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— ¿Qué te parece? — Su ceño fruncido había desaparecido, en ese momento buscaba saber cuál era mi primera impresión.

— Es bonito. — Respondí con simpleza.

— No seas tan crítica, te aseguro que al final vas a estar contenta. — Aseguró, convencido de lo que decía.

— Bien, dejaré que haga mi vestido pero... — Me giré hacia él con lentitud y lo señalé con el dedo índice. — Si vengo a recogerlo días antes de la boda y lo detesto, tú tendrás que correr para buscar uno que sea de mi agrado.
 
Andrew giró todo su cuerpo hacia mí, tomó mi dedo y cerró su mano alrededor de éste mientras me mostraba una sonrisa ladeada. Al parecer mi amenaza le había parecido graciosa.
 
— Espero que eso no suceda. — Tiró levemente de mi dedo para que estuviera cerca de su cuerpo y pasó su brazo por mi espalda, colocando su mano en mi cintura. — Porque no me agradaría tenerte detrás de mi trasero y gritando que tengo gustos horribles.
 
No había podido evitar imaginarme lo que había dicho y mucho menos mantenerme seria. Me había parecido gracioso que él, midiendo alrededor de metro ochenta, estuviera huyendo de una chica que a su lado se veía diminuta. Porque sí, yo no era la persona más pequeña que existía pero tampoco la más alta.

Poco después llegó la diseñadora y comenzó a mostrarnos distintos vestidos, tanto en foto como en físico, pero ninguno era como el que yo quería. Al notar que nada era lo suficiente para mí, envió a Andrew a dar vueltas mientras ella y yo nos reuníamos en su oficina y hablábamos de mi petición. No tardamos mucho, sabía lo que quería y la mujer estaba dispuesta a cumplir con mis exigencias. Me mostró las telas y escogí aquellas que eran idénticas a las que tenía el primer vestido.

Cuando terminamos de escoger lo necesario y de cerciorarme que tuviera la información para que el vestido fuera impecable, caminé en dirección a mi prometido, quien se encontraba sumergido en su teléfono. Al alzar la mirada y notar que me acercaba, guardó el móvil en su bolsillo con rapidez y se levantó para irnos.
 
— No iba a revisar tu móvil. — Hablé con sequedad.

— Nunca sabré si esas eran tus intenciones, pero tampoco quiero averiguarlo. — Había intentado esquivar lo que me había parecido una posible confrontación.

— No revisaría un teléfono en el que sé que me encontraré cosas desagradables. — Murmuré con fingido asco.

— ¿Te refieres a atributos femeninos? — En su voz solo había malicia y provocación.

— Cuando los “atributos” se encuentran esparcidos por todo el internet es mejor llamarlos cartas de presentación. — Le guiñé el ojo y Drew comenzó a reírse a carcajadas.

— Bien jugado. — Su voz salió ahogada por las oleadas de risas que continuaban brotando de su garganta.
 
Hasta donde yo recordaba la risa de Drew no era como esa que estaba escuchando, no era tan ronca y coqueta. Aunque claro, las veces que Andrew reía hasta lagrimear eran pocas así que era posible que hubiera olvidado la gravedad de sus carcajadas.

El resto del día estuvimos juntos, dando vueltas por la ciudad y comiendo tonterías en algunas cafeterías o pastelerías que nos encontrábamos en el camino. En esos momentos había un ambiente lleno de paz y armonía, nos reíamos y bromeábamos sobre cualquier tema o cosa que veíamos, desconectados de todo y desentendidos de lo que se aproximaba.

Su teléfono no había parado de vibrar hasta que de mala manera respondió. Contestaba con monosílabas y emitiendo sonidos mientras observaba hacia adelante con el ceño fruncido. No se veía molesto, más bien incómodo, parecía como si quisiera evitar a toda costa que algo de aquella conversación se filtrara.

Como pude llamé su atención y le hice señas para dejarle saber que iría a dar una vuelta, a lo que asintió, dejando ver inconscientemente que sentía alivio de que no estuviera cerca mientras atendía a la persona que se encontraba al otro lado de la línea.
 
Comencé a caminar por la zona comercial que se encontraba extremadamente tranquila, sin demasiadas personas recorriendo el lugar. Veía las vitrinas de las tiendas por las que pasaba pero nada llegaba a llamar mi atención, no había algo realmente llamativo que me incitara a entrar y ver más.

Perfecto Mentiroso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora