal y como solía hacerlo siempre.

Comenzaba a creer que todo lo que había sucedido la noche anterior había sido producto mi propia preocupación, una que me había jugado una mala broma. Sin embargo, esa idea se fue por un tubo en el momento en que me acomodé en el asiento y él tomó la iniciativa, uniendo sus labios a los míos.

No era habitual, siempre era yo quien tomaba la iniciativa para que no creyeran que nos tomábamos enserio el compromiso y aquel sorpresivo beso no era nada parecido a los que ya estaba acostumbrada. Andrew solía besarme casi como si no lo hiciera, de manera delicada y superficial, en cambio en esos momentos me había recibido con un tórrido beso. Si bien no había dejado de ser delicado, no era ni por asomo un simple pico casi inexistente.

- ¿Qué estás...? - Mi voz había salido entrecortada debido a la falta de aire.

- Dijiste que debíamos besarnos al frente de las personas y allí veo a tu madre, observándonos como siempre. - Él no lucía avergonzado, de hecho, sus mejillas no se habían sonrojado como solían hacerlo siempre que nos besábamos.

- Sí pero tú no... Tú no besas así, no eres así. - Por algún me sentía nerviosa, tal vez era porque Drew no alejaba su mirada de mi rostro o porque me había gustado ese beso más de lo que debería.

- ¿Qué hay de malo en cambiar un poco? - Alzó sus hombros como si la situación no tuviera mucha importancia. - No podemos vernos como hermanos o mejores amigos, después de todo nos vamos a casar, ¿cierto? - Asentí aún más confundida de lo que ya me encontraba. - No veo un error o problema en mi actitud.

- ¿Qué rayos te hicieron? - Murmuré más para mí que para él.

- No seas exagerada. - Respondió antes de encender el auto y ponernos en marcha.

Durante algún tiempo nos mantuvimos en silencio, cada cual pensando en lo suyo. No me sentía incomoda porque estaba acostumbrada a tener que arrancarle las palabras de la boca peor no podía dejar de pensar en que todo se sentía diferente.

- ¿A dónde vamos? - Pregunté, observándolo de reojo.

- A por las dichosas invitaciones y el pastel. - El fastidio se había escuchado en su voz y lo entendía, no era algo que deseábamos.

- No te atrevas a quejarte porque fuiste tú quien escogió la fecha. - Comenté con la mirada perdida en las transitadas calles.

Perfecto Mentiroso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora